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Aoom condujo su coche hasta su casa sin soltar la mano de Meena, que reposaba bajo la suya en el cambio de marchas. La pelinegrase limitó a mirar por la ventana y perderse en el tacto de la pequeña mano de la castaña rodeando la suya, en un silencio sólo decorado por la radio a un volúmen bajísimo.


La castaña se acomodó en el sofá y tiró de la mano de Meenapara que lo hiciera encima de ella, pero de manera en que pudieran verse las caras.


Aoom en ese momento no pensaba en barreras, en medir tiempos, en si se tocaban más o menos, ni en que esa intimidad no la habían vivido hasta ahora. La castaña sólo quiso centrarse en ayudar y apoyar a una Meenaa la que la tristeza y preocupación por Mai conseguían apagar.

Aoom la escuchó todas las veces que hizo falta y le argumentó sin cansarse los motivos por los cuales ella no era culpable de nada.

- Estoy segura de que Mai no va a tardar en darse cuenta de todo, Men. Si las dos sabemos que es súper inteligente - susurró mientras realizaba patrones sobre el tatuaje rojo de la espalda de la pelinegra -.

- Eso espero. A ver cómo pasa el fin de semana. Yo sé que Mikel lo va a hacer genial. Tiene una relación muy especial con ella e igual consigue hacerla entrar en razón.


- Seguro que el lunes vuelve con otra idea en la cabeza. Necesita un poquito de tiempo.

- Gracias, Om, de verdad - soltó Meena, con una sinceridad abrumadora en sus ojos, para después incorporarse lo suficiente como para dejar un pico en los labios de la castaña-.


Ese tierno contacto le recordó a Aoom todos los pensamientos y teorías que habían pasado por su mente el día anterior y que ahora la hacían sentir imbécil y culpable.

Y le preocupaban. Le preocupaban porque, inconscientemente, el pasado había hecho que desconfiara de la pelinegra a la mínima. Y no quería ignorar eso, ni que volviera a pasar. Prefería hablarlo.


- Ayer, cuando no venías...

- Lo siento, debí avisarte, pero de verdad que no pude.

- Sh... No tienes nada que sentir. Ahora que lo sé, lo entiendo perfectamente.

- Pero ayer me querías matar con tus propias manos, ¿no? - adivinó Meena-.

- Pensé que estabas mosqueada por lo de Julia.

- ¿Lo de Julia? - frunció Meenael ceño-. ¿Porque os vi saludaros?

- Sí, no sé. Es muy efusiva ella...

- No te voy a negar que un poco me extrañó, pero al momento me olvidé, sin más. Es tu amiga, ¿no? - alzó las cejas la pelinegra-.

- No te voy a negar que me quería meter cuello, pero ya está todo aclarado.


- ¿Todo aclarado en qué sentido? ¿A ti te gustaba? ¿O te gusta? Porque si es así, no tienes por qué cohibirte... - soltó desordenadamente Meena intentando dejar ver que tenía libertad para hacer lo que quisiera, que no eran nada, aunque por dentro ella deseara lo contrario-.


- Le hablé de ti - cortó la castaña sus dudas con una intensa mirada-.


- ¿Sí? - sonrió Meena-.

- Sí. Y en relación a eso... - redirigió Aoom la conversación-. Por Julia o por lo que sea, me rallé. Cuando te llamaba y no me cogías el teléfono no pude evitar que volviera a mi la sensación de cuando... ya sabes.

Meena escuchaba atentamente, mordiéndose el labio en señal de preocupación.

- Te genero desconfianza - bajó la pelinegra la mirada-.

- Me puse en lo peor muy rápido - cambió las palabras la castaña , subiendo con el dedo índice el mentón de la otra-.

- No te haría algo así, Aoom . No sé cómo...

- No te agobies - besó la castaña la mejilla de la más alta-. Solo quería decírtelo, para poder trabajar eso. No quiero que sea un fantasma que nos persiga.


- Yo tampoco. Necesitamos construir una base sólida, que nos de seguridad a cada paso. Poco a poco.

- Estás hablando de cosas muy serias, ¿sabes? Así no se puede ir lento - sonrió Aoom, golpeando suavemente la nariz de Meena-.


- Lo siento, no lo puedo evitar. No es un secreto para nadie que quiero que esto - las señaló a las dos- salga bien, Om.

- Yo también.

- ¿Tú crees que en algún momento podrás confiar en mí? ¿Dejar atrás el pasado?

- Estoy convencida.


- Si no es así, por lo que sea, ¿me lo dirás?


Aoom asintió ante las palabras de la otra y la besó estrechándola entre sus brazos. Quería hacerla sentir bien, hacerle ver que tenía un hombro en el que apoyarse.

Ninguna de las dos sabía cómo, pero esa tarde de consuelos, charlas y sonrisas tristes, había servido para unirlas muchísimo más y dejar encima de la mesa las cartas que podían en un futuro joderles la partida.


Meena pasó el fin de semana en comunicación constante con Mikel, que le iba informando de los avances de Mai . Ici le hizo compañía, animándola también y llenándola de buenos consejos para sobrellevar tanto el enfado de la chica como su corazón roto.

- Instauramos a partir de ahora un gabinete de crisis que consiste en Netflix y helado, para cuando veas que no consigues animarla. Me llamas y aquí me planto.

- Eres la mejor. Lo sabes ¿no?

- ¿A tu novia le dices lo mismo? - picó Iciar con un gracioso movimiento de cejas-.


- No es mi novia. Y para con los celitos, eres como una niña pequeña.


- Ahora te enteras de que tienes dos hijas. Un poco tarde, la verdad - le guiñó un ojo-.


- Te quiero, Ici.

- Te quiero, moñas.

MAI | MEENBABEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora