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- Solo te estoy dando la opción de que te abras conmigo. Me encantaría que lo hicieras.

- Tú lo que quieres es saber lo que pasó entre Aoom y yo porque no te aguantas la curiosidad, que te conozco - la acusó-.

- Bueno, vale, en parte sí. ¿Pero qué tiene de malo querer saber tu historia de amor? Te juro que esta vez no voy a hacer ningún uso de lo que me cuentes, bajo ningún concepto - se comprometió Mai-.

- Bueno, es que si haces algún uso te desheredo, directamente - amenazó Menna-.

- ¿Y bien? ¿Me lo cuentas, mami? - puso Mai ojitos de gato con botas, que sabía infalibles, y supo que había ganado la batalla en cuanto Menna soltó un suspiro-.

- Ay, a ver. Así, resumiendo, cuando tenía tu edad pasé un verano con Ici en Santa Pola. Bueno, con Ici no, porque en cuanto conocí a Aoom la dejé más plantada que a una lechuga, pobre.

- Ya estabas con papá, ¿no? Empezasteis a salir a los dieciséis - apuntó Mai-.

- Sí. Y Aoom también tenía novio - admitió-. Pero nos enamoramos de una manera tan fácil y tan fuerte... No sé ni explicarte cómo. Fue un mes que vivimos permanentemente en las nubes, era como un mundo paralelo, pero a la vez se sentía lo más real que nos había pasado nunca. Me robó el corazón entero, y yo a ella - confesó melancólica-.

- ¿Y por qué no estuvisteis juntas después? - el silencio de Menna hizo que Mai dedujera rápidamente la respuesta-. ¿Por mí?

- Bueno, no exactamente. Yo me iba a venir a vivir a Tailandia a estudiar, Aoom también estudiaba aquí, queríamos estar juntas... Pero vamos, que al final yo no me lancé. Le había prometido a Aoom que dejaría a tu padre, pero no lo hice. Después, sí, llegaste tú, pasó de todo y al final... lo nuestro se quedó en nada.

- Madre mía, mamá. ¡Qué locura! ¿Y a Aoom no le dijiste nada de nada? Con razón te tenía tanta rabia...

- Oye, ¿tú de qué parte estás? - le recriminó Menna-.

- De la tuya, de la tuya siempre - rectificó Mai con los brazos en alto en señal de paz-.

El sonido del timbre interrumpió la conversación de madre e hija y Menna se levantó para abrirle la puerta a Ici.

- He traído pañuelos, que sé que los vamos a necesitar - anunció Ici, mientras saludaba a su amiga-. Venga, corre, dale al play que no puedo más.

- ¿Estáis preparadas? - preguntó Menna una vez su público favorito hubo tomado asiento en el sofá-.

Ambas asintieron y las seis canciones grabadas por la pelinegra empezaron a sonar. Después de cada una, las tres comentaban la jugada, destacando alguna que otra frase o efecto de sonido que les hubiera gustado especialmente.

Ici y Mai se deshacían en elogios hacia la aprendiz de artista.

Se posicionó rápidamente como la favorita de Mai.

- Mamá, esto es un hitazo. Mcha, mcha, mcha - siguió el ritmo de la canción con la cabeza-. Se la voy a enganchar a todos mis amigos.

- Ni se te ocurra - la frenó-. Estas canciones son para ti y para Ici. Desde ya te aviso de que no puedes enseñárselas a nadie, ni compartirlas en Internet.

- Ay, mamá - se quejó Mai-.

- Ay, nada. Ahora sí que no estamos jugando. Yo decido los pasos que quiero dar con la música. No me quiero hacer famosa, ni viral, ni trending topic, ni nada. ¿Te queda claro? - cuestionó-.

- Me queda claro. Te lo prometo, esta vez en serio - sentenció Mai-.

Tras ponerse de acuerdo en eso, vinieron innumerables bises y peticiones de versiones acústicas. El trío acabó celebrando el éxito de las canciones pidiendo comida a domicilio y con Mai inventando una coreografía.

Menna se sentía la persona más afortunada del planeta en ese momento.

- Tengo una sorpresa para ti - anunció Mai a su madre-.

- Miedo me da - dijo Menna, no sabiendo qué esperarse-.

- Cierra los ojos.

- Mai...

- Mamá, hazme caso y cierra los ojos - insistió y su madre hizo el amago, pero sin llegar a cerrarlos-. ¡Sin trampas!

- Está bien, está bien. Los tengo cerrados.

- Abre la mano - pidió Mai, para después dejar un regalo en la palma extendida de su madre-.

- ¿Qué es esto?

- Ya puedes mirar.

Menna tenía en su mano un disco. Su disco.

- ¿Y esto?

- He querido juntar todas las canciones para que tengas tu primer disco. Bueno, sería más un EP, porque es cortito...

- ¿Otras Alas? - preguntó Menna en referencia al título que aparecía en la cubierta del disco, junto a su nombre-.

- Bueno, creo que no se podía llamar de otra manera.

- ¿Y esta portada?

- Es Niké, la diosa alada de la Victoria. Bueno, la estudié el año pasado en historia del arte y me recordó a ti. Por lo de las alas - explicó con obviedad-.

- Es preciosa, Mai. ¿Dé donde has sacado el dibujo?

- Lo he hecho yo - confesó Mai-.

- ¿Me lo estás diciendo en serio? ¿Tú has hecho esta maravilla? - la chica asintió-. Madre mía, el talento que tienes, mi vida.

- ¿En serio te gusta?

- ¡Me encanta, Mai! ¿Cómo has aprendido a dibujar así? - preguntó sorprendida-.

- Pues por internet, mamá - rió Mai-. Para esto quería la tableta esa que te pedí en Navidad. Creo que quiero estudiar diseño gráfico.

- ¡Y no me habías dicho nada! - protestó Menna-. ¿Has mirado ya dónde puedes estudiar?

- Bueno, no hay una carrera en sí, serían cursos, o un grado superior... - informó insegura-.

- ¿Y quién dice que tengas que ir a la universidad sí o sí?

- Ay, mamá, me hace mucha ilusión que me apoyes en esto.

- ¿Pero cómo no te voy a apoyar? Con las cosas preciosas que me haces - dijo orgullosa, zarandeando su disco en el aire y Mai la abrazó-.

- He hecho más copias. Una para mí, otra para Ici y otra... para quien tú quieras - dejó caer Mai-.

MAI | MEENBABEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora