¿Alguna vez han vivido un momento en el que el mundo parece detenerse, donde solo existimos tú y la persona que tienes frente a ti? En esos instantes, el pasado pierde importancia y el futuro deja de preocupar. Lo único que importa es el ahora, la conexión que compartimos. Y eso es exactamente lo que estoy experimentando en este preciso instante.
Lahiam sostiene mi mano con una delicadeza, sus dedos trazando pequeños círculos sobre mi piel mientras me habla de su niñez. Su voz suena cercana, sincera, y aunque intenta parecer relajado, puedo sentir un toque de nerviosismo en su sonrisa. Pero no es el tipo de nerviosismo incómodo, más bien es una mezcla de felicidad y deseo de que esta noche no termine jamás. Ambos lo sabemos: no queremos que esto acabe, no todavía.
Aquí tienes una versión más detallada y mejorada del fragmento:
El mesero se acerca y coloca un elegante pastel de chocolate con fresas frente a mí, mientras que deja un helado de chips de chocolate frente a Lahiam. La sonrisa se dibuja automáticamente en mis labios al recordar que a él no le gusta el helado.
—¿Vas a comerte eso? —pregunto con un tono burlón, levantando una ceja mientras lo observo.
—Dijiste que era tu favorito —responde encogiéndose de hombros—. Quiero saber por qué.
No puedo evitar reír suavemente. Tomo el tenedor y corto un trozo de mi pastel, llevándolo a mi boca, disfrutando del sabor que se derrite en mi lengua. Desde el rabillo del ojo, noto la mirada de Lahiam, fija en mí, aunque intenta disimularla sin mucho éxito.
En el segundo bocado, algo extraño sucede. El tenedor choca con algo duro, mi ceño se frunce mientras acerco el pastel para verlo mejor. Hundo más el tenedor, con cautela, y lo saco de nuevo, esta vez con algo brillante atrapado en los dientes del utensilio. Me quedo inmóvil, mi mente tarda unos segundos en procesar lo que estoy viendo: un delicado anillo de oro rosa con un pequeño diamante celeste que brilla bajo la luz tenue del lugar.
Mis ojos buscan desesperadamente al mesero, mi mente tratando de racionalizar lo obvio. ¿Se habrá equivocado de mesa? Miro a Lahiam, pero él ya no está sentado. Lo veo levantarse lentamente, sus ojos fijos en mí mientras se acerca.
Se arrodilla a mi lado con una calma que contrasta con el torbellino de emociones que se desata dentro de mí. Me quita suavemente el anillo de las manos temblorosas. Mi corazón late con fuerza, desbocado, mientras una mezcla de sorpresa, emoción y nerviosismo me invade.
—Hace tanto tiempo que quería decirte esto, pero el miedo a tu rechazo me paralizaba. Nunca, en mi vida, había temido tanto perder a alguien como te temo perder a ti —musita, su voz cargada de emoción. Mis ojos se llenan de lágrimas, aunque trato de contenerlas—. Estar contigo en París me hizo darme cuenta de lo increíble que eres. Me hizo ver cuánto anhelo ser amado, ser visto, y que alguien me mire con esa luz especial, esa chispa que veo brillar en tus ojos cada vez que me miras.
Las palabras de Lahiam me envuelven como si hubiera deseado escuchar esto toda mi vida. Mientras él habla, siento cómo mi corazón late más rápido, como si estuviera tratando de escapar de mi pecho, queriendo gritar lo que he sentido por él.
» Caí por ti, blondinka, mucho antes de darme cuenta. Te amo. Lo único que más deseo en esta vida eres tú: hacerte feliz, estar a tu lado, porque para mí solo existes tú —se acerca y deposita un suave beso en mis labios. Las lágrimas que tanto había contenido finalmente escapan, pero no las detengo; son lágrimas de felicidad—. En mil vidas, en mil universos, siempre serias tú. Porque aunque eres fastidiosa, dramatica y auténtica... eres perfecta para mí.
» Eres lo mejor que me ha pasado, lo más valioso de mi vida. No quiero esperar ni un día más sin poder llamarte mía, Zulema Kuznetsova, el amor de mi vida. Quiero pasar el resto de mi existencia contigo. ¿Me harías el honor de ser tu novio y tu complemento?
Cuando termina de hablar y me mira con esos ojos que parecen contener todo el universo, sé que no puedo quedarme callada. Me tomo un momento para respirar, sintiendo la calidez de su presencia a mi lado, y entonces, las palabras fluyen desde lo más profundo de mi ser.
—Lahiam... Yo también he tenido miedo, miedo de que esto, de que lo que hay entre nosotros no fuera real. Miedo de no ser suficiente para ti, de que un día despertaras y ya no vieras en mí lo que ves ahora.
Mis manos buscan las suyas y las entrelazo, apretando con suavidad, como si con ese simple gesto pudiera transmitirle todo lo que mi corazón no alcanza a decir.
—Me enamoré de tu risa, de la forma en que me haces sentir segura, como si nada malo pudiera suceder mientras estás a mi lado. Me enamoré de ti, incluso con tus silencios, tus dudas y tus defectos, porque para mí, cada parte de ti es perfecta.
Mis ojos buscan los suyos, y a pesar de las lágrimas, sonrío.
—Tú eres mi hogar, Lahiam. No importa dónde estemos, si estamos en París, en la luna o en el rincón más pequeño del mundo, mientras estés conmigo, estoy en casa, contigo quiero ser mi mejor versión. Quiero amarte como nunca imaginé que podía amar a alguien. No hay nadie más que tú, no hay otra vida en la que no te elegiría una y otra vez.
—Te amo, te amo con cada parte de mí, y no quiero pasar ni un día más sin que lo sepas. Contigo siempre será sí. Quiero ser tu novia, tu complemento, tu todo. Quiero ser la razón por la que sigas creyendo en el amor, como tú lo eres para mí.
Sin esperar más, me acerco y lo beso, con una pasión suave pero intensa, dejando que todo el amor que siento por él hable a través de ese gesto. Cuando nuestras frentes se tocan después del beso, sonrío con mis labios aún rozando los suyos.
» Yo ya soy tuya, Lahiam, desde el momento en el que me tocaste en aquella fiesta.
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Como Imanes [#1]
RomancePrimer libro de la serie Atracción y Destino. . El amor es un caos impredecible, un torbellino de emociones que a veces llega sin aviso, y no siempre estamos preparadas para enfrentar. A veces, no comprendemos cuánto amamos a alguien hasta que nos...