~XXIII~

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Alberto se presentó en el piso tan rápido como pudo después de recibir la llamada de Víctor. La escena que se encontró fue dantesca: el comedor estaba un tanto revuelto con alguna silla caída pero lo primero que detectó casi instintivamente fue el sofá de su abuela manchado con un líquido oscuro que empalagaba el ambiente del comedor, creando una atmósfera densa y pastosa que casi podia paladear en su boca. Luego estaba su amigo Víctor, que se encontraba empapado como si él hubiera asesinado a alguien y posteriormente regodeado de ello echándose la sangre de su víctima por encima.

Corrió al lado de él y se agachó estudiando el estado de su amigo, el cual parecía saludable, al menos físicamente aunque su cara era el fiel reflejo de la preocupación. -¡Víctor! ¿Estás bien? ¿¿Cómo ha pasado??

Su amigo agachó la cabeza abatido y suspiró impotente. -Soy un gilipollas- susurró con rabia contenida.

-No podías saberlo- salió al paso Julio- no te hagas mala sangre. No tienes la culpa de nada de esto.

-Contádmelo todo ahora mismo- sentenció Alberto.

✩ ✩ ✩

Víctor le relató los acontecimientos tal y como habían sucedido hasta que perdió el sentido, para luego continuar la historia Julio.

-¿Y tú cómo sabias lo que iba a hacer Mordekai?-le interrogó Alberto acusador. No se fiaba de Julio y no tenia ningún problema en no disimularlo. El joven vampiro le miró largamente pero finalmente le contestó de forma calma y pausada.

-Hablasteis delante de Mordekai de que tu - le señaló acusador con el dedo- le llevarías el minino a Víctor hasta aquí. Y él simplemente me trasladó vuestros planes, así que sabia dónde buscaros.

-¿Él te contó que Víctor y Elisa estaban aquí?- cuestionó Alberto.

-Obviamente- respondió Julio sin pestañear - si lo atrapabas y te lo traías, que yo supiera donde encontrarle. Y naturalmente para que solucionara lo que pudiera pasar aquí.

-¡¿Solucionaras?! ¡¿Eres el que limpia el rastro de ese malnacido?! ¿¡El que te deshaces de los cadáveres que Mordekai va dejando tras de sí?!- continuó cada vez más enfadado Alberto increpándole.

-Ya vale- cortó Víctor intentando apaciguar los ánimos.

-Nos podía haber avisado de que ese inmundo gato era Mordekai- saltó Alberto encendido levantándose- ¡Nos podía haber dicho que estaba al tanto de todo lo que habíamos planeado! ¡Todo esto se podría haber evitado! ¡Si se hubiera demorado en venir, ESTARÍAS MUERTO!

Víctor agachó la cabeza. -Sí, pero llegó a tiempo. Esa no es la cuestión. Si Julio no me hubiera dado su sangre, yo ahora estaría muerto- respondió aclarando la situación- tal y como Mordedkai espera que esté en estos momentos.

Alberto tenía razón en su ira y sus sospechas, pero Julio también hizo algo muy importante por él. No podía eludir aquel pequeño gran detalle.

-No hubiera llegado tarde a salvar a Víctor porque quiero ayudaros - anunció el vampiro tímidamente pero firme. -Sabía qué tenía planeado Mordekai y por eso vine aquí. No a limpiar el desastre-aclaró mirando a Alberto retador para luego mirar a Víctor de forma honesta. - He estado pensando mucho desde aquella noche en casa de Elisa y creo que hay que pararle los pies a Ezequiel.

-¿Y por qué ese cambio?- cuestionó Alberto que no le importaba en absoluto que Julio siguiera notando que no se fiaba de él - ¿Por qué tenemos que creerte?

Julio tragó saliva y se humedeció los labios.

-Porque tenéis razón. Porque él me arrebató mi vida, me arrancó de mi pueblo, de mis padres, de mis amigos... me dio otra, es cierto, pero yo no le pedí esto. Tampoco nunca me dijo que Ilsa... -se detuvo para rectificar- Elisa, estaba viva. Me siento como un títere que maneja a su antojo para hacer daño a la poca gente que quiero y que me queda... que sois vosotros.

La Sangre es VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora