La Villana A La Que Había Servido Durante 13 Años Ha Caído

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Le caigo mal a Yuria.

Desde el día en que nos conocimos en la Real Academia, le he caído mal a Yuria.

- Ricardo.
- ¿Sí?
- Hay una pervertida mirándote.
- ¿Una pervertida?
- Esa chica de pelo rosa de ahí te ha estado observando desde hace un rato.
- Ah... ¿De verdad?

En el momento en que nuestras miradas se cruzan, la chica de pelo rosa gira rápidamente la cabeza.

- Es verdad.

La "pervertida" de la que hablaba la señora no era otro que Yuria, la protagonista de esta novela.

Quizá le pareció curioso que viniera vestido de mayordomo a la ceremonia de entrada, o quizá no le gustó mi aspecto, pero Yuria no dejó de robarme miradas hasta que terminó el largo discurso del canciller.

Con la cara sonrojada.
Murmurando "loca, loca".

Temía que se hubiera dado cuenta de mi locura.

¿Quién no se pondría nervioso cuando la protagonista femenina, que se convierte en una de las más fuertes del universo en la segunda mitad de la historia, te llama loco?

Pero en realidad no estoy loco.

De hecho, tengo manías como comer sopa de setas venenosas para desarrollar inmunidad o sumergirme en el aliento de Salamandra para ganar resistencia al fuego, pero no estoy loco.

Pensé que había empezado con mal pie con la protagonista femenina.

La protagonista femenina que tiene un romance con los personajes más fuertes.
Y ser el objetivo de la heroína que podía acabar con los muertos vivientes con un simple gesto al final de la historia, me hizo presentir la fatalidad el día de la ceremonia de entrada.

Después de eso, extrañamente, Yuria empezó a seguirme en secreto. Algunos días, incluso dejaba misteriosas cartas en mi zapatero.

[Hoy a las 6 PM. Nos vemos en la fuente.]

Esperando que me lincharan, me puse ropa gruesa a pesar del calor del verano y fui al punto de encuentro, pero nunca apareció nadie, un recuerdo que aún perdura.

Sucedió unas tres veces.

La fuente.
El dormitorio de las chicas.
La azotea del colegio.

Ni una sola vez llegué tarde a estos puntos de encuentro, pero todo lo que obtuve a cambio fueron viajes infructuosos. A pesar de la desagradable sensación por el esfuerzo desperdiciado, me sentí aliviado de no haber sido linchado.

Llegó una cuarta carta, pero debido a algunas circunstancias, ese día no pude acudir al punto de encuentro.

A pesar de todo, durante mi estancia en la Academia, seguí las órdenes de la dama de acosar a Yuria.

- Oh querido, lo siento mucho. Quería regar las flores, pero accidentalmente derramé vino sobre tu vestido.
- ¿Me estás llamando flor...?
- ¡Caramba! ¡La flor está hablando!

Cometí estos actos asegurándome de que Yuria fuera la menos perjudicada.

- No pasa nada. Después de todo, ¡soy una flor!
- Lo siento mucho. Tengo una particular afición por los cosmos.
- ¿Te parezco un cosmos?
- Sí~ Si fuera tan amable de darme su nombre, me gustaría ofrecerle una compensación...
- En lugar de eso, ¿puedo pedirle un baile más tarde? No tengo pareja.

Yuria aceptaba con una sonrisa feliz, como una persona sin preocupaciones en el mundo.

Efectivamente, Yuria tenía el carácter amable que se describía en la novela.