El sonido del timbre despertó a Víctor haciéndole abrir los ojos de golpe. Se miró el reloj de muñeca y comprobó que eran las siete y media de la mañana.Desperezándose, pasó la mano por encima de la superficie de la cama en el lugar que había estado Elisa unas horas antes para luego escabullirse a su habitación ciega como todos los días.
Un segundo timbrazo le hizo despertarse del todo, incorporarse y bajar corriendo las escaleras para abrir la puerta de la entrada: tras ella se encontraba Alberto.
-Buenos días- le saludó sobrio entrando en el recibidor. No hacía mucho que había tomado una ducha luciendo el pelo aún mojado mientras desprendía una fresca combinación de colonia y jabón.
-¿Ha pasado algo?- cuestionó su amigo aun frotándose los ojos quitándose el sueño, mientras Alberto silenciosamente se metía una mano en el bolsillo y sacaba un manojo de llaves que puso frente a su rostro:
-Tu nueva casa- le explicó escueto- sé que no es esto... pero Villa Aclis deja el listón muy alto. Víctor enarcó las cejas sorprendido por la rapidez con la que se sucedían los acontecimientos.
-¿El piso de tu abuela?- cuestionó cogiéndoselas para contemplarlas en su mano.
-Sí- afirmó Alberto- os tenéis que ir esta noche. Vamos que, en cuanto Elisa se despierte os largáis de este pueblo para siempre.
Víctor miró fijamente el rostro decidido de su amigo. Para siempre sonaba con una cierta envergadura pero ya estaba todo hablado. -¿Y tú que vas a hacer?- preguntó para evadirse de sus pensamientos.
El muchacho se encogió levemente de hombros.
–Hoy solucionaré cuatro cosas en Infiernos y mañana me iré también a la capital.–Vente con nosotros- propuso Víctor con cierto tono suplicante. En cierto modo se sentía culpable de que su amigo se viera envuelto en aquella vorágine de locura y vampiros, para terminar marchándose también de su pueblo natal.
Alberto le respondió con una leve sonrisa un tanto triste que Víctor la reconoció como un gesto para quitarle hierro al asunto.
– ¿Quieres que os haga de carabina? mejor que no... Además, los vecinos me reconocerían. Iros los dos y yo ya me buscaré la vida. Tenemos hoy y mañana antes de que Mordekai descubra que ya no estáis en Infiernos. Sed discretos, no sabemos si tiene a alguien vigilándonos.
-Creo que está sólo con Julio- comentó Víctor pensativo- las otras veces que le hemos visto iba solo.
-Bueno no hay que confiarse- insistió Alberto- llevaos lo más imprescindible esta noche y mañana si os habéis dejado algo os llevaré el resto yo. Coge un par de mudas, los utensilios de aseo y poca cosa más. En el piso hay de todo: toallas, sabanas... Si no pasas por tu casa mejor. Deduzco que aquí tienes de todo.
Víctor asintió, pero de pronto le vino algo a la cabeza que le mutó el rostro.
-¡Radcliffe!- exclamó de pronto- tendríamos que llevárnoslo.
-¿El gato?- cuestionó Alberto con cara de circunstancias- ¿cómo puedes pensar en el gato en un momento así? Bueno, no te preocupes, mañana te lo acerco.
–Gracias- sonrió Víctor aliviado- le he cogido cariño... además no puedo dejármelo encerrado en mi casa indefinidamente. Ya pensaré que hago con él.
Alberto hizo un gesto de asentimiento con la cabeza aceptando lo que su amigo le decía. -¿Qué vas a hacer con el trabajo de la biblioteca?- inquirió- no puedes irte así de un día para otro.
–Sinceramente, no lo sé- respondió Victor mirándole fijamente como si así pudiera encontrar una repuesta.-Sólo se me ocurre por lo pronto coger la baja y luego ya veré. Mañana llamaré para decir que no me encuentro bien, y contactaré uno de estos días con el ambulatorio inventándome yo que sé qué. Luego ya veremos que hago.
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La Sangre es Vida
VampireA principios de los noventa, en un pequeño pueblo de carácter rural, comienzan a pasar sucesos inexplicables coincidiendo con la llegada de una misteriosa forastera...