~XXVIII~

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Había pasado más tiempo del prudencial en el que Julio debería haber dado señales de vida. Los tres fugitivos esperaban que se reuniera con ellos la noche siguiente a la escapada de Elisa, pero el joven vampiro no apareció.

-Me temo lo peor- murmuró Alberto de madrugada - deberíamos saber algo de él ya.

Elisa suspiró ruidosamente demostrando una impaciencia que quería tener bajo control como respuesta. -Vamos a esperar-rogó ella -Ezequiel puede haberle hecho algo, o puede que no. Quizás no se lo ha puesto fácil para que pueda escabullirse.

-Igual ha decidido irse sin ti- expresó Víctor y nada más manifestarlo y ver como Elisa y Alberto le miraban silenciosos, se dio cuenta de que eso no iba a ocurrir. -No, tenéis razón-rectificó con una sonrisa  de circunstancias.- Es demasiado psicópata para actuar así...

-Ciertamente- le secundó Elisa con cierto desprecio por el ser del que estaban hablando - y demasiado obstinado también.

-El problema está en que si no tenemos a Julio, nuestro plan de acabar con él se va al traste- recordó Alberto levantándose del sillón ya sin poder contener la inquietud- no podemos enfrentarnos a Mordekai. No tiene sentido habernos marchado para luego ir a buscarle a pecho descubierto para que nos destroce.

Elisa pensaba silenciosa mirando al suelo, silencio que se hizo extensible a todos. -Quizás haya un modo- susurró ella misteriosa- pero no estoy segura...

-¿Qué quieres decir?- inquirió Alberto mientras volvía a sentarse en el sillón alentándola a hablar.

-Como ya os conté- comenzó a exponer ella- los vampiros podemos morir definitivamente cortándonos la cabeza, cosa bastante complicada de hacer en este momento; con una estaca o un trozo de madera atravesándonos el corazón, algo también relativamente difícil. Y también por supuesto morimos con la exposición a la luz del sol durante el tiempo necesario hasta reducirnos a cenizas.

-Aha- Víctor asintió- pero a ver quién es capaz de someter a cualquiera de esos tres métodos a Ezequiel Mordekai.

-Ese es el tema- respondió Elisa- yo no tengo la fuerza suficiente como para enfrentarme cuerpo a cuerpo con él, y Julio aún menos.

-Pues no sé como vamos a hacerlo...- resolvió Alberto- porque convencerle de que lo haga igual que hiciste con Julio, ni pensarlo ¿no?

Elisa sonrió. -Que haya podido obligar a Julio es una cosa-explicó ella- pero obligar a alguien como Modekai... es tarea distinta.

-Pero ¿y si puedes?- insistió Víctor- piénsalo Elisa. Pudiste con Julio.

-Julio es un vampiro que nació antes de ayer Víctor- aclaró ella- es joven. Aunque haya sido Mordekai quien le creara, ya que el tipo de vampiro que te convierte también influye.

-¿Cómo?- cuestionó Alberto. -De eso no nos habías contado nada.

-Muchos de los dones activos o dormidos del vampiro creador pueden traspasarse de esa manera- explicó Elisa.- Es como una herencia genética vampírica. Luego a medida que pasan los años nuestros poderes se van desarrollando más...

-Ya-le cortó él- pero recuerda que tú sigues siendo más joven que Ezequiel y eludiste sus ordenes. Eso yo creo que significa algo. Quizás él no tiene el poder de obligar a otros vampiros, o tu tienes el don de que no te pueden obligar...

-De todas maneras no es lo mismo poder zafarme de la obligación de un vampiro que obligarle yo a él- le recordó ella seria- son cosas muy distintas. Igualmente aunque estés en lo cierto, no podemos presentarnos allí y probar a ver qué pasa. Sólo tenemos esta última oportunidad: Una oportunidad para vivir o para morir.

La Sangre es VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora