FUTURO

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Disclaimer: Los personajes de Digimon Tamers no me pertenecen.

***

Después de caminar sin sentido por las transitadas calles de Shinjuku, Rika decidió que ya era hora de regresar a casa, seguramente Rumiko estaría molesta por la escena que armó en la sala de modelaje ¡Ja! ¿Pues quién se creía ella? Obligarla a ponerse ese ridículo vestido y posar para la cámara. Si, es su madre y todo, pero ya no permitiría que la usase a su antojo.

Al principio pensó que sería divertido molestarla dándole ese gusto, luego se sintió un poquito halagada porque todo el mundo afirmaba que ella tenía unas facciones muy lindas, hasta sonrió con el cumplido. Sin embargo, al ser asediada por el fotógrafo y percatarse de todos los pares de ojos que la observaban, no pudo evitar retroceder y sentirse ofuscada por tan desmedida atención. No aguantó tanta presión y empujó sin cuidado a esos pobres hombres que nada tenían la culpa ante los caprichos de su progenitora.

La verdad no lamentaba haberlo hecho, se lo merecían. Demonios ¿Cómo rayos su madre soportaba todas esas miradas y a cambio les mostraba una enorme sonrisa? ¿Por qué le insistía en participar en algo tan banal e insignificante? Para ser sincera, a ella no le gustaba en absoluto ser modelo, odiaba ese mundo y más que nada estaba resentida con Rumiko por desvivirse demasiado en ese trabajo sin sentido.

–Oye, niña – Rika se sobresaltó al escuchar de repente una ronca voz totalmente desconocida.

Miró por todos lados hasta toparse con la figura de una anciana quien se encontraba sentada en la esquina del edificio donde justamente ella pasaba. Quiso ignorarla e irse de largo, pero por extraño que pareciera, su mera presencia le atraía. Sin más, se acercó hasta quedar frente a ella y se agachó a su altura, señalándose con el dedo.

–¿Me habla a mí?

La extraña mujer asintió y le indicó silencio mirándola fijamente, enseguida sacó un montón de cartas y empezó a maniobrar una a una con destreza en el piso.

La pelirroja supo de inmediato que esa señora se trataba de una adivina, bufó molesta dispuesta a irse, odiaba a esa gente que se dedicaba a predecir el destino de las personas.

–Flashes, fama, fortuna y exquisitas ropas te esperan...

La temperamental niña se detuvo en seco cuando escuchó aquello ¿Exactamente que le estaba queriendo decir? ¿Qué se dedicaría a trabajar igual que su madre? Vaya manera de empezar a adivinar su futuro.

–Deja el orgullo, perdona, vive, ama... Tendrás inseparables amigos, amistad duradera y pretendientes a diestra y siniestra.

–¡¿De qué diablos está hablando, anciana?! – la joven Nonaka le gritó, contrariada al escuchar la palabra pretendientes.

Nuevamente la mujer le indicó silencio e ignorando los reclamos de la chica continuó con su monologo.

–¡Oh... pero que veo!

Esta vez, la pitonisa elevó su voz, asombrada ante lo que le revelaban las cartas.

–Vislumbro un hombre... – susurró de repente y Rika frunció el ceño – Ese hombre será tu amor verdadero, al principio lo aborrecerás, no obstante, con el paso del tiempo lo amarás como a ningún otro – la reina digimon casi se cae de bruces al suelo ante tales palabras – Su piel bronceada, dientes brillantes y una sonrisa que te desarmará de mil maneras...

Harta de toda esa cantaleta, Rika optó por largarse, se estaba impacientando y encima lo que le decía era absurdo y perturbador. O sea, contaba con diez años y esa loca hablándole de un hombre, amor verdadero y todas esas cosas que consideraba cursis y tontas. Además, tenía cosas más importantes en que pensar. Renamon, por ejemplo. Le preocupaba mucho que no regresara después de irse con ese otro digimon, no lo pensó mucho y en un parpadeo, Rika se fue dejando a la anciana con las palabras en la boca.

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