𝐗𝐈𝐈𝐈

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Kieran avanzó como si no hubiera nadie custodiando la salida; su caballo se movía con gracia y tranquilidad, agitando la cola con elegancia. Tan absorto estaba en sus pensamientos que parecía ignorar por completo las preguntas de Cerves y Rhogus, cuyas voces se desvanecían lentamente a medida que se alejaba.

ㅡ¿Nos ignora? ㅡPreguntó Cerves, frunciendo su ceño, observando como Kieran se alejaba de ellos sin siquiera haberlos miradoㅡ. No puede salir sin protección.

ㅡDios... ㅡRhogus pellizcó el puente de su nariz, dando un suspiro profundoㅡ. Cuida el castillo por mi, yo me encargo del príncipe.

Dichas estas palabras, Rhogus corrió hacia el interior para buscar uno de sus caballos, siempre disponibles para los guardias reales. Escogió a su favorito, un caballo marrón con manchas blancas al que había nombrado Fénix. Durante sus primeros días en el castillo, cuando aún estaba solo y sin conocidos, Fénix fue su única compañía durante horas cada día, siendo testigo del cambio de Rhogus, como el ave Fénix que renació de las cenizas.

Montado en Fénix, atravesó las puertas y se despidió de Cerves con un gesto. Aceleró el paso, avanzando sin rumbo fijo en busca de Kieran, sin saber exactamente a donde ir.

Estaba nervioso y preocupado, su corazón latía al ritmo del galope que aumentaba su velocidad gradualmente, mientras sentía que un temblor comenzar a surgir en sus manos, inseguro de sus acciones.

Kieran había estado actuando de manera extraña últimamente, y notarlo le provocaba una sensación extraña en el estómago, como si algo dentro de él estuviera alertando de peligro y se revolviera en su interior. Sin embargo, el viento helado en su rostro lo volvía consciente del presente y del camino, manteniéndolo arraigado a la realidad hasta encontrar a Kieran.

Mientras avanzaba por el camino de tierra hacia Ruzburg, Rhogus redujo la velocidad al divisar el caballo de Kieran a lo lejos. El príncipe estaba montado en él, pero en lugar de estar sentado erguido, estaba inclinado hacia adelante, abrazando al animal.

Al principio, esta imagen le produjo cierta ternura, pero pronto la preocupación se apoderó de él. «¿Estará inconsciente?» se preguntó Rhogus, acercándose cabalgando a su lado, con el corazón latiendo con fuerza.

ㅡ¡Kieran! ¿Estás bien?

De un salto, Kieran se incorporó, mirando a Rhogus con sorpresa. Sus ojos entrecerrados por el sueño se abrieron de golpe al escucharlo. No esperaba su presencia, mucho menos la quería.

ㅡ¿Rhogus? ¿Qué estás haciendo? ㅡPreguntó, frunciendo el ceño mientras sus mejillas se ponían rojas al verlo.
Quería volver a besarlo y su cuerpo no servía para ocultarlo.

ㅡTodos tenemos órdenes de no dejarte salir solo ㅡHabló Rhogus, cabalgando despacio a su ladoㅡ. ¿Estás bien? No fuiste a entrenar hoy.

ㅡSí, estoy bien ㅡDesvío su mirada hacia el camino, con su rostro tensoㅡ. No dormí anoche, entonces no quise despertarme temprano.

ㅡ¿Por eso ibas durmiendo sobre tu caballo? ㅡSonrió, queriendo aliviar el ambiente.

ㅡEs que Queso es muy suavecito ㅡRespondió Kieran, acariciando el cuello del animal.

Rhogus le dedicó una mirada llena de cariño y luego volvió su atención al camino que se extendía frente a ellos. Deseaba preguntarle a Kieran por qué había salido solo y hacia dónde se dirigía, pero no se atrevía. Había algo en el príncipe que indicaba que no estaba bien. Su expresión lucía más apagada de lo habitual, como si no pudiera mantenerse cerca de Rhogus y quisiera evitar su conversación.

ㅡQuería venir solo ㅡKieran rompió el silencio, con su mirada fija hacia delante.

ㅡTengo ordenes, ratita ㅡRhogus suspiró y miró de reojo como el semblante del príncipe se ponía aun más tensoㅡ. ¿Y por qué? ¿Hay alguna razón que no me estés contando?

El rastro del heredero [+18] (En pausa) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora