𝐕𝐈𝐈

81 19 114
                                    


ㅡ¿Qué tanto miras? ㅡPreguntó Rubí.

ㅡAnalizo a Rhogus ㅡRespondió Kieran, con la mirada fija en él, sin siquiera dirigir una mirada a su madre.

Rubí le echó un vistazo rápido. Acomodó su largo vestido y se sentó junto a su hijo, observando cómo Lukar entrenaba y practicaba con Rhogus.
Estaban en la sala de entrenamiento: un área al aire libre, con césped grueso y paredes revestidas de paneles de madera. Colgados en las paredes se encontraban todo tipo de artefactos y equipos de entrenamiento, como escudos, espadas y lanzas, necesarios para una buena sesión de práctica.

Rhogus y Lukar peleaban en medio, mientras Lukar, quien ahora era el entrenador exclusivo de Rhogus, le explicaba algunas tácticas de defensa.

Habían pasado casi dos meses desde que Rhogus llegó, y no solo Lukar estaba sorprendido por su rápido avance y su facilidad para aprender y mejorar, sino que todo el reino, incluido el rey, también lo estaba. Era increíble cómo Rhogus mejoraba cada día, hasta el punto de estar casi calificado para ser el guardia de Kieran.
Estos últimos días no solo había estado practicando, sino también cuidando algunas puertas y vigilando el castillo; se había adaptado rápidamente a todo el nuevo mundo que lo rodeaba.

ㅡHaz tomado una excelente decisión al insistirle a tu padre con él ese día ㅡComentó Rubí, observando cómo Rhogus se defendía de los ataques de Lukar a lo lejosㅡ. ¿Qué viste en él?

ㅡNo lo sé ㅡMintió Kieran, encogiendose de hombrosㅡ. Su disposición para protegerme.

Kieran, tras el breve tiempo que compartió con Rhogus antes de llegar al palacio, pudo percibir que la vida de Rhogus carecía tanto de esperanza que con solo ofrecerle ayuda era suficiente para que Rhogus aprovechara la oportunidad y se esforzara al máximo para no decepcionarlo. Era como ofrecer un salvavidas en medio del océano: se aferraba a él para sobrevivir, sin importarle las posibles consecuencias, dispuesto a defender esa oportunidad con todas sus fuerzas.

ㅡPuedo notar que esta dando todo su esfuerzo en cada práctica ㅡAsintió Rubíㅡ. También veo que tu estas más dispuesto a practicar.

ㅡEs más tolerable que hacerlo solo ㅡMurmuró Kieran. Una sonrisa se curvó en sus labios, sintiendo cómo el calor de sus mejillas aumentaba.

Lukar, no solo era el guardia real de la reina, quien como ella, también provenía de Heanber, sino también el entrenador personal de Kieran y ahora de Rhogus.
Lukar los hacía entrenar juntos la mayoría de los días, ya que estaban en un nivel similar; Rhogus avanzaba con cada segundo, y Kieran, a diferencia, no quería mejorar, lo que lo dejó estancado en sus prácticas por mucho tiempo.

O eso era lo que el príncipe hacía pensar a sus padres y a su entrenador: siempre se mostraba desinteresado en las actividades de defensa y ataque, negándose a entrenar y aprender, haciendo berrinches por pereza y desgana.

Pero en realidad, esa era una simple fachada: él aprendía todo, analizaba cada palabra, regaño y recomendación, y aunque demostraba cero interés ante las enseñanzas, aprendía en secreto y ocultaba todas sus habilidades.

Rhogus había hecho que esa mentira decayera poco a poco y que Kieran mostrara un poco más sus verdaderas destrezas, haciendo que liberara su capacidad, con el único objetivo de darle algo de pelea y resistencia a su contrincante, Rhogus.

Y Kieran, en lugar de sentirse molesto porque Rhogus sacara su verdadero yo, se sentía cada vez más atraído hacia él, por la magia y el caos que causaba dentro suyo.

No solo era impresionante que Rhogus lo hiciera competir y demostrar lo que de verdad era, sino que para Kieran, era increíble cómo lo admiraba; las peleas y prácticas entre ellos eran sus momentos favoritos por la mañana porque podía estar junto a él muchas horas seguidas o simplemente verlo a lo lejos, embobado por cada uno de sus movimientos, como estaba haciendo ahora.

El rastro del heredero [+18] (En pausa) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora