Romantikku ageru yo (Te daré romance)

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Disclaimer: Digimon Tamers no me pertenece.

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Escuchar el vitoreo de la multitud le otorgaba a la joven la adrenalina necesaria para seguir cantando. No era dulce, ni tierna, mucho menos simpática y carismática; no obstante, ese aire de chica mala les encantaba a sus fans, en especial su voz, su música, sus letras. No por nada ella era una de la idols más famosas del Japón, una chica diferente a las demás, talentosa y de una belleza natural, así como desbordante.

Quién lo diría ¿Ella una idol? De niña se hubiera reído. Todo este embrollo comenzó con un simple juego casi al terminar la secundaria. Entre Takato y Juri, bromeaban con que ella algún día se convertiría en una cantante famosa debido a su espléndida voz, así que no tardaron en inscribirla en un concurso de jóvenes promesas sin que la pelirroja se enterara. Al principio los odió por inmiscuirla sin su permiso, pero luego le fue tomando el gusto hasta que alcanzó una creciente popularidad y no tardó en convertirse en lo que hoy en día gozaba. Debía agradecerles a esos dos por atreverse a tanto.

Después de terminar su número cerrando con broche de oro entonando su sencillo más famoso, se despidió de sus seguidores deseándoles a todos una feliz navidad y un próspero año nuevo a su manera. Bajó del escenario sin dejar de sonreír, satisfecha y aliviada por concluir el evento que con mucho esfuerzo ella y su equipo estuvieron preparando por meses. A decir verdad, esto de cantar era cansado, no obstante, lo disfrutaba y le gustaba, además ya estaba acostumbrada a mostrar esa faceta en público.

Con la emoción a flor de piel, se encaminó a su camerino a cambiarse de ropa, ansiaba ya irse a pasar la noche buena con su intrépido novio. Afortunadamente, la gira había terminado y tendría unos días libres antes de iniciar de nueva cuenta su itinerario el año entrante. Todos los ahí presentes incluyendo su mánager la felicitaron por su excelente trabajo, ella simplemente asentía agradecida para enseguida refugiarse en la soledad de su camerino. Al fin un poco de paz. Abrió su guardarropa y su vista se enfocó en la fotografía que lo adornaba, sonrió acariciando la imagen del apuesto hombre que posaba junto a ella, delineó su perfil y se perdió un momento en esa mirada azulada y en aquella brillante sonrisa.

Fue inevitable suspirar por ese joven que conquistó su frío corazón, con eso en mente comenzó a quitarse el vestuario lentamente. Tan ensimismada estaba que no se dio cuenta de la persona que ingresaba sigiloso a la habitación, no fue hasta que sintió unas conocidas manos rodear su cintura y unos labios rozar la piel de su cuello y hombro. Ella cerró los ojos, disfrutando de los roces y de sus cálidos besos.

–Ryo... – susurró quedo.

El aroma varonil impregnó sus fosas nasales, aquello la embriagó, se volteó rápidamente y lo besó en esos tentadores labios.

–Que vista tan espectacular – murmuró el moreno al romper el contacto y advertir a su novia con tan solo un bonito sostén que hacían resaltar sus atributos que él ya conocía perfectamente.

La pelirroja bufó fingiendo molestia empujándolo suavemente para terminar de vestirse ante la atenta mirada del pervertido de su amado.

–¿Lista?

–Cuando quieras – le respondió sonriendo sensualmente.

Ryo la besó de nueva cuenta asiendo su cintura, luego, juntos se encaminaron a la salida. Antes de salir del lugar, el joven Akiyama se cercioró que no hubiera un alma alrededor, muchas veces los admiradores de su novia llegaban a ser muy intensos y terminaban colándose por rincones inimaginables.

Sin moros en la costa, aferró su mano enguantada con la de ella yendo al exterior. Afuera hacía frío, pero no le impedía a ninguno de los dos andar en la motocicleta del muchacho. Como toda pareja enamorada y con las hormonas al cien, aprovecharon la oscuridad de la noche para intercambiar besos furtivos y caricias fogosas. Pronto, se montaron divertidos alejándose del bullicioso auditorio a disfrutar una velada de ensueño.

–¿Estás bien? – le preguntó elevando su voz, un poco preocupado, temiendo que a su chica le calara el frio invernal.

Rika apretó su cintura recargándose en su ancha espalda.

–Me siento perfectamente bien.

El moreno respiró aliviado aumentando la velocidad, perdiéndose entre las iluminadas calles de Osaka.

Recorrieron avenidas atestadas de toda clase de adornos y luces de colores e hicieron una parada para visitar el imponente castillo de Osaka; el Ōzaka-jō, admirando las luces que iluminaban el monumento y los árboles alrededor. Degustaron de toda clase de platillos en las callejuelas de los barrios de la ciudad y así Rika pudiera pasar desapercibida sin hacerse notar demasiado. A ellos no le gustaban demasiado las aglomeraciones y preferían evitar toda clase de gentío.

En su camino, Rika nunca soltó el fornido brazo de su novio, con él se sentía segura y amada. Que afortunada se sentía a su lado, jamás creyó que aquel muchachito despreocupado fuera a convertirse en alguien tan especial en su vida, compartiendo momentos maravillosos y apoyándose constantemente en sus respectivas carreras. Además, el hombre era un completo romántico empedernido, pero no le importaba.

En cambio, Ryo no podía dejar de sentirse en las nubes cuando estaba a lado de la mujer de la que se enamoró siendo un jovencito. Con Rika nunca se aburría, se divertía mucho con ella, su relación iba viento en popa... Se sentía muy dichoso por eso.

Después de andar por casi toda la ciudad, llegaron a una solitaria colina donde las estrellas brillaban con intensidad y el paisaje se mostraba increíble, aunque la temperatura bajaba considerablemente.

–¿Tienes frío? – preguntó el castaño quitándole sus lentes oscuros y ajustándole la boina sobre su cabeza.

–Contigo nunca.

Iba a abrazarla, sin embargo, les sorprendió un sin número de fuegos artificiales a lo lejos. Uno a uno iluminaba la silueta de los dos enamorados quienes no perdieron oportunidad de acercar sus labios y besarse desesperadamente. Ambos anhelaban lo que sus cuerpos les pedían a gritos. Ser unos solo.

A la mañana siguiente, la joven pelirroja despertó envuelta en los tibios y poderosos brazos de su novio. Las suaves sábanas del futon cubrían parte de sus desnudos cuerpos, mientras que el edredón se hallaba desparramado a un lado de este. Volteó ligeramente hacia él y lo descubrió despierto, ocasionándole un adorable sonrojo. Ryo se maravilló ante aquella reacción y el bonito rostro de su mujer, capturó sus labios y ella lo recibió gustosa perdiéndose en su sabor.

–Feliz navidad, preciosa. Buenos días – le saludó con voz suave otorgándole otro beso, esta vez largo e intenso.

–Buenos días, amor. Feliz navidad para ti también – le respondió extasiada.

Cuan adicta se volvió a sus besos y a la intimidad que mantenían constantemente, pero a pesar de haber compartido la cama incontables ocasiones con ese monumento de hombre, a veces Rika se sentía pudorosa y escondía su rostro en el cuello masculino.

–¿En qué piensas que te quedaste callada?

La joven acarició ese varonil y duro torso, suspirando enamorada.

–Simplemente pienso en lo feliz y afortunada que soy al tenerte conmigo – le dijo acariciando su nuca sin dejar de observarlo – Te amo.

El tamer legendario casi salta de la emoción, cuantas veces soñó con que ella le dijera esas palabras. Ahora lo sabía con certeza, ella lo amaba al igual que él. Que maravillosa sensación, ahí recostados en el lecho luego de hacerle el amor casi toda la noche.

–Te amo igual... – la besa – No sabes cuánto... – otro beso – Te adoro... – un beso mas que fue el preludio a una lluvia de besos dando inicio a otra entrega más.

Fin.

N.A. El título de este one shot simplemente lo agregué porque anduve escuchando esa canción xD

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