🪻 16🪻

7 2 0
                                    

♬ Meghan Trainor- Kindly Calm Me Down

«¿Por qué le ha golpeado señor Dam?»

La pregunta se quedó resonando toda la noche en la cabeza de Aidam. Su cuerpo daba vueltas en la cama intentando hallar comodidad y poder descansar antes de que la luz del sol se empezara a filtrar por las ventanas.

Rain había utilizado un tono de voz tan suplicante pidiendo alguna aclaración, que... Ling Aidam había presenciado por primera vez en todos sus años de vida el cómo la expresión de felicidad y seguridad humana, podía transformarse en una de profunda decepción.

«¡Lo ha matado!»

«Señorita Alicia, no creo que el señor Ling se preste para...»

«¡Lo ha matado, Rain! Y si no sales de aquí pronto, el siguiente serás tú.»

Y qué decir, le había destrozado. Alicia salió azotando con fuerza la puerta de la joyería, mientras Rain, quien solo mantenía su respiración agitada, se había excusado marchándose a su habitación, o bueno, la que ahora era considerada su habitación en dicha morada.

«Perfecto, es estúpidamente perfecto» era lo que pensaba Aidam. Ahora Rain creía que él era un asesino, algo no muy lejos de la verdad, pero, por más que fuese de esa forma... Aidam no tenía nada que ver con las recientes muertes en la aldea.

Por el creador, aún no podía asimilar del todo la idea de que Vanesa ya no estuviese más, y sí, dolía, pero tampoco era un sentimiento que se le permitiese expresar en toda su magnitud.

La mañana llegó, Aidam hubiese deseado poder decir que fue como cualquier otro día normal, pero no... la visita inesperada de otro queridísimo ángel había parado a su puerta esa misma tarde.

—Tienes que entregarlo, Ling —le dijo Lina, una vez que sus pies tocaron con seguridad el suelo de la joyería.

—Yo no lo tengo como un prisionero, Rain se puede ir cuando quiera —le respondió sin vacilar, sintiendo como sus propias palabras le carcomían por dentro, porque no, eso no era del todo verdad.

— ¿En dónde se encuentra ahora?

—La plaza.

—Los asesinatos...

—No he sido yo, y lo sabes, Lina.

—Sigo el ejemplo del filoso, Aidam. «Solo sé que nada sé» —recito mientras con pisadas firmes empezaba a caminar por todo el lugar, su mirada fija en los ojos celestes de Aidam los cuales le repudiaban en cada segundo que tenían oportunidad.

—Eres una hipócrita, por favor vete de mi joyería —le dijo con rabia, no logrando contenerse de hacer puños sus manos.

—Oh, Aidam, por favor..., pensé que la barrera de la mansión era suficiente para ti, ¿por qué no dejarme observar por lo menos este lugar que parece tener miles de memorias con un Rain sonriendo?

Bien, Ling Aidam sabía lo que estaba haciendo, él lo sabía, pero aun así no pudo evitar caer en las redes de aquel ángel juguetón que esperaba cualquier mínima emoción para alimentarse de ella.

—Rain es realmente impulsivo —comento al pasar sus dedos por el borde del mostrador mientras pequeños retazos de visiones nublosas se posaban en sus ojos.

Dicho mostrador, donde hacía pocas semanas, Rain lo había tomado con algo más que ternura y posesión, besando sus labios delicadamente.

— ¡Quiero que te vayas de aquí, Lina! —exigió, ya demasiado harto, para seguir manteniéndose cuerdo.

Su sangre hirvió ante la mínima mención de aquel acto tan íntimo, tan suyo, que solo era compartido exclusivamente con Rain. Se sintió atacado y vulnerable, como si un intruso acabara de entrar en su hogar.

—De acuerdo, de acuerdo —respondió poniendo sus manos en alto una vez Aidam se había acercado tanto a ella que su sola presencia le empezaba a impedir el flujo de aire.

— ¿No deberías estar quitando la vida de algún desgraciado humano? —cuestiono Aidam luego de ver como la mujer suspiraba en rendición y se acomodaba la ropa en un alistamiento para marcharse de allí.

—Ja, ja, ja. ¿Será que Rain se ha enamorado de tu decadencia con el humor? —le pregunto con ironía, sus pies ya casi llegando a la puerta que daba hacia la salida—. Jamás he quitado vidas, de eso se encargan los propios humanos, mi tarea es solo guiarlos.

—Rain nunca debió estar con ustedes...

— ¿Sabes al menos quién es la madre de Rain? Eres un insulso Aidam, solo has estado utilizando a Rain para mermar tu desdicha, pero ni siquiera te has tomado el maldito tiempo de conocerlo —fue lo último que dijo Lina antes de salir sin mirar atrás.

No pudo replicar, no podía hacerlo. Lina tenía razón... ¿Qué sabia él de Rain?

Muy dentro de su pecho Ling Aidam sintió como su corazón se empezaba a apretar, y por más sofocado que se encontraba no logro descifrar si realmente las emociones que estaba percibiendo eran suyas o alguna mezcla extraña de míseros fragmentos vividos llenos de sentimientos que naufragaban en su mente.

El Hombre Que Lloraba Gemas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora