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- Meena...

Meena, aún dormida, apretó todavía más su agarre sobre el cuerpo de la castaña.

La castaña no pudo evitar sonreír ante la reacción inconsciente de su compañera de cama.

- Meena... Meena, nena, me hago pis - intentó Aoom hacer que reaccionara para poder zafarse de sus brazos-.

- No - murmuró la pelinegra con los ojos cerrados, entre dormida y despierta-.

- Meena, me meo - con cierta brusquedad, Aoom consiguió liberarse, provocando así que la pelinegra despertara de golpe-.

- ¿Qué pasa? ¿Estás bien? - exclamó preocupada-.

- No me soltabas y necesitaba ir al baño. Ahora vuelvo.

La castaña desapareció de la habitación completamente desnuda, vistas que no dudó en admirar la pelinegra antes de dejarse caer de nuevo en el colchón con la mayor sonrisa del mundo en la cara.

Era real. Había pasado de verdad. Estaba desnuda en la cama de Aoom  después de haber pasado la noche juntas.

Y qué noche.

Y qué juntas.

Meena no pudo evitar soltar una carcajada de incredulidad que Aoom pilló de lleno al volver a entrar al dormitorio.

- ¿De qué te ríes tú?

- De felicidad. Ven aquí - abrió los brazos para recibirla-.

La castaña obedeció y prácticamente se tiró encima de la otra, que la abrazó.

- Buenos días - saludó la pelinegra con un beso-.

- Buenos días, Meena - restregó Aoom su mejilla con la de la otra en respuesta-. Voy a hacer el desayuno.

- No - protestó Meena, que consultó su reloj-. Todavía podemos dormir un poco más, sólo son las seis y algo.

- Tenemos que ir a trabajar y tú tendrás que pasar por tu casa para cambiarte. No es tan pronto.

- Iré al bufete con la ropa de ayer. No me pienso mover de aquí hasta que sea estrictamente necesario - refunfuñó-.

- Trabajas en traje, Nat, no puedes ir de cualquier manera - intentó racionalizar la castaña-.

- Soy la jefa, voy como quiero.

- Te puedo dejar una americana o algo.

- Eso ya me gusta más - aprobó Meena besando su mejilla-.

- Pero te va a quedar enana.

- Enanas les quedan las camisas a los musculitos que tengo de becarios y no les digo nada.

- Idiota.

- Bueno, pero tengo razón en que no tenemos porqué movernos de esta posición todavía ¿no?

- Está bien. Duerme un poquito más si quieres - se rindió Aoom e hizo el amago de bajarse de encima suyo-.

- En esta posición he dicho - protestó la navarra, evitando que se moviera-.

- Estás incómoda, churri.

- Estás desnuda encima de mí y me acabas de llamar churri. No he estado más cómoda en la vida, Aoom.

- Qué intensa, dios - dejó la castaña un besito en su hombro-.

- No sé de que me hablas - se desentendió la pelinegra-.

Menos de una hora después, el despertador de Meena se encargó de darles los buenos días por segunda vez.

- Ay, ahora sí - se quejó la dueña del dispositivo con excesivo dramatismo-.

- Ahora soy yo la que no quiero levantarme - susurró Aoom dejando un reguero de besos por el escote de Meena y acariciando sus costados con delicadeza-.

- ¿Qué pretendes?

- Nada - contestó la castaña, que ya llenaba de besos los pechos de la más alta-. Sólo que empieces el día con buen humor.

- Te tengo delante, es imposible no hacerlo - dijo Meena con obviedad-.

- Y ahora me tienes dentro - informó Aoom a la vez que llevaba dos dedos a su sexo-.

- Aoom - gimió la pelinegra ante el placentero pero inesperado contacto-.

La aludida se lanzó entonces a besarla hasta que sus manos se encargaron de provocarle un orgasmo mañanero que a la pelinegra le supo a gloria.

- ¿A ver esa sonrisa de buen humor por la mañana? - bromeó Aoom-.

Meena esbozó una sonrisa enorme, entre risas, antes de levantarse y cargar con la castaña hasta el baño, metiéndolas a ambas en la ducha.

Aoom se ocupó de regular la temperatura antes de meterse bajo el chorro de agua.

Meena aprovechó para seguir con la mirada las gotas que recorrían el cuerpo de la más bajita antes de arrodillarse para poner otra sonrisa mañanera en la boca de la castaña, esta vez gracias a su lengua.

Las dos desayunaron con más prisa de la que les hubiera gustado, decidiendo mientras comían tostadas con aguacate que Meena llevaría a la castaña en la moto hasta la galería.

Así lo hicieron. Aoom pretendía bajarse del vehículo en un semáforo para que Meena no tuviera que dar más vuelta y pudiese llegar puntual al bufete, pero la pelinegra se negó en rotundo y, cuando la castaña bajó de la moto, lo hizo ella también, quitándose el casco.

- Vas a llegar tardísimo, Meena - la regañó, dándole un pico rápido a modo de despedida para que retomara su camino-.

- Pero con una sonrisa - argumentó la pelinegra-.

- Ay... no tienes remedio - se rindió Aoom y la besó de nuevo-. ¿Cuándo nos volvemos a ver?

- No sé, Aoom. Quiero ver cómo está Mai primero...

- Claro. Si todo está bien podemos vernos mañana por la tarde, tomamos algo.

- Te puedo pasar a buscar cuando salgas - propuso Meena refiriéndose a la galería-. Te voy diciendo, igualmente.

- Perfecto - sentenció la castaña agarrándose a las solapas de su americana prestada para besarla-.

- Me voy - anunció la pelinegra dejando el penúltimo pico en los labios de Aoom-. Me estoy yendo. Suéltame, Aoom, sino no puedo irme.

Aoom finalmente soltó la chaqueta, alisándola en el proceso, Meena se colocó el caso para evitar la tentación y finalmente puso rumbo a Rina's Abogados, donde trabajó con el mejor humor nunca visto en la historia del bufete.

MAI | MEENBABEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora