~XIX~

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Llegó el fin de semana después de cinco días muy intensos y llenos de emociones para Víctor y Elisa. La aparición de Ezequiel les había alterado sobremanera tanto a ella como a él.

Víctor vivía con la sombra de la duda, pensando que tras cada estantería se iba a topar con los ojos amarillentos del vampiro con objeto de hacer cumplir sus amenazas. Sentía una mezcla de sensaciones que nunca había experimentado: le odiaba y le temía; le admiraba y le asqueaba. Ezequiel para Víctor era aquel antihéroe de novela decimonónica de la que tantas veces se había empapado; era un Drácula moderno de carne y hueso.

Como todos los fines de semana, Víctor se presentaba en casa de Elisa sobre las siete de la tarde a esperar que el sol se pusiera y su dama bajara las escaleras, respirando aliviado de verla de nuevo. Aquel sábado no fue distinto;  abrió la puerta con el llavín que había oculto bajo el felpudo y entró en la casa. Todo estaba en calma y en silencio como siempre, así que se dirigió al comedor y se sentó en el sofá a esperar a Elisa. Sacó su móvil del bolsillo y estuvo consultando el correo y sus redes sociales.

Estaba tan ensimismado que no se dio cuenta cuando una mano sacó la llave de bajo la alfombra de la entrada y la insertó en la cerradura para posteriormente entrar en la casa. La tenía casi encima cuando Víctor sorprendido advirtió una nueva presencia junto a él dentro de la casa.

-Víctor- gimió María abalanzándose sobre él en el sofá. Buscó sus labios en un intento de besarle y sorprendido, intentó quitársela de encima.

- ¡María!- atinó a decir cogiéndola por las muñecas sorprendido-¿¡qué haces aquí?!

-He venido a buscarte-musitó ella como ida con los ojos vidriosos e inexpresivos- me dijo Alberto que te encontraría aquí- y de nuevo se lanzó a besarlo mientras Víctor intentaba zafarse de ella.  -Víctor te amo- susurró ella con la mirada perdida- y sé que tú también me amas.

-¡Estás loca!-exclamó el muchacho ofuscado intentándola controlar-¿¡Como te presentas en ésta casa para esto?! María, ¡lo nuestro se acabó!

Ella se quedó callada y quieta un momento mirándole fijamente pero sin verle y se levantó para comenzar a desabrocharse la camisa ante un Víctor cada vez más asombrado.

-¡María! ¿¡Pero qué estás haciendo?! ¡Para, por dios!- exclamó no queriendo alzar demasiado la voz.

-¿¡QUÉ PASA?!- gritó ella- ¿¡No quieres que nos oiga tu novia?!

Finalmente Víctor se levantó del sofá y la agarró por los brazos intentando detenerla.

-María, vete de aquí. Por favor te lo pido. Lo hemos hablado y ya te he dicho que no quiero nada contigo y si viene Elisa y nos encuentra así me vas a buscar un problema. Y tú no quieres eso ¿verdad?

María lo seguía mirando con los ojos vacíos como si estuviera drogada y al momento comenzó a llorar amargamente. -¿Eso soy para ti?- cuestionó sollozando- ¿¡un problema?!¡¿Yo te amo más que a nada en este mundo y yo soy sólo un problema para ti?!

De un rápido movimiento se zafó de las manos de Víctor que la sujetaban y en un segundo sacó una tosca navaja que guardaba escondida en uno de los bolsillos traseros de su pantalón para seguidamente cortarse ambas muñecas.

-Ahora sí tienes un problema- susurró con voz ronca totalmente desconocida en ella una María de forma desafiante mientras le mostraba a su acompañante las manos y como le empezaban a sangrar manchando el suelo de madera creando un charco cada vez más grande.

-¡¿TE HAS VUELTO LOCA?!- gritó Víctor cogiéndole el cuchillo de la mano y lanzándolo lejos. Se quitó el jersey de un rápido movimiento y la obligó a sentarse en el sofá, intentando hacer un improvisado vendaje en las muñecas de la muchacha. -¿¡Por qué has hecho esto, María?!- jadeó Víctor apretando los nudos sobre las heridas mientras jadeaba desesperado, nervioso y asustado.

La Sangre es VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora