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"¡Maldito seas, perro! Justo ahí!!!"

-¡Groooom!

"¡Quédate ahí, he dicho!"

En la tranquila habitación de la joven de hoy.

La joven estaba jugando al pilla-pilla con Gomtang.

Hacía un mes que Gomtang había llegado, pero no había ningún signo de amistad entre ellos; ambos estaban ocupados gruñéndose el uno al otro.

Gomtang, con una tableta de chocolate sin envolver en la boca, saltaba frenéticamente sobre la cama, mientras la joven se esforzaba por atraparla.

Gomtang, la ladrona del chocolate preparado para la merienda.

La joven miró a Gomtang con una expresión de total desesperación.

"¡Pequeño gamberro! Tráelo aquí, ¡rápido!"

La joven hacía vehementes intentos por atrapar a Gomtang. A cada intento, Gomtang saltaba de la cama al suelo y, cuando se daba por vencida, volvía a subirse a la cama moviendo la cola, aparentemente disfrutando de la broma. Tal vez por imitar a su salvadora, su actuación burlona era de primera categoría.

"¡Pequeño gamberro! ¡Dámelo!"

-¡Groooom...!

Gomtang parecía burlarse de la joven.

Como el vendedor de helados turcos de su vida pasada, jugando a "¿lo cogerás? ¿no puedes cogerlo?", burlándose justo delante de los ojos de la joven hasta tal punto que incluso yo empecé a enfadarme viéndolos.

-Huff... Huff...

Gomtang jadeaba pesadamente.

Tal vez debido al engorde de su antaño escuálido cuerpo durante el último mes, Gomtang, que había sido escalado con éxito, se tambaleó y finalmente se dejó caer en el suelo.

La joven señaló a Gomtang con el dedo.

"¡No sirve de nada, Ricardo! Vamos a untarla con pasta de judías".

La joven escupió palabras amenazadoras delante de su mascota. Yo, mientras tanto, le tapé las orejas a Gomtang y le hablé a la joven.

"A nuestra adorable Gomtang, ¿pasta de judías? Se hará daño si oye eso".
"Gomtang, da igual, ¡todo son molestias!"

La joven era seria con sus ojos giratorios.

Miró a Gomtang, que se rascaba la cabeza con una mirada amenazadora, como si fuera a convertirla en sopa de oso si seguía jugando con ella.

Saqué un chocolate de entre mis ropas como ofrenda de paz para apaciguar a la joven en nombre de Gomtang, que no tenía tacto.

Al ver el chocolate en mi mano, la joven proclamó con mirada amenazadora,

"¡Un trozo no basta!".

En medio de semejante caos, fingí ceder a la honestidad codiciosa de la joven y saqué dos trozos de chocolate de mi ropa.

Al fin y al cabo, yo la había traído a casa; tenía que asumir mi responsabilidad.

Una vez que los dos trozos de chocolate estuvieron a salvo en las manos de la joven, que seguía echando humo, esbozó una brillante sonrisa y levantó el pulgar.

"¡Heh!"

¿Por qué está alabando allí?

Fui yo quien se los dio". La joven alabó, dando golpecitos junto a la cama, diciendo.

"¡Gomtang! Ven aquí!"

-¡Grooom!

"¿Eh?"

Gomtang, moviendo la cola con naturalidad, subió a la cama y depositó el chocolate robado junto a la joven.

La Villana A La Que Había Servido Durante 13 Años Ha CaídoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora