39

371 33 1
                                    

La pelinegra llevaba sentada en el sofá viendo Netflix toda la tarde del domingo, esperando la vuelta de Mai . Se tensó cuando escuchó el sonido de las llaves, nerviosa por cómo se la iba a encontrar.

- Hola, mamá - saludó Mai al llegar al salón, dejando en el suelo su bolsa y acercándose a su madre con los brazos abiertos-. No te odio, lo siento mucho.


El pucherito de su hija provocó una tierna sonrisa en Meena, quién no dudó en levantarse para abrazarla con fuerza, apoyando su mentón en la cabeza de Mai .

- ¿Me perdonas? - susurró la más pequeña, aún escondida en el pecho de la otra-.


- Claro, mi amor. ¿Cómo estás? - se separó Meenapara poder observar con más detalle los ojos y la expresión de su hija, que para ella no escondían secretos-.

- Más relajada. Papá me ha ayudado bastante, y me ha hecho ver que tú no tenías la culpa. Me siento fatal por cómo te hablé. Yo no soy así

- Lo sé, mi vida. No pasa nada - recalcó la pelinegra con una sonrisa tranquilizadora, mientras colocaba un mechón rebelde tras la oreja de Mai con ternura-. A todos nos puede pasar y más cuando algo nos sobrepasa.

Mai se dejó caer en el sofá con una mueca de tristeza y Meena hizo lo propio a su lado, palmeando sus piernas para que su hija reposara su cabeza en su regazo.

- ¿Quieres hablar del tema?

- Mamá, yo pensaba que me quería - se lamentó-.

- Mi amor... - le acarició un moflete con suavidad-. A veces no todo es como parece.

- Es que no me esperaba que fuera tan básico, parecía más inteligente que eso, ¿sabes? Ha resultado ser un niñato.


- Pues sí. Él se lo pierde, se va a arrepentir toda la vida.

- ¿Crees que se me pasara pronto? - preguntó Mai con preocupación-.

- ¿El corazón roto?

- Sí.

- Con los mimos de mami, seguro que antes de que te des cuenta ya no sabrás ni cuántos trocitos había - contestó Meena acariciando el pecho de Mai-.


Las dos se quedaron un rato más en silencio, solo con las manos de Meena encargándose de repasar una y otra vez con cariño la zona del corazón de la pequeña, como si de verdad pudieran sanarlo.


Mai de repente cayó en la cuenta de algo y se incorporó prácticamente de un salto, asustando a Meena.

- Mamá, la cena con Aoom- se llevó las manos a la cabeza-. No fuiste.


- No.

- Si es que todo mal, mamá, se habrá enfadado y todo por mi culpa... - soltó Mai agobiada, hasta que Meenaatrapó sus manos con las suyas, en pleno aspaviento-.


- Primero de todo, que te quede claro, Mai , que nada, pero nada en el mundo es más importante que lo que te pueda estar pasando a ti.


- Mamá... - protestó la chica, pero su madre se aseguró de que la mirara a los ojos antes de seguir hablando-.

- No, escúchame bien. Me da igual si te duele el corazón o una pestaña, para mí se para el mundo. Eres mi prioridad, siempre. ¿Te queda claro?


MAI | MEENBABEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora