18. Esto Es Lo Que Quiero.

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Aún no sé que es lo que siento, mis emociones se hacen presentes cuando estoy con ella y no es algo que suela pasarme

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Aún no sé que es lo que siento, mis emociones se hacen presentes cuando estoy con ella y no es algo que suela pasarme. Ver sus ojos desepcionados cuando negué haberme acostado con ella me hicieron sentir el mayor hijo de puta.

No lo acepté porque sé que luego ella me lo reclamaría, pero también porqué yo aun no se que me sucede. ¿Dar explicaciones? Eso jamás lo había hecho, pero con ella sentí la necesidad de hacerlo.

Le quito el helado sin dejar de besarla y me acomodo más cerca de ella, sus manos se posan en mi pecho y me separa.

—Yo... —se queda en silencio.

—¿Estás bien? Si quieres puedo irme, no haré nada que tu no queras, blondinka.

—No es eso, solo no se que pasa.

—Créeme que yo tampoco sé —concuerdo al entender porque lo dice.

Me quito los zapatos y me siento a su lado sin mediar palabra, voltea a verme y me pierdo en sus ojos.

Ella es perfecta, su cuerpo es una escultura, pero lo que más destaca son sus ojos. Podría pasar horas viéndolos y no me cansaría jamás. En un ojo encuentro la tranquilidad del mar y en el otro el caos de una tormenta. Uno celeste y el otro gris, su contraste es hermoso. Ella es hermosa.

—Me miras —rompe el silencio.

—Lo hago.

—No lo hagas más —pide.

—¿Porque no? ¿Me vas a prohibir perderme en tus ojos?

—Hoy si, si no dejas de verme te besaré.

—¿Que te detiene de hacerlo ahora mismo? —pregunto.

Como si esa fuera su luz verde, me besa. Como era de esperarse domina el beso. Se sienta a horcajadas sobre mi e intensifica el beso.

Ladeo mi cabeza para darle acceso a su lengua, sus manos bajan a mi camisa para empezar a quitármela, rompe el beso cuando es momento de tirarla al suelo.

La observo mientras se quita el pijama qué traía puesto, su mirada encuentra la mía y se acerca para volver besarme, toco su cuerpo deseando volver a verla desnuda.

Llevo mis manos al borde de sus bragas mientras empiezo a deslizarlas hasta sacarlas y me quedo viendo su cuerpo. Joder, nunca me cansaré de verla así, su silueta, delicada y curvilínea. La suavidad de su piel, me tienta  a acariciarla, como si cada centímetro contuviera un secreto por descubrir.

Tomo su cadera y la tumbo sobre la cama para colocarme encima de ella, empiezo a dominar el beso obligandola a ladear su cabeza.

Rompo la conexión de nuestras bocas y me inclino para besar su abdomen y ascender hasta sus tetas qué ya estaban sin bracier, tomo una de ellas entre mi mano y la otra me la llevo a mi boca. Su respiración se vuelve agitada, tira la cabeza hacia atrás mientras doy pequeñas mordidas en sus pezones. La siento estremecer ante mi tacto.

Me separo de ella para verla directamente a sus ojos, humedece sus labios y voltea a ver los mios. Entiendo la indirecta. Sin hacerla esperar más, me acerco y la beso.

Mis besos se intensifican, puedo sentir su cuerpo ardiendo bajo las caricias que le brindo. Llevo una de mis manos a su entrepierna y empiezo precionar dando ligeros círculos en su clítoris, dejo de besarla en la boca para descender a su cuello.

Su corazón se acelera en el momento que introduzco dos de mis dedos en su interior y sus gemidos se hacen presentes. Joder, esto es lo que quiero, quiero escucharla gemie así más seguido.

Cierro mis ojos y se concentro en darle placer, la penetro con mis dedos una y otra vez. Ella pone sus manos en mis hombros y sus piernas se cierran en mi cadera.

—¡Más! —chilla—. ¡Más rápido!

Sonrio viéndola y acelero el movimiento de mis dedos, con mi pulgar sigo acariciando su clítoris. Empiezo a sentir como se contrae. Entierra sus uñas en mi espalda mientras gimes en mi oído.

—Mierda —gime.

Saco mis dedos de su interior y sin dejar de verla, los llevo a mi boca sintiendo su sabor, ella me observa y se muerde su labio inferior.

—Espero un día me dejes probarte completa —mascullo—. Solo un poco de tus fluidos quedó en mi mano y déjame decirte que sabes malditamente bien.

Sin perder más tiempo me acomodo sobre ella y la veo directo a sus ojos, esos malditos ojos con los que fantaseo diariamente desde que los detallé bien. Le pregunto con la mirada si puedo entrar en ella, he aprendido a conocerla y sé que ella no deja que nadie tome el control en el sexo. Ella asiente como respuesta.

Tomo mi miembro en mis manos y empiezo a masturbrme frente a ella, su mirada no se desplaza a otro lado que no sea el movimiento de mi mano sobre mi verga.

Acomodo mi miembro en su clítoris y empieza a dar lijeros roces, ella jadea en respuesta. Sin más tiempo que perder ingreso de una sola estocada, arquea su cuerpo contra el mio.

Tomo sus caderas y empiezo a deslizarme una y otra vez dentro de ella. Estocada tras estocada. Llevo mi boca a sus tetas para succionar sus pezones.

—¡Lahiam! —gime.

Siento como estremece, la levanto un poco para acomodarla mejor, y luego le doy vuelta para que ella quede sobre mi.

Sin esperar, empieza a moverse, de arriba hacia abajo o en círculos. Si ella viera lo hermosa que se ve en esta posición no bajaría nunca de mi verga. Segundos después se correr, vuelvo a colocarme sobre ella y la penetro una y otra vez, sus gemidos se hacen más fuertes. Llevo mi boca a su teta y succiono cerca de su pezón. Grita mientras sigo embistiendola.

Llevo mi mano a su clítoris para darle más placer.

—Lahiam... Voy a correrme —susurra exitada.

—Hazlo, blondinka.

Segundos después siento su humedad en mi polla, sigo moviéndome en su interior para seguir dándole más, sus fluidos mojan la cama.  Poco después me corro también.

Su respiración es erratica pero una sonrisa se dibuja en su cara haciéndome sonreír también.  Nos quedamos unos minutos en silencio.

Acomoda su mano en mi pecho y me mira como su quisiera decir algo, pero no lo hace.

—¿Pasa algo? —inquiero.

—Quiero más —pide.

—Esperaba que me lo pidieras —digo volviendo a colocarme entre sus piernas.

Como Imanes [#1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora