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Faltaban apenas cinco minutos para que Meena pasara a por ella, tal como habían acordado el día anterior vía WhatsApp.

Aoom daba los últimos retoques a su suave maquillaje mientras se debatía entre usar tacones o decantarse por sus inseparables botas.

Al llevar un ceñido vestido negro palabra de honor, que le sentaba como un guante, se acabó decidiendo por las botas, pues no sabía como era el local al que irían y no quería ir demasiado arreglada.

El timbre la sobresaltó a las seis en punto y la castaña no quiso hacer esperar a su cita.

En cuanto salió de su portal, se encontró con Meena apoyada en una moto preciosa, fumándose un cigarro.

La castaña sonrió ante la imagen y no pudo evitar recrearse en ella. Llevaba una camiseta negra básica de manga corta metida por dentro de unos pantalones de cuadros negros y rojos. Aoom se preguntó como podía estar tan guapa.


Meena también dibujó una sonrisa en su boca cuando se dio cuenta de que no era la única que se había quedado un pelín embobada.

- Hola, Aoom - la saludó finalmente con dos besos, tras desechar el pitillo-.

- Hola, Men - devolvió el saludo la castaña, causando que la sonrisa de la morena se ensanchara al máximo por el apodo-. ¿Moto?

- Es lo más cómodo para la ciudad. Y más estando solo Mai y yo - se encogió de hombros-.

- Pensaba que te daban miedo.

- ¿Miedo? ¿Por qué? - preguntó extrañada-.

- Bien que te quejabas cuando te llevé yo en mi motillo por Santa Pola. Que si no te fiabas, que si más lenta, que si te daba cosa que no llegara bien al suelo... - recordó-.

- Ay, Aoom, pero si era para meterme contigo. Estabas graciosísima con el casco ese rosa de hormiga atómica.

- Oye, ese casco era lo más. Y el que te dejaba a ti, de Hello Kitty, también.

- Igual por eso no quería subirme a la moto y no por miedo, ¿no te parece? - dijo Meena y ambas rieron-.

- A ver, ¿qué casco tienes tú para mí?

- Pues uno que no te hará pasar vergüenza.

La pelinegra sacó de debajo del asiento un casco blanco liso.

- Aburrido - hizo Aoom una mueca, para después ponérselo-.

Meena hizo lo propio y se subieron a la moto. Aoom se agarró a la parte de atrás del vehículo, esperando a que la pelinegra arrancara.

- Te puedes agarrar a mí que no doy alergia, ¿eh?

- No quiero que te vengas arriba - bromeó Aoom-.

Meena negó con la cabeza, buscó con sus manos las de la castaña y las pasó por ambos lados de su cuerpo, haciendo que reposaran en su abdomen.

- Así mejor. Sujétate fuerte que nos vamos.

Los escasos veinte minutos de trayecto se le hicieron eternos a la ilicitana. No podía dejar de centrar su atención en los abdominales que se intuían bajo la camiseta de Meena.

La pelinegra aprovechaba los parones en los semáforos para asegurarse de que su acompañante iba a gusto, detalle que encantó a la castaña, aunque la picara diciéndole que ella conducía mejor.

- Es aquí - informó Meena cuando aparcó la moto y ambas bajaron de ella, guardando los cascos-.

- ¿Entramos ya?


- Sí. Según me han dicho, hoy hay tres actuaciones. El grupo que te dije es el último, pero podemos ver qué tal los anteriores...

- Me parece perfecto - asintió Aoom con una sonrisa-.

Las chicas entraron en el pequeño local y se adueñaron de una mesa alta, para dos, de cara al escenario. No tardaron en pedir un par de botellines de cerveza.


Meena se encargó de contarle a Aoom un poco más acerca de el grupo que tocaría después, cómo los había conocido a través de Álvaro y también le habló sobre la canción que había compuesto para ellos.

Un chico y su guitarra acústica era el encargado de poner banda sonora a la agradable conversación que mantenían.

- ¡Dios, esta canción! - exclamó Aoom cuando el chico empezó a tocar un tema de Ed Sheeran-.

- ¿Qué?

- Es la canción que tenía con mi novio alemán.


La castaña se llevó la mano a la cabeza y Meena se tensó. Aún no habían hablado del historial amoroso de la castaña.

La pelinegra tenía mil preguntas que hacerle al respecto y no pudo contenerse a pesar de que en realidad no estaba segura de querer saber más.

- ¿Te trae malos recuerdos? - preguntó intentando sonar despreocupada-.

- No exactamente, bueno, no sé. En realidad fue una relación super bonita, pero acabó un poco mal.

- Si no me lo quieres contar... - avisó Meena-.

- No, no pasa nada - restó importancia la castaña-. Se llamaba Damion. Le conocí en las calles de Berlín, él tocaba siempre en una placita y yo me acerqué a decirle que me encantaba lo que hacía. Lo hice justo después de que cantara Give me love, por eso era nuestra canción.


- Así que músico - apuntó Meena-.

- Sí - sonrió Aoom melancólica-. Vivía pegado a una guitarra, componiendo. Creo que en parte me enamoré de él porque me recordaba un poco a ti.


La confesión de la castaña hizo que la pelinegra abriera mucho los ojos, sorprendida.

- Creo que nunca había admitido eso en voz alta - soltó Aoom con una risa nerviosa-. El caso es que era un chico adorable, chapurreaba español  y a mí me encantaba.


- ¿Estuvisteis mucho tiempo juntos?

- Cinco años, mi relación más larga. Se acabó porque le dije que me estaba planteando volverme a mudar, a él no le gustó la idea y me acabó dejando por su compañera de piso.


- Vaya...

- Sí. Después de eso mi corazón roto y yo volvimos a Tailandia un tiempecito - relató con un pucherito-.

- ¡Meena! - la voz de Álvaro sobresaltó a las chicas, que rápidamente se giraron hacia el de rizos-.


- ¡Hola! No sabía que venías - saludó la pelinegra, levantándose para darle un pequeño abrazo-. Mira Aoom, te presento a Álvaro, es el que canta conmigo.

- ¡Oh! Encantada - la castaña se acercó a darle dos besos-. Me encanta la canción.

- Un placer, Aoom. Y ¡muchas gracias! Me alegro de que te guste - sonrió-.

- ¿Has venido con los chicos? - se interesó Meena-.

- Sí, y con más amigos. La banda se está preparando en el camerino, salen en nada. De hecho, yo me tendría que ir con ellos, porque hay sorpresita - guiñó el ojo el cantautor-.

- ¿Vas a cantar? - el chico asintió ante la pregunta de la pelinegra-.

- Agua y mezcal - confesó como si fuera un gran secreto-.


- Buah, te va a encantar, Aoom - se entusiasmó Meena-.

- Seguro que sí.

- ¿Nos vemos luego? - propuso Álvaro, tras consultar la hora en su móvil y la pelinegra asintió-.

Las chicas se despidieron de él deseándole suerte y volvieron a ocupar sus asientos.

Meena aprovechó para contarle un poco más sobre las sesiones de composición que había tenido con el de la guitarra y le recomendó algunas canciones que la castaña anotó en su móvil, prometiéndole que las escucharía en cuanto pudiera.

MAI | MEENBABEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora