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Meena boqueaba intentando recuperar el aire cuando la castaña atacó su boca con descaro, haciendo que probara su propio sabor.

- Eres una diosa - susurró Meena-.

- Y tú eres irresistible.

- No sé si estaré a la altura... - un halo de inseguridad cubrió de repente a la pelinegra, que se sentía increíblemente inexperta ante Aoom-.

La castaña negó con la cabeza, la besó y llevó su mano, junto a la suya, hasta su sexo.

- Estoy así por tu culpa, no creo que te sea muy difícil hacerme explotar, Meena.

Ciertamente, los dedos de ambas resbalaban por la humedad que emanaba el sexo de la castaña.

Meena no pudo evitar llevarse la unión de sus manos a los labios, para probar su sabor.

Ambas jadearon ante la sensación de la lengua cálida de la pelinegra fusionándose con la esencia de Aoom.

- ¿Qué quieres hacerme, Meena? - preguntó la castaña con la voz ronca dadas las circunstancias-.

- Me muero por probarte - confesó la pelinegra, cambiando su posición para poder llevar a cabo su deseo-. La Meena del pasado se quedó con muchas ganas de hacer esto.

La pelinegra abarcó de un lametón todo el centro de la castaña, sin dejar de mantener contacto visual con ella. El cambio de expresión en la cara de la otra la excitaba y a la vez la ayudaba a dirigir los movimientos de su lengua con mayor acierto.

- Así, Meena - apremió Aoom cuando la más alta dibujaba patrones circulares en su punto más sensible-.

Meena obedeció e incorporó dos de sus dedos a la ecuación, mientras la mano restante se apoyaba en el muslo de la castaña, dejando marcados sus dedos.

Aoom notó como sus músculos se tensaban gradualmente hasta finalmente llevarla al borde del abismo.

Un suave mordisco en su necesitado clítoris desató un orgasmo descomunal que Meena intentó alargar al máximo, continuando con sus atenciones hasta que la castaña se desplomó sobre el colchón sin dejar de gruñir su nombre.

La pelinegra escaló por el cuerpo exhausto de la otra hasta llegar a la altura de su cara. Se tumbó a su lado y besó su sien mientras paseaba los dedos por su torso.

Aoom la miraba con una sonrisa en la cara que contagió rápidamente a Meena. Ninguna de las dos pudo evitar querer llenar de besos esa expresión de felicidad.

Las chicas respiraban en silencio, mirándose y acariciándose con la punta de los dedos, como si de repente el cuerpo que tenían al lado llevara el cartel de frágil.

- Tengo muchos tatuajes nuevos que aprenderme - observó Aoom mientras repasaba con sus dedos los trazos de tinta que adornaban la zona de las costillas de la más alta-.

- Yo también, alguno que otro ¿no? - contestó Meena, buscando con el índice el corazón roto tatuado entre los pechos de la castaña-.

- Meena... - la llamó la castaña, sin ánimo de decir nada más-.

- Quiero hacerte el amor otra vez, pero también quiero quedarme así toda la noche...

- Es que quieres muchas cosas, Meena - la picó-. Y todo no se puede.

- Tidi ni si piidi - la imitó la pelinegra, para después atrapar sus labios-.

Meena fue subiendo sus manos por el torso de la castaña hasta llegar a su pecho, en el que dibujó círculos suaves alrededor del pezón.

- Tú querías saber cómo me tocaba yo pensando en ti, ¿no? - recordó-.

- Sí - afirmó Aoom en un susurro cargado de expectación-.

- Pues era más o menos así... Con una mano me encargaba de las tetas, las masajeaba y pellizcaba mis pezones hasta que estuvieran duritos.

- Meena... - jadeó la castaña, la combinación entre el relato susurrado directamente al oído y las manos de la pelinegra haciéndolo realidad sobre su cuerpo, la encendió demasiado-.

- Con la otra mano, ésta - le mostró la mano tatuada y la llevó a la boca de la castaña, que no dudó en usar su lengua para humedecer los dedos índice y corazón que la pelinegra tenía en alto-. Eso es, exacto, la lubricación es muy importante.

Meena llevó entonces los dedos húmedos a la parte baja del abdomen de Aoom y los fue arrastrando hacia abajo hasta encontrarse con su clítoris.

La castaña no pudo evitar soltar un sonoro gemido cuando la otra presionó con sus dedos ese punto.

- Shhh. Yo hacía todo esto calladita, no hay que ser escandalosa cuando no vives sola - informó dejando un húmedo beso en su boca-.

La castaña hizo caso omiso y siguió expresando su placer a través de jadeos cada vez que los hábiles dedos de la más alta hacían mella en su parte más sensible.

- En este momento, cuando los deditos de los pies se encogen inevitablemente y sientes ese pinchazo, introducía los dedos en mi interior. Así - la pelinegra acompañó sus palabras con hechos, y la penetró a la vez que mordía el lóbulo de su oreja-.

- Meena, me vas a matar - susurraba Aoom entre jadeos, dado que, aunque las palabras las susurraba con extrema tranquilidad, los movimientos de la pelinegra eran certeros, duros y a un ritmo que aumentaba vertiginosamente-.

- Ahora es cuando te imaginaba desnuda entre mis brazos - relató sin disminuir la intensidad en sus embestidas-. A veces tu torso enmarcado por las olas del mar, a veces tu culo adornado por la luz de la luna, a veces tu mirada llena de deseo. Y a veces tu cara al correrte.

Meena arqueó sus dedos en el interior de Aoom, llevándola a un orgasmo que la hizo estallar, gritando de nuevo su nombre.

- Exactamente esta cara - susurró la morena cuando Aoom abrió de nuevo los ojos y se encontró con su pícara sonrisa a un milímetro de la suya-. Mi favorita.

Aoom agarró las mejillas de la morena para después invadir con fiereza su boca, en un beso sensual que fue ganando en ternura poco a poco.

Meena se separó de esos labios tentadores y optó por recostar su cabeza en el pecho de la castaña, donde los latidos de su corazón, esforzándose por volver a su frecuencia habitual, le sacaron una sonrisa.

Aoom acariciaba el pelo de la más alta en silencio, buscando las palabras adecuadas para todo lo que le había hecho sentir.

No las encontró, por lo que se decidió por decírselo con la mirada. Tiró del mentón de la morena para dedicarle la mejor de sus sonrisas, con los ojos iluminados.

Meena sonrió en respuesta y se incorporó para besar su nariz.

- ¿Te ha gustado? - preguntó la pelinegra con una tímida sonrisa-.

- Me ha encantado, Meena.

La pelinegra mostró todos sus dientes ante la afirmación de Aoom y a ésta no le pudo parecer más tierna su reacción.

- Me has dejado cansadita - admitió con un puchero la castaña-. ¿Me abrazas y dormimos un ratito?

- Claro.

Aoom se colocó de lado y Meena la abrazó por detrás pegándose a su cuerpo. La castaña unió sus manos a las de la pelinegra, que reposaban en su abdomen.

Meena no estaba segura de si iba a poder dormir. Se dedicaba a disfrutar del momento, a recrearse en la sensación de notar el cuerpo de la más pequeña pegado al suyo y a dejar tiernos besitos en la nuca y hombros de la otra, que se le antojaban irresistibles desde tan cerca.

Me muero de amorrr con estas cosas🫶🫶🥲

MAI | MEENBABEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora