𝐗𝐗

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ㅡ¿Un simple mesero? ¿Eso es todo? ㅡPreguntó Rubí, ansiosa.

No había forma de extorsionar a Kieran con esa información irrelevante. Necesitaba algo más fuerte para presionarlo. Aunque tenía la esperanza de que las afirmaciones del hombre ejecutado meses atrás fueran verídicas, no parecía ser el caso.

ㅡSí, su majestad ㅡMintió Cerves, con el corazón saliendo por su gargantaㅡ. Investigué por todo su pueblo... No encontré nada.

Cerves se sentía ansioso e incapaz de engañar a la mismísima reina. El sudor frío le recorrió las palmas de las manos y se acumuló en su frente, siendo un constante recordatorio de la mentira que estaba llevando a cabo.

La prostituta llamada Janile le había contado todo: cómo Rhogus había llegado allí y lo que realmente hacía, pero a pesar de querer salvar a Amelié a toda costa, no podía hacer sufrir a su amigo. Rhogus era el único que lo soportaba con su llanto y su malhumor en estas últimas semanas.

ㅡEsta bien... ㅡSuspiró, poniendo todas sus fuerzas para evitar morderse los dedosㅡ. Está bien.

ㅡSobre Amelié... ¿Tiene noticias? ㅡPreguntó, levantando su mirada, nervioso.

ㅡNo, no puedo hacer nada por ella aunㅡDijo Rubí, pensando alguna excusa que no revelé sus intencionesㅡ. No hasta que tenga las suficiente pruebas para asegurar que es inocente.

ㅡLa ejecución es en unos días ㅡSus palabras salieron como un ruego, con las lágrimas invadiendo sus ojosㅡ. Tiene que hacer algo, por favor, su majestad.

ㅡEstoy haciendo lo que puedo para no sentenciar inocentes ㅡRespondió ellaㅡ. Solo debo encontrar al verdadero culpable.

«¿Entonces, por qué está buscando información sobre Rhogus?» se preguntó Cerves, sintiendo cómo disminuía su presión, como si le hubiera caído un balde de agua fría encima. No tenía sentido. Rhogus no tenía nada que ver con eso, al menos según su percepción.

Sin embargo, Cerves recordó todas las veces que Rhogus negaba la culpabilidad de Kieran, la manera en que lo defendía, el tiempo que pasaban a solas y su extraña relación. «¿Rhogus estará colaborando con él príncipe?» pensó, sintiendo cómo su estómago se revolvía de ansiedad solo de pensarlo.

ㅡCon permiso, su majestad ㅡBalbuceó Cerves, queriendo vomitarㅡ. Necesito retirarme.

ㅡAdelante.

Cerves empezó a caminar dando pasos largos apenas salió del lugar, sintiendo como su estómago se cerraba y se movía, alertandole de que algo estaba mal. Sus emociones parecían canalizadas en su abdomen, amenazando con soltar su almuerzo.

La ejecución de Amelié, las órdenes de la reina, el oscuro pasado de Rhogus y la posible traición del príncipe se mezclaron en su mente, convirtiendo sus emociones en una nube de agobio que lo perseguía.

Las náuseas aumentaron, mientras sentía cómo sus sentimientos buscaban desesperadamente liberarse. La densa sensación alcanzó su punto máximo cuando chocó contra Kieran, quien se dirigía hacia la habitación de su madre.

Iba tan absorto en sus pensamientos que, al chocar con él, su cuerpo retrocedió y, incapaz de mantener el equilibrio, cayó al suelo.
El estrés de la situación, sumado a los nervios de encontrarse con Kieran, provocó que su estómago cediera; vomitó la comida que tenía dentro, liberando al mismo tiempo sus emociones estancadas.

«Viene del cuarto de mi madre» pensó Kieran, mirándolo con desprecio y asco, consciente del potencial peligro que representaba. Sin embargo, sabía que la mejor manera de manejar el peligro era tratar de ganárselo a su favor, o al menos intentarlo.

El rastro del heredero [+18] (En pausa) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora