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♬Lord Huron - The Night We Met


—Ven aquí.

— ¿Qué? —cuestionó haciéndose el desentendido, una parte de sí, queriendo evitar a toda costa aquella profunda mirada contraria, mientras que la otra se moría por ir y sentarse en el regazo de ese hombre mandón, por el creador, como le gustaba.

—Rain, por las santas esferas, ven aquí —reitero Aidam con un tono de voz casi molesto, pero muy en el fondo derritiéndose al ver como Rain movía sus dos pies de adelante hacia atrás en una señal de nerviosismo.

Definitivamente, hacerse el duro con él cada vez estaba costando más de lo esperado.

Con pasos torpes y las manos sujetadas tras su espalda, Rain avanzo hasta llegar al lado del sillón donde Aidam pasaba la mayoría de las noches.

—Tus manos.

Lo siguiente que pudo percibir el de cabellera azulada fue como sus manos se sintieron tiradas y en un parpadeo yacía sentado en el regazo de Aidam.

Y oh, Dios, que por favor hicieran algo por su cara, estallaría en cualquier momento de lo sonrojada que se encontraba.

—No lo entiendo.

Escucho decir a Ling mientras sostenía sus manos con curiosidad, él tampoco entendía qué estaba pasando, pero no iba a mentir, tener a aquel hombre sosteniéndolo de aquella forma se sentía de maravilla, así que seguiría haciéndose el despreocupado mientras Aidam pasaba sus largos dedos por la palma de cada una de sus manos.

— ¿Son feas? —Cuestionó Rain en un momento de inseguridad, sintiendo la examinación de Aidam ir mucho más allá de una sencilla caria en sus extremidades.

— ¿Qué?

—Que si son...

—No, no, espera —le interrumpió llamando su atención mientras reía—. ¿Cómo me vas a preguntar algo así?

—Es que..., tú, bueno, tú...

— ¿Yo? —inquirió con una sonrisa ladeada y en tono burlón, acercando su rostro mucho más al contrario.

—N-no hagas eso.

— ¿Qué cosa?

Bien, Ling Aidam en definitiva era un egocéntrico, un cretino que sabía el poder que podía ejercer sobre su cuerpo y razonamiento, oh, pero claro que él sabía, Rain estaba iracundo. ¿Cómo podía hacerle algo así? ¿Cómo podía...?

Sus manos fueron besadas suavemente, desde la punta de sus dedos hasta la muñeca. Aidam le miraba fijamente con sus ojos brillosos y una sonrisita pequeña tirando de sus labios.

Sí, Rain estaba cayendo muy profundo.

—Hay algo...

— ¡¿No me vas a besar?! —cuestiono Rain interrumpiendo y no dejándole proseguir, sus cejas estaban fruncidas mientras le miraba con los labios entreabiertos esperando por algo de aquello que sus insulsas manos habían obtenido, pero sus necesitados labios no.

Y bien, ¿Quién era Ling Aidam para negarse a tal proposición? Claro que primero estallo en risas sintiendo como un Rain molesto intentaba levantarse. Sus manos reaccionando con rapidez tomándolo de la cintura para volverlo a dejar en su regazo, luego subieron por su espalda en una suave caricia y jalándolo de la nuca, lo atrajo suavemente hasta su boca.

Todo parecía irreal, poder mantener el simple contacto con aquel ser le dejaba flotando, sintiéndose como si estuviese descansando en una gran nube de algodón, oh creador, ¿Podría siquiera durar más aquel efímero contacto?

El Hombre Que Lloraba Gemas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora