69

1.1K 183 24
                                    

En cierta habitación vacía de la mansión de Olivia.

En la oscuridad de la habitación, Hanna yacía sola, incapaz de dormir en toda la noche.

Se había ido imprudentemente con su padre.
Se había sentido decepcionada por su padre.
Y había sido rescatada por Ricardo justo ese día.

Los ojos de Hanna permanecían muy abiertos después de un día tan impactante.

Es mi preciosa discípula", había dicho.

El rostro de Hanna se calentó como escaldado por los recuerdos del día que pasó como una serie de escenas que cambian rápidamente.

"¿Qué debo hacer...?"

La imagen de Ricardo volvía una y otra vez a su mente, haciendo que Hanna pateara las mantas con frustración.

"Era increíblemente guay..."

Fue como si le ocurriera un momento sacado directamente de un cuento de hadas.

Ricardo apareció ante ella, lleno de adversidad, como un cometa que se cruza en su camino. Su descenso desde el techo fue sin gracia, pero para Hanna fue lo más genial.

Su pelo rojo revoloteando entre el polvo brillaba a los ojos de Hanna más que el sol rojo, y su porte tranquilo parecía el de un príncipe de cuento de hadas.

El tiempo parecía suspendido. Como si el mayordomo y ella fueran los únicos en aquel lugar, un escalofrío recorrió su cuerpo y su corazón se hinchó de emoción.

El mayordomo, que la miraba sólo a ella.
Y ella misma, llorando de frustración ahogada.

Ante la pesada mirada del mayordomo, Hanna no pudo evitar admitirlo.

Que lo amaba. A ese hombre.

Tumbada en la cama, Hanna se miró la mano derecha a la tenue luz de la luna que se filtraba por la ventana.

Su pequeña y delgada mano derecha.

Cuando habían salido de la mansión, el calor de Ricardo al cogerla de la mano parecía seguir allí.

Sus manos, debido a su vida como mayordomo, eran ásperas y callosas, pero Hanna no podía olvidar la calidez que sintió en ellas en aquel momento.

Es mi preciosa discípula. No puedes maltratarla tan a la ligera", había dicho.

Hanna apretó con fuerza contra su pecho la mano que aún conservaba la cálida sensación. Ansiaba sentirla de nuevo; calmaba su mente agitada.

Le gustaba tanto ese calor que desearía correr al instante hacia el mayordomo para cogerle la mano una vez más.

"Debo de estar loca..."

Hanna pensó para sí en la oscuridad.

¿Qué soy yo para él, para que haga todo esto por mí?

Ella no había dado nada a cambio.
Siempre sólo recibía.
¿Por qué la defendía sin dudarlo?

Sintió que una disculpa crecía en su interior, junto con la gratitud hacia Ricardo y la deuda emocional que seguía aumentando.

Lloro tontamente y no doy nada a cambio... He recibido demasiado".

Esta vez Hanna sintió pena por cargar la deuda de su amor sobre los hombros de Ricardo.

Sinceramente... hoy.

Hanna pensó que Ricardo daría un paso atrás.

Pensó que se aplastaría bajo la imponente presencia de su padre, diría algo pacificador y desaparecería.

La Villana A La Que Había Servido Durante 13 Años Ha CaídoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora