𝐗𝐗𝐈𝐈𝐈

52 14 69
                                    


ㅡ¿Cómo te sientes? ㅡPreguntó Fiamma.

ㅡSe nota que no lo conoces ㅡBufó Cervesㅡ. Él nunca te va a decir como se siente.

ㅡ¡Si lo hago! ㅡSe defendió Rhogus, dándole un codazo a Cervesㅡ. Estoy bien ㅡMintió.

Los tres se encontraban parados en la entrada de Coldridge, exhaustos tras un largo día de viaje.

Cerves había accedido a acompañarlos, aunque no tenía muchas opciones dado que el príncipe, a pesar de que Rhogus era un guardia, le había ordenado protegerlo.

En cambio, a Fiamma se le ordenó unirse al grupo para ocuparse de la cocina. Después del caos de la noche anterior, Rhogus le comentó a Kieran que había recolectado frutas con ella. Y con el deseo de proporcionarle más compañía y nuevas amistades para llenar la vida de Rhogus, Kieran decidió incluirla en el viaje.

Aunque Kieran los envió con la intención de animar a Rhogus y hacer que socialice, el resultado fue todo lo contrario: en lugar de levantarle el ánimo, lo único que lograron fue aumentar su nerviosismo a lo largo de todo el viaje, haciendo que parezca interminable.

Desde Ruzburg hasta Coldridge, Fiamma y Cerves discutieron constantemente: ya fuera por la comida, el silencio, el lugar o simplemente por el hecho de convivir juntos. Mientras tanto, Rhogus optó por mantenerse en silencio, acumulando todo el estrés del ambiente en su interior, incapaz de mandarlos a callar.

La ansiedad provocada por las peleas constantes, sumada a la abrumadora sensación de estar a punto de reunirse con su familia en cuestión de minutos, amenazaba con desmayarlo. No había podido comer desde la mañana; su estómago se cerraba por la ansiedad, y esa combinación de nervios y malestar lo estaba mareando, haciendo que su visión se volviera cada vez más borrosa con cada paso que daba.

ㅡNo parece estar bien para nada ㅡRío Fiamma, mientras le daba unas caricias en la cabeza que terminaron despeinándoloㅡ. Parece que va a morir.

Cuando Rhogus la conoció en los jardines, nunca hubiera imaginado que su personalidad fuera tan activa una vez que ganaba confianza. Al principio hablaba tranquila, pero en cuestión de horas logró tomar confianza, y desde entonces fue difícil hacerla callar. Esto le hubiera dado algo de tranquilidad a la situación si no fuera porque Rhogus necesitaba estar tranquilo y sumergirse en su propio mundo por unos momentos, pero los constantes estímulos eran más fuertes, sacándolo de su trance.

ㅡ¡Fiamma! ¡Déjalo en paz! ㅡIntentó defenderlo Cerves apenado, consciente del estado de Rhogusㅡ. No tiene cara de estar muriendo, tiene cara de que te quiere mandar a la mierda y no se anima.

Rhogus soltó un suspiro y volvió a subirse a Queso, ignorando la discusión que empezaba a surgir a sus espaldas.

Esta vez, estaba montando al caballo de Kieran; se lo prestó con el objetivo de brindarle algo de calma, para que Rhogus sintiera su presencia, aunque estuvieran separados por la distancia.

ㅡVayan a dar una vuelta por Coldridge ㅡPropuso Rhogus, preparándose para cabalgarㅡ. Al anochecer nos vemos aquí. Necesito ir solo.

La disputa cesó. Fiamma y Cerves asintieron con la cabeza y se despidieron de él. A pesar de tener órdenes estrictas de no dejarlo solo, sabían que Rhogus debía tener su privacidad al reencontrarse con su familia. Cerves quería estar allí por si lo necesitaba, pero decidió que lo mejor era darle su espacio y confiar en él, permitiéndole sanar por su cuenta.

«Necesito a Kieran» pensó, mientras avanzaba en su caballo, acariciando el cuello del animal.
Rhogus dejó que sus pensamientos se centraran en Kieran. Quería calmar la ansiedad que crecía en su estómago, así que se repetía las palabras reconfortantes que le daba y recordaba sus cálidos abrazos, donde siempre le aseguraba que todo estaría bien. Aunque se sentía devastado por su ausencia, logró esbozar una sonrisa en el camino.

El rastro del heredero [+18] (En pausa) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora