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Es una habitación familiar.

No su propia habitación, adornada con fotos de Michail en todas las paredes, sino una habitación llena de muebles sencillos.

Hace un año. Era la habitación de Ricardo.

Olivia, al despertarse en el frío suelo, dejó escapar un suspiro.

"Realmente vine..."

De nuevo al pasado.

Al principio pensó que se estaba volviendo loca, pero ahora estaba empezando a aceptarlo. Que había vuelto al pasado.

No sabía si era un castigo por haber vivido mal o un regalo de Dios que le decía que viviera bien a partir de ahora, pero la aceptación se anteponía a la negación.

Le tiemblan las manos. La escena que estaba a punto de presenciar se repitió en su cabeza, haciéndole sudar las manos.

Olivia se secó el sudor con el vestido.

Quiero huir".

Con los ojos llenos de preocupación, se miró los pies.

Piernas limpias y ordenadas.

Olivia movió los dedos de los pies.

"..."

No eran bienvenidos.

Si esto hubiera sido real, habría saltado de alegría, como la primera vez que llegó, rebotando sobre la cama. Pero ahora, el movimiento de sus piernas no era bienvenido.

Deseaba que se quedaran quietas.

Si cerraba los ojos y se daba la vuelta, todo habría terminado. Pero...

"Tengo que verlo. No puedo seguir huyendo".

Fue su elección.

Una decisión audaz porque no quería esconderse y fingir que no lo sabía. Observando los inquietos dedos de sus pies, Olivia se armó de valor y se levantó lentamente.

Eran las cuatro y cincuenta de la madrugada.

Ricardo estaba tumbado en la cama, respirando tranquilamente en su pijama azul cielo adornado con dibujos de ositos de peluche, el mayordomo dormido.

Al ver a Ricardo durmiendo plácidamente, Olivia sonrió con nostalgia.

"Que duermas bien".

Ricardo, que dormía tan plácidamente que le parecía mal despertarlo, Olivia alargó la mano para acariciarle el pelo rojo.

[Estás viendo desde la perspectiva del observador. No puedes interferir con el sujeto].

"Bien.

Entonces, e incluso ahora, la misma barrera azul le impedía tocar nada.

"Haa..."

Olivia suspiró profundamente.

La mansión tranquila.
Ese día, sólo estábamos Ricardo y yo en la mansión.

Todos los criados habían dimitido.
Yo los había echado.

En medio del silencio que envolvía la habitación, Olivia miró hacia los pisos superiores.

En ese momento, su yo del pasado probablemente estaba desplegando magia negra. Riendo como un loco mientras lanzaba el hechizo.

Y entonces...

En diez minutos más, se daría cuenta de que había fallado.

Olivia respiró hondo.
Su mano seguía temblando por la tensión.

La Villana A La Que Había Servido Durante 13 Años Ha CaídoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora