La Villana A La Que Había Servido Durante 13 Años Ha Caído

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[Todos los martes es día libre.]

-Parpadea. Parpadeo.

Una señora se frota los ojos.
Yo me froté los míos de la misma manera.

"Ricardo, creo que tengo polvo en los ojos".
"Yo siento lo mismo".

Dejando el asa de la carretilla, miré al cielo despejado. El cielo estaba despejado, sin una sola nube; habría sido un buen día para desgarrar un poco de carne...

A la señora y a mí nos quebró la voluntad el cartel que declaraba el cierre del negocio.

Nos quedamos mirando al vacío durante un minuto sin decir palabra.

La señora, con ojos temblorosos, miró el cartel que colgaba de la puerta, y yo, presintiendo que algo iba muy mal, apreté los labios con fuerza.

La señora se desplomó sobre la carretilla.

"Esto no tiene sentido".

"Está claro que el mundo intenta matarme de hambre".

La señora, con la mirada perdida en el cielo, se desahogaba con resentimiento hacia el mundo.

El suelo del carro de mano no era demasiado duro porque estaba acolchado con una estera de felpa, pero la visión de la señora maldiciendo al mundo con los ojos vacíos no tenía precio.

Si le hubieran puesto una botella de soju en la mano mientras yacía como una indigente con los brazos abiertos, habría parecido que estábamos en la estación de Seúl.

La señora murmuró, sintiendo que el mundo estaba siendo injusto con ella.

"Esto no es ni más ni menos que un abuso de la nobleza. Debería haber un juicio".
"¿Tienes dinero?"
"No."

Se deprimió aún más.

Una salida muy esperada se había convertido en un fracaso. Me había armado de valor para salir, sólo para ser recibida por un cartel que anunciaba el cierre de la tienda. Ni siquiera había preparado la cena, y ahora mis grandes planes se habían esfumado.

La señora me miró. Me pidió una alternativa. Sonreí torpemente y silbé.

Si no puedes comer lo que se te ha antojado, cualquier comida será una decepción. En una vida pasada, el director del orfanato anunció que cenaríamos pollo, pero volvió con tteokbokki en su lugar. Ese tteokbokki sabía realmente horrible porque yo esperaba pollo.

Los recuerdos de las ganas de pollo y los gemidos mientras comía tteokbokki perduraban, por lo que me resultaba difícil sugerir una alternativa.

¿No había salida?

Aparte de los amigos del bosque, ¿qué otra cosa podía saciar el hambre de la señora?

Mirando a la señora, que parecía haber perdido el sentido de la vida, le pregunté con cautela.

"¿Desea comer algo?"
"No.

La señora, visiblemente disgustada, hizo un mohín y suspiró.

"No sea así, vamos a comer otra cosa. Hasta nos ahorramos un ticket de comida, que está bien".
"..."

Reacia a volver sin más, la señora asintió levemente. Aunque el plan de cenar fuera había fracasado, la salida en sí aún no había terminado.

Pensé que no estaría mal respirar un poco de aire fresco y disfrutar de la fresca brisa otoñal mientras observaba las hojas del otoño.

Agarré el asa de la carretilla y empecé a hacer rodar las ruedas. Miré hacia atrás, preocupado por si el camino lleno de baches era duro para el trasero de la señora, pero ésta, con la mirada vacía hacia el cielo, se entregaba a una crisis vital, sin inmutarse por las sacudidas ni las paradas repentinas.