𝐗𝐗𝐕

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—¿Quieres decir que... todo fue una mentira? —Preguntó con voz temblorosa, sintiendo cómo su corazón se detenía por un momento.

No lo entendía. En la mente de Rhogus, Kieran nunca podría haber hecho algo así. El príncipe que conocía, la persona que amaba, no podía haber cometido tales actos y mucho menos haberlos ocultado todo este tiempo. Por un instante, Kieran pareció ser alguien completamente diferente, y Rhogus se sintió como si en realidad nunca hubiera conocido a la persona en la que creía.

Estaba tan devastado que ni siquiera sintió enojo en su interior. Lo único que experimentó fue la decepción y el dolor, al darse cuenta de que lo que había creído era una gran mentira y traición.

Temblando y con lágrimas deslizándose por su rostro, Rhogus miraba a Kieran a los ojos, anhelando escuchar que todo era una mentira, que se trataba de una broma para asustarlo. Sin embargo, los ojos de Kieran, llenos de angustia y apagados por el peso del dolor de sus propias acciones, eran la prueba más real de que todo era cierto.

—Kieran, por favor, contéstame —Rogó, sintiendo como si su alma escapara de su cuerpo con la ansiedad de la respuesta—. Todo este tiempo... ¿estuviste actuando?

—¡No! —Los ojos de Kieran se llenaron de lágrimas mientras su mano buscaba desesperadamente la de Rhogus, quien parecía evitarla—. Solo lo hice cuando necesitaba proteger mi título.

—¿Y las veces que lloraste por tus hermanos? —Rhogus retiró bruscamente su mano, poniéndose de pie—. ¿Todo ese teatro con tu madre?"

—Eso... eso sí fue todo falso —Kieran también se levantó, sin apartar la mirada de Rhogus—. Por favor, déjame explicarte.

—¿Cómo pretendes explicarme algo así?  —Gritó, olvidando que estaban al aire libre.

—Por favor, déjame intentarlo —Sollozó, desesperado por acercarse a Rhogus—. Por favor...

Kieran lo había manipulado y mentido con su llanto en varias ocasiones, pero ahora, su dolor parecía genuino. Sus sollozos resonaban como lamentos de su alma, mientras desesperadamente buscaba acercarse a Rhogus, temiendo ser odiado por él, aterrorizado de perder su amor.

Los ruegos de Kieran solo aumentaron la confusión de Rhogus, obligándolo a retroceder para intentar procesar la situación. Temía por el estado de Kieran; las lágrimas habían vuelto a brotar y su respiración era agitada. Y aunque Rhogus se sentía desconcertado por la situación, estaba preocupado por un posible ataque de asma.

—Rhogus —Kieran tambaleó frente a él, arrodillándose en el suelo, temblando y rogando por aire, mientras sujetaba con desesperación la camisa de Rhogus, deseando que no se escapara.

—Suéltame —Tartamudeó, con las lágrimas cayendo por sus mejillas.

—No quise —Kieran se aferró con más fuerza, arrastrándose hacia él—. Perdóname...

—¡Suéltame! —Repitió Rhogus, con lágrimas resbalando por sus mejillas, cargadas de dolor.

Necesitaba alejarse y reflexionar, intentar comprender su propia mente y, al mismo tiempo, calmarse para poder razonar. Por lo que apartó la mano de Kieran, obligándolo a soltarlo.

Los lamentos de Kieran aumentaron, volviéndose una tortura. Rhogus no podía soportar escucharlo suplicar de esa manera; Sentía un dolor penetrante en su interior, como si cada palabra quemara cada fibra de su ser, dejándolo abrumado por la decepción y la confusión, especialmente al querer consolarlo.

La mirada de Kieran, suplicando perdón parecía sincera, cargada de dolor y arrepentimiento, desesperada por obtener el perdón. Mientras tanto, Rhogus se encontraba inmerso en un caos mental, retrocediendo lentamente, sin apartar la mirada de él.

El rastro del heredero [+18] (En pausa) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora