~XXVII~

37 7 6
                                    



Alberto metió la llave en la cerradura y la hizo girar lo más sigilosamente posible sintiendo como la tensión gobernaba el ambiente y a ellos mismos. La excitación de haber escapado, el miedo de que Mordekai les diera caza, las consecuencias que podría pagar Julio... Alberto se giró a Elisa y le dijo: -Que sepas que te invito a entrar.
Ella le sonrió cansada y le contestó con una sonrisa.
-Gracias.

Fue abrir la puerta y entraron los tres sin dilación alguna, cerrando Víctor la puerta tras de sí, respirando con un poco de alivio. Alberto tiró las llaves sobre la mesa de centro del comedor que se encontraba al fondo del pasillo y se dejó caer literalmente sobre el sillón a peso muerto.

Elisa tomó asiento en el sofá y Victor junto a ella. Los tres presentan un estado de agotamiento psicológico importante. -Chicos, no os puedo agradecer lo suficiente todo lo que estáis haciendo por mi- dijo Elisa mirando a Alberto y dándole la mano a Víctor para finalmente volver la vista también a él. -Estáis arriesgando mucho y me siento en deuda con vosotros. No sé como podré pagaros todo esto.

Alberto negó con la cabeza. -No tienes que pagarnos nada ni devolvernos nada, Elisa.

-No hay elección posible-añadió Víctor apretándole suavemente la mano- yo al menos no la tengo. No quiero volver a vivir lo de la otra noche nunca más-continuó- ver como ese ser te hacía daño y no poder ayudarte... La impotencia que sentí creo que ha sido una de las peores vivencias que he sentido, incluso más que el miedo a perder mi propia vida.

-Lo sé- respondió ella mirándole a los ojos enternecida. - Yo también la sentí cuando vi a Mordekai hundir sus dientes en tu cuello, fue algo... indescriptible.

-Rompiste su obligación- le recordó Víctor como si fuera algo que no podían olvidar. -Te dijo que te quedaras quieta mirando y pudiste zafarte de su orden.

-Sí-respondió ella reflexionando en voz alta- jamás pensé que fuera capaz de hacer eso. Y luego con Julio...

-¿Cómo estará ahora?- preguntó Alberto retóricamente al aire sin esperar respuesta.

-Muerto- resolvió Elisa mirándole con una media sonrisa -o al menos lo estará hasta más allá del anochecer de hoy. Pero temo lo que le pueda hacer Ezequiel. Se pondrá furioso cuando vea que he logrado escapar...

-No pensemos en eso- zanjó Víctor dejando claro que era un tema en el que no quería hacer demasiado hincapié. -Es algo que ya escapa a nuestro control. Mordekai es imprevisible.

-Bueno creo que deberíamos quizás descansar un poco - comunicó Alberto levantándose para seguidamente dirigirse a Elisa - ven. Te enseñaré donde puedes descansar hasta el anochecer.

Elisa le sonrió levantándose al ver que el que ya consideraba su amigo, había pensado en aquel pequeño gran detalle. -Gracias Alberto. Debe de estar a punto de amanecer. Me hubiera gustado darme una ducha después de tantos días encerrada en esa cripta mugrienta- suspiró agotada- pero el cansancio y el sol, apremian. - se volvió a Víctor y se agachó a besarle en los labios. -Buenas noches.

-Buenas noches- respondió él acariciando levemente su cara para ver como desaparecía después por el oscuro pasillo tras Alberto.

✩ ✩ ✩

Había pasado más o menos una hora desde que Elisa se había encerrado en la habitación del fondo. Víctor y Alberto estaban juntos en el comedor en silencio, sentados en el sofá agotados pero sin poder dormir.

-Los nervios me pueden- anunció Víctor- soy incapaz de pegar ojo.

-Me pasa igual- confesó su amigo- y ya no por lo que hemos hecho, que tiene tela, sino que... bueno. Sufro por Julio.

La Sangre es VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora