35. Cortando Lasos.

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Me remuevo en mi lugar mientras el sonido molesto del timbre suena, abro mis ojos y lo primero que veo es a Lahiam acostado con su cabeza en mi pecho

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Me remuevo en mi lugar mientras el sonido molesto del timbre suena, abro mis ojos y lo primero que veo es a Lahiam acostado con su cabeza en mi pecho. Intento ignorar el timbre y me dedico a acariciar el cabello negro de mi novio.

Aún sigo sin creer que oficialmente soy su novia, cuidó cada detalle de la cita y de la propuesta. Por impulso volteo a ver el anillo color rosa oro con un pequeño diamante celeste incrustado en el centro, qué ahora llevo en mi mano derecha. Mi corazón empieza a acelerarce al recordar cada palabra que dijo, sonrio porque al fin encontré a mi persona.

Ahora puedo entender esa conversación que tuve mi abuela y  Cami, luego de casi catorce años pude entenderla.

—Nani, ¿Como supiste que mi abuelo sería el hombre indicado para ti? —pregunto con ilusión.

No es algo que llegas a saber, mi pequeño lucesita —responde apretando mi mejilla de manera juguetona—. Siempre hay que arriesgarse, si no lo haces no sabrás si es el indicado.

—¿Tu te arriesgaste, Nani? —cuestiona Cami dando pequeños saltitos en su lugar.

—Arriesgué mi presente y mi futuro por buscar uno con él, tu abuelo era todo lo que mis padres no querían, pero yo si lo quería a él y decidí abandonar mi casa para poder estar juntos, no sabía que me preparaba pero me arriesgué, lo elegí.

—¿Fuiste feliz? —inquiero al ver su cara de tristeza sin entender porque se pone triste.

—Más que feliz, fui afortunada —una lágrima baja por su mejilla y Cami se acerca a limpiarla—. Gracias a esa desición hoy tengo lo que siempre quise... una familia.

—Niñas, no agobien a su abuela con tantas preguntas —nos regaña papá.

—Pero Nani nos está contando su historia de amor me quejo.

Son niñas, tu eras igual de preguntón, Sergei lo reprende.

—¿Como voy a saber quien es el indicado para mi? —pregunta Cami retomando la conversación.

—Cuando tu corazón se sienta lleno y se acelere de manera descontrolada, ahí es, rayito —susurra—. Tienen que quedarse con la persona que arregle sus dias y desordene sus noches —ladeo mi cabeza al no entender lo que quiere decir, ella sonríe de manera dulce—. Cuando esten mas grandes lo van a entender, mis princesas.

Y cuanta razón tenía, aunque era una niña de dies años supo darme el mejor consejo.

—Cielo, ¿estas bien? —pregunta Lahiam pasando una mano por mi mejilla húmeda, no me había dado cuenta que estaba llorando.

Como Imanes [#1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora