~VI~

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Una vez pasada la primera fase de decepción cuando uno no consigue lo que espera, sólo queda seguir con lo que se tiene: la rutina, el trabajo... Y eso fue lo que hizo Víctor al comprobar que Elisa no había hecho acto de presencia y que quizás no lo iba a hacer hasta a saber cuando.
Puede que solo quisiera ser cordial al aceptar aquella invitación y mostrarse amable, pero en realidad no pensara volver a la biblioteca a ver esos libros. Vendría a buscar su Dama del Sudario cuando estuviera disponible, regresaría para devolverlo y quizás no volviese a verla nunca más, como si nunca hubiese existido; y sólo de pensarlo Víctor notaba un pellizco en el estómago de lo más desagradable; pero a pesar de tanta cábala aquella tarde finalmente tuvo la sorpresa de una visita inesperada. 

Ya bien entrado el atardecer, la biblioteca se encontraba en calma con muy poca gente utilizando sus servicios. Era un día un tanto extraño puesto que con los exámenes a la vuelta de la esquina, años atrás por aquellas fechas las mesas se encontraban a rebosar de alumnos estudiando o haciendo trabajos; pero aquella tarde solo doce personas habían firmado en el libro de registro de entrada. Quizás el frío era una poderosa razón para que los estudiantes se quedaran en su casa hincando los codos.

En aquellos momentos Víctor se encontraba agregando en el ordenador ciertos datos en el archivo virtual del centro desde hacía un par de horas. Habían recibido nuevas incorporaciones del apartado de Geografía que debían ser registradas y asignadas con un código de registro para las entradas y salidas. Se encontraba tan enfrascado en sus ocupaciones que no reparó en la persona que se acercó silenciosa hasta su mostrador una vez más.  

-Buenas tardes-saludó Elisa suavemente siempre con un tono y educación impecables. Víctor despegó un segundo los ojos de la pantalla del ordenador y cuando se dio cuenta de que se trataba de ella, se quedó paralizado durante unos segundos.

-Buenas tardes- reaccionó con una sonrisa un tanto nerviosa puesto que después de tantos días no la esperaba allí –Al final no viniste... –le recriminó en tono de broma e inmediatamente deseó haberse mordido la lengua; pero ya lo había dicho. 

-Lo sé y lo siento- atajó ella correcta pero con semblante un tanto culpable- me fue imposible venir. He estado bastante ocupada las últimas semanas y no he tenido tiempo de absolutamente nada.

–No te disculpes- respondió Víctor cortés ya volviendo a la seriedad- ¿te puedo ayudar en algo?

-Hoy sí vengo a que me muestres los libros que me comentaste- dijo Elisa resuelta destapando una sonrisa a medias más bien vergonzosa-¿tienes ahora un momento para mí?

Víctor sonrió complacido por escuchar las palabras que tanto deseaba oír  desde hacía días. Finalmente Elisa había aceptado su invitación; se encontraba frente a él porque ella lo había decidido así, cosa que le animó y le llenó de satisfacción. -Sí, claro. Los libros están en el primer piso, así que si eres tan amable de acompañarme...

El bibliotecario salió de detrás del mostrador y le indicó a ella que lo siguiera. Subieron por las magníficas escalinatas hasta el primer piso dónde se encontraba la zona que allí denominaban terrazas. Se componía de varias hileras de estanterías antiguas en las cuales los libros se encontraban ordenados por géneros. Mientras lo hacían, él observó como su acompañante estudiaba el edificio desde aquella perspectiva. Parecía encantada admirando las molduras y las profusa ornamentación de éstas, así como los motivos vegetales que adornaban el techo, que a medida que ascendían podía contemplar con mayor claridad.

El interés de Elisa por el lugar permitió que él pudiera estudiarla a ella. Al tenerla a su lado pudo ver que ella era un poco más menuda que él, cosa que no había podido apreciar desde su posición sentado tras el mostrador. Estudió como su pelo caía lacio por su espalda recta y como sus puntas se mecían por encima de su estrecho talle, por el cual desearía posar su brazo para estrecharla contra él... 

La Sangre es VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora