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- ¿Vegetariano, Mai? - preguntó Meena extrañada al ver el cartel del restaurante-. ¿Desde cuándo no comes tú carne?


- Lo he elegido porque en internet pone que es lo más. Hay que innovar, mamá.

- No, si me parece genial. A ver qué tal.

- Te va a encantar, seguro.

- ¿Entramos? - preguntó Meena y Mai asintió, tomando la delantera-.

- Buenas noches, tengo una reserva a nombre de Mai - anunció la chica al llegar al mostrador del restaurante-.

- Sí, correcto - confirmó el recepcionista-. Mesa para dos. Pase al fondo, la están esperando.

- ¿La están esperando? - susurró Meena-. ¿Quién?

- Se habrá equivocado - restó importancia Mai, y siguió avanzando tirando del brazo de su madre-.


Efectivamente, en la mesa del fondo se encontraba Aoom sentada de cara a ellas. Mai sonrió al verla y supo que su madre también la había visto cuando se quedó totalmente clavada en el sitio y se soltó de su agarre, cuando ya solo faltaban unos metros para alcanzarla.


- No - fue todo lo que salió de su boca-.


En cuanto Meena fijó sus ojos en la mesa del fondo, topándose con la castaña a la que reconocería en mil y una vidas, sintió como si un rayo paralizara su cuerpo totalmente. La incredulidad y el pánico se adueñaron de ella, aunque mantuvo su mirada clavada en aquellos ojos dorados que la miraban con una expresión que no podía descifrar.

La pelinegra salió del trance unos largos segundos después y se giró entonces hacia su hija.

- ¿Qué es esto? - demandó visiblemente alterada-.


- Una cena para dos en la que yo sobro - anunció Mai-.


- ¿A ti también te ha hecho una encerrona? - se dirigió a Aoom por primera vez, lo hizo con preocupación y vergüenza-. Te pido disculpas, de verdad...


- Aoom está aquí porque quiere, mamá - aclaró Mai y Meena alternó su mirada entre las dos, hasta que Aoom le dio la razón asintiendo-.

- No tienes ningún derecho, Mai.

- No. No lo tengo. Pero tú en cambio sí. Mira, - señaló con su cabeza la posición de Aoom- contra todo pronóstico tienes derecho a una segunda oportunidad... o lo que sea. Así que, por favor, no la desaproveches.


- ¡Mai!

Tras sus palabras, la chica abandonó el local ignorando la llamada de su madre y Meena se quedó sin saber qué hacer, parada en medio del pasillo.


- ¿Te vas a ir? - preguntó Aoom ya que Meena seguía mirando fijamente la puerta-. ¿Vas a desaparecer otra vez?


Esas palabras actuaron como un resorte para la pelinegra y no supo más que moverse hacia la mesa y ocupar el asiento de enfrente de... del amor de su vida.


- Aoom - pronunció en un susurro-.

Su mirada viajó perdida en cada detalle de Aoom Thaweeporn. Su pelo, más castaño , los ojos más bonitos que había visto en su vida, su nariz y esa boca que tanto la había perseguido en sueños durante casi dos décadas. Y también los lunares de su cuello, y las formas de su cuerpo que ese vestido negro, aun estando sentada, se encargaba de ensalzar.

Supo que Aoom había ocupado ese tiempo, que parecía detenido, en hacer exactamente lo mismo, observarla a conciencia. Su media melena azabache perfectamente planchada y los ojitos oscuros que la atrapaban como dos imanes. Automáticamente notó la ausencia del septum que tanto recordaba en su nariz, pero sonrió al divisar el rebelde tatuaje que sobresalía por la manga de su americana. La castaña analizaba cada uno de sus detalles, mezclando pasado y presente de una manera que ambas creían que no se volvería a dar nunca.


- ¿Qué haces aquí? - fue lo primero que preguntó la pelinegra, tras esos minutos en silencio-. Pensé que no querrías saber nada de mí en tu vida.

- Y no quería. Pero se ve que Aoom sabe cómo tocar las teclas adecuadas y después de mucho pensarlo supe que necesitaba tus explicaciones, aunque fuera para cerrar el círculo.


- No me puedo creer que te haya metido en todo esto...

- Tienes una hija, Meena . Una hija de diecisiete años - recalcó Aoom ese dato que aún le costaba asimilar buscando los ojos de la pelinegra-.

- Sí. Aoom, yo... lo siento. Lo siento muchísimo, no supe cómo... - intentó disculparse Meena , tenía tantos motivos por los que pedirle perdón y estaba tan nerviosa que no podía hilar ninguna frase con sentido-. No merezco que estés aquí hoy, no lo hice bien... Deberías odiarme.


- ¿Desapareciste porque te enteraste de que estabas embarazada? - Aoom frenó secamente las lamentaciones de Meena en busca de respuestas-.


- Desaparecí porque no me atrevía a cumplir la promesa, y cuando quise hacerlo... sí, me enteré de que Mai estaba en camino.


- No me puedo creer que la llamaras Mai . ¿Cómo te atreviste? - no pudo evitar comentar la castaña esbozando una sonrisa irónica-.


- Sé que es egoísta, pero necesitaba que lo más bonito de mi vida me recordara siempre a ti - admitió Meena , provocando que Aoom chasqueara la lengua con cierto desdén-.

MAI | MEENBABEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora