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Víctor abrió los ojos lentamente y comprobó que la luz del sol había tomado casi por completo su habitación atravesando los pequeños orificios de su persiana medio bajada.

Hacía como dos años que Amelia se encargaba de abrir ella sola los sábados por las mañanas, puesto que en fin de semana sólo funcionaba ese día hasta las dos.

Al ser consciente de ello suspiró a gusto y se puso boca arriba en la cama gozando de los primeros momentos del despertar. Se sentía cansado y con una extraña sensación como de resaca.
Con un perezoso gesto, estiró el brazo cogiendo el móvil que estaba sobre la mesilla de noche y comprobó que tenía dos mensajes de texto. Uno era de Alberto.

"¿Qué tal ha ido tu cita en el cementerio con Elisa?"

Víctor sonrió satisfecho y se apoyó en la almohada recordando el encuentro de la noche anterior. Un escalofrío de placer recorrió su cuerpo al revivir los besos y caricias de los que habían disfrutado mutuamente hacia unas horas. Tantos meses deseando que llegara aquel momento y finalmente había sucedido.
Se sentía feliz y se moría de ganas de volver a verla, de estar con ella, de tocarla... Aunque a su mente volvió con pesar el desenlace de la velada y los secretos de Elisa; pero pensó que no había tampoco que obcecarse, acababan de conocerse y en cierto modo era normal que ella no confiara del todo en él
sobretodo si lo que tenía que contarle era de cierta envergadura; aunque una pequeña alarma interior parpadeaba sordamente avisándole de algo a pesar de que Víctor intentara ignorarla. Se lo tomó como el precio que tenía que pagar por estar con ella, al menos de momento.

Entonces la felicidad floreciente se vio algo truncada cuando descubrió atónito que el otro mensaje pertenecía a María.

–No puede ser-murmuró para sí un poco más despierto por la sorpresa.

Leyó el mensaje unas cuantas veces más todavía amodorrado, pero seguía sin dar crédito de que precisamente María hubiera elegido aquel momento para escribirle, cuando acababa de estar en brazos de otra mujer.

"Hola Víctor. Espero que estés bien. ¿Cuándo te apetece quedar para hacer un café?"

Suspiró profundamente y se quedó contemplando de forma grave la pantalla del teléfono.

No debía alargar más aquella situación. Ninguna de las dos se lo merecía así que pensó en atajar lo más pronto posible el tema, meditó qué contestarle y finalmente le escribió:

"Hola María. Mañana por la tarde si quieres".

Y le dio a "enviar". Se quedó mirando el móvil pensativo y finalmente hizo lo que en realidad le apetecía hacer desde que se había levantado: mandarle un mensaje a Elisa.

"Me muero de ganas de volver a verte"

Pensó en que le hubiera gustado despertar a su lado; abrir los ojos y ver su cuerpo pálido dormido a su lado, no como en aquel momento en que tenía la absurda sensación de cómo si todo hubiera sido un sueño y el hecho de solo pensar que cabía la posibilidad de que no hubiera sucedido en realidad el episodio de la noche anterior, le produjo cierto desasosiego.

Se incorporó de la cama y se dirigió a la ducha, abrió el grifo y mientras dejaba que el agua caliente le cubriera por completo se relajó pensando en que tenía que zanjar su relación con María para ser completamente libre de forma honesta y poder estar con Elisa como sentía que debía hacer.

Ella era la que había dejado el piso, pero la situación en la que estaban no podía alargarse eternamente; y desde luego Víctor tenía claro que después de haberse cruzado a Elisa en su camino, su relación con María no iba a ningún lado. Así que salió de la ducha convencido de que le explicara lo que le explicara ella, él iba a dejar la relación.

La Sangre es VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora