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- ¡Mamá! ¿Has visto mis apuntes de historia? - gritó Mai mientras entraba en la habitación de su madre, la única estancia de la casa que le faltaba por revisar-.

- ¿Otra vez los has perdido? Ya veo cómo estudias... - le reclamó Meena desde el pasillo-.

Mai fue directa a la única mesa de la habitación. Facturas, papeles de revisiones médicas, una carta del banco y... ¿un cuaderno titulado "canciones para Aoom"?

La chica frunció el ceño extrañada y cogió la pequeña libreta que no había visto nunca. Cuando se dispuso a abrirla, una mano se la quitó con un movimiento brusco.

- Dame eso.

-¿Qué... - empezó a preguntar Mai, viendo como su madre retenía el cuaderno contra su pecho-.

- ¿Pero cómo van a estar tus apuntes en mi cuarto, peque ? ¿Tengo edad yo de estudiar? - preguntó Meena con una sonrisa tímida, ignorando la pregunta que se disponía a emitir su hija-.

- Ya he buscado por toda la casa y no encuentro las hojas por ningún lado. Solo me faltaba mirar aquí.

- Están en el cajón de tu escritorio, cariño. Te los guardé ahí porque los dejaste tirados en medio de la cocina. Estoy harta de decirte que tengas cuidado con tus cosas, y más si son apuntes...

Pese a la reprimenda de Meena por el desorden, su hija no la estaba escuchando sino que tenía su mirada fija en la libreta que la otra sostenía entre sus manos.

- ¿Quién es Aoom? - la pregunta de Mai dejó muda a Meena, quién desvió la mirada antes de responder-.

- Nadie.

- No creo que sea nadie si tienes...

- He dicho que no es nadie, Mai - la cortó Meena tajantemente-. Ponte a estudiar, que estás a nada de los exámenes finales y te veo muy relajadita.

- Pero, mamá... - intentó retomar la conversación Mai, pero Meena salió de la habitación con el cuaderno en la mano, sin dar pie a nada más-.


Mai leía por décima vez las páginas referidas a la guerra civil que se había propuesto aprenderse esa tarde, pero en realidad en su mente solo daba vueltas un pensamiento: Aoom. ¿Quién sería y por qué se había comportado su madre de esa manera tan extraña?

Repasaba mentalmente a todos sus familiares y a las pocas amigas que tenía su madre.

No era raro que Meena tuviera libretas con canciones, pues de sobra sabía que era su mayor hobby. Ella misma contaba con un montón de temas que la morena le había compuesto desde que era un bebé, pero estaba bastante segura de que no había ninguna persona cercana a su progenitora que se llamara Aoom.

O al menos que ella supiera.

Necesitaba volver a tener ese cuaderno en sus manos para ver de qué se trataba y encontrar alguna pista.

Lo más lógico sería intentar hablarlo de nuevo con Meena pero, viendo la reacción que tuvo cuando la pilló con el objeto entre sus manos, descartó esa opción. Debía investigarlo por su cuenta.

Mai aprovechó una tarde en que su madre se encontraba trabajando en el bufete de abogados para registrar su habitación en busca de la libreta que le quitaba el sueño.

Finalmente, después de rebuscar en todos los rincones, terminó encontrándola detrás de una caja de zapatos en lo más alto del armario. Meena la había escondido a conciencia para que no diese con ella, lo cual solo aumentó su curiosidad.

Mai abrió impacientemente el cuaderno para encontrar infinidad de páginas en las que se plasmaban diversos escritos en forma de versos. También había acordes para guitarra e indicaciones para tocar las canciones a piano.

La chica prestó especial atención a las letras allí escritas, pues era de lo que podría extraer mayor información, ya que en ninguna página se daban datos ni pistas claras sobre quién podía ser la misteriosa Aoom.

Los textos, de calidad exquisita tal como acostumbraba Meena, hablaban de amor. Y, en mayor medida, de desamor. Pese al uso de complejas metáforas, Mai creyó entender que su madre escribía sobre algo que pudo ser y no fue, algo que la había hecho sufrir y sentir a partes iguales. Sentimientos como nostalgia, melancolía e incluso tristeza y frustración colmaban las páginas del misterioso cuaderno. Pero también encontró allí las más bellas palabras de amor que había leído nunca.

Mai se preocupó de dejar la libreta tal como la había encontrado para evitar que Meena descubriera que no se había resistido a querer saber más.

Era consciente que, de enterarse, su madre se enfadaría con ella. Meena era la mejor madre del mundo, de eso no tenía dudas, pero, a decir verdad no solía compartir con Mai sus vivencias más íntimas.

Desde que sus padres se separaron de manera amistosa hacía más de cinco años, Meena no había conocido a nadie más ni tampoco le había hablado nunca de que hubiera habido otra persona antes de su padre.

Ese cuaderno parecía añadir a alguien más a la ecuación, haciendo que Mai sintiera que sabía demasiado poco sobre el historial amoroso su madre.

Era el momento de empezar a averiguarlo.

Holaaaaa espero q os gusteee está adaptación 🫶🫶

MAI | MEENBABEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora