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Aoom y Meena pasaban la última noche  tumbadas en una enorme toalla mientras contemplaban el cielo estrellado, alumbradas tan solo por una preciosa luna llena.

Sus manos se encontraban unidas y, con la restante se prodigaban suaves caricias la una a la otra, memorizándose.

- Meena - llamó Aoom a la morena, causando que ésta girase la cara hacia ella-.

- Dime, Aoom.

- Yo quiero estar contigo. En septiembre, cuando te mudes, me gustaría que empezáramos algo.

- Aoom... - susurró Meena que, con el corazón acelerado, sonrió tímidamente a la castaña-. A mí también.

- Creo... - prosiguió Aoom, ante la reacción positiva de la pelinegra- No, creo no. Estoy enamorada de ti. No me preguntes cómo, pero lo estoy. Mucho. De ti y de nadie más- enfatizó el mensaje tocando el pecho de la otra con su dedo índice-.

- Ay... - suspiró Meena-. No tienes ni idea de todo lo que me haces sentir, Aoom. Lo que me pasa contigo es tan intenso, tan diferente, que no sé ni siquiera ponerlo en palabras. Te quiero. Estoy segura de que te quiero de una manera que me desborda. Eres inevitable para mí.

- ¿Es eso una forma romántica de decirme que tú también querrías intentarlo? - dudó la castaña-.

- Por supuesto que sí, y no te burles de mis maneras - se quejó con un puchero adorable Meena-.

- Me encantan tus maneras - admitió Aoom y Meena besó fugazmente su mejilla-.

- Para poder estar juntas como queremos, tenemos que solucionar algunos temas - recordó la pelinegra-.

- Sí. Eso va a ser la parte más difícil. Pero si las dos lo tenemos claro... - tanteó Aoom buscando aprobación en los ojos de Meena, quién asintió fervientemente-.

- Lo tenemos claro. Clarísimo. Quiero estar contigo. No me importa nada más.

- ¿No te da miedo que esto sea como un espejismo? - preguntó Aoom preocupada-. A veces se me pasa ese pensamiento por la cabeza...

- No. Esto es lo más real que he sentido nunca. Estoy segurísima, Albi.

- Ay, menos mal, me alegra tanto que lo veamos de la misma forma...- suspiró Aoom aliviada-. Llevo días pensando en proponerte esto y decirte lo que me pasa contigo pero al final, ha tenido que ser la última noche... No me atrevía.

- Yo estaba igual - admitió Meena, dejando un beso en la nariz de la castaña-.

- Me daba pánico que te fueras y esto - las señaló a las dos- se quedara aquí.

- Eso es imposible, Aoom. Es que directamente no hay opción de que esto se quede aquí, me has puesto muy complicado no querer tener esta carita así de cerca siempre.

- Hagamos una promesa - propuso Aoom-.

- ¿Una promesa? - cuestionó Meena entrelazando todavía más sus manos con las de la castaña-.

- Sí. Prometamos que en cuanto les volvamos a ver, los dejamos. Y cuando pises el país seré la primera en ir a buscarte  para pedirte que seas mi novia.

- No sabes lo bien que suena eso - susurró Meena contra los labios de la castaña, para después besarlos-. Lo prometo. En cuanto Mikel vuelva de sus vacaciones, lo hago.

- Yo hablaré con Isaac también cuando llegue . Qué menos que decírselo a la cara.

- Sí, claro. Es lo mínimo que merecen - admitió Meena-.

- Bueno, basta. Basta de hablar de ellos - decidió Aoom y dejó un pico en los labios de la pelinegra-. Esta noche es nuestra, futura novia. Así que disfrutémosla.

Tras esas palabras, Aoom se incorporó para después tumbarse encima de Meena. La pelinegra rodeó con sus brazos el cuerpo de la más pequeña y buscó su boca.

- ¿Te estoy aplastando? - preguntó Aoom-.

- No, bueno sí, pero me encanta que me aplasten.

- Genial, entonces - sonrió la castaña para después recorrer con sus dedos la cara de Meena-. Eres preciosa.

- Tú sí que eres preciosa - devolvió el piropo Meena antes de volver a besarla-.

Los besos, dulces y pausados al principio, subieron de intensidad debido al contacto casi total de sus cuerpos.

Meena coló su mano bajo la camiseta de Aoom, acariciando su espalda mientras que la otra subía y bajaba sus manos por los costados de la pelinegra, por encima de la tela de su camisa.

En un movimiento casi involuntario, Meena arqueó sus caderas en busca de mayor contacto con el cuerpo de la alicantina, quien correspondió al movimiento. La fricción, aún con tela de por medio, causó una descarga en la entrepierna de ambas, que se miraron encontrando en los ojos de la otra el deseo teñido de luna.

- Men, vamos a... - insinuó Aoom, refiriéndose al juego, y el fuego, que se iniciaba entre ellas-.

- Sí.

- Deberíamos parar - expresó la castaña con toda la sensatez que el momento le permitía-.

- Lo sé - admitió Meena, sin poder evitar seguir trazando patrones abstractos en los costados de Aoom, quien replicaba esos movimientos sobre la piel de la más alta-.

- Men...

- Aoom... Imagina que sólo existimos tú y yo esta noche. Nadie más - susurró Meena, atacando la boca de la otra con todo el amor que supo-.

- Sólo tú y yo.

- Sí - respondió Meena dulcemente-.

- ¿Crees que sabremos cómo...? - preguntó Aoom en un ataque de inseguridad y Meena se encogió de hombros, sin saber la respuesta-.

- ¿Quieres que paremos? - cuestionó la pelinegra, ante la expresión de duda de la castaña-.

- No, no. ¿Tú quieres parar?

- No. Quiero que lo hagamos. Quiero hacer el amor contigo, Aoom.

MAI | MEENBABEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora