10. Preguntas

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-¿Entonces no la has visto?- doy un golpe suave en la mesa mirando con frustración al hombre -Que no, no la he visto por décima vez- niega suavemente mientras escribe en su libreta -¿Dónde está tu compañero? Él se veía que sabía hacer su trabajo y no me trataba mal sabiendo lo que estoy pasando- niega de nuevo sin verme y de nuevo abre la boca -¿Estaban molestos?- me paro de la silla y comienza a estirarme mientras intento calmarme -No- por fin voltea verme -¿Querías hacerle daño a...?- lo interrumpo -Nunca-

-Déjalo ir, solo lo estresas y no creo que hoy averigüemos algo- Andrés me toma del brazo y me conduce fuera de la oficina -No se debe preocupar haremos todo para encontrarla- asiento lentamente –Gracias- el hace una mueca y me toma por los hombros para que lo vea -No debe salir del país- lo veo con desesperación en la cara -¿Soy sospechoso de algo?- el niega mientras me indica con su mano la salida -Es la rutina solamente, no salga del país y esté atento a cualquier llamada, llámeme si algo pasa y yo haré lo mismo- se da la vuelta pero regresa de nuevo –Entiendo lo que te está pasando te ayudare en todo lo que pueda, si necesitas hablar tienes mi tarjeta- asiento y salgo finalmente.

Conduzco a casa con la mirada fija en los recuerdos de la persona que he dañado, solo quiero llegar y verte. Aparco fuera de la casa y veo todo apagado ¿Dónde estás? ¿Me has dejado? Si lo has hecho te arrastrare al infierno conmigo.

-Lorenna estoy en casa- enciendo las luces pero como sospechaba la soledad inunda la casa -Lorenna- grito esta vez -¿Quieres dejar de gritar de una puta vez?- te veo salir del baño enredada en una toalla -Hice lo que me dijiste- asientes con una sonrisa en tu rostro y te sientas en el sillón indicándome que me siente a lado tuyo.

-¿Preguntas?- asiento -Mas de las que me gustaría- me miras fijamente -¿Que has respondido?- busco tu mirada fugazmente -Lo que me has dicho, no sabía dónde estaba y que me preocupaba por ella- asientes y me das un golpe en la cabeza como si fuera un perro -Bien hecho- te levantas y caminas hacia nuestro cuarto, diez minutos después sales vestida con tu pijama.

-¿Y ahora que se supone que haga?- te encoges de hombros -Lo de siempre cariño, ir al trabajo, comer, salir con tus amigos, pero siempre con esa mirada de preocupación- un hueco en mi estómago se hace presente -Constantemente revisa el celular como si esperaras algo inclusive mañana coméntales a todos y llora sobre todo llora demasiado- asiento –Andrés, un oficial me ha ofrecido su ayuda en cualquier cosa- levantas una ceja y te ríes un poco asientes y me tomas de la mano.

-¿Recuerdas como lloraba la primera vez que me golpeaste?- volteo a verte pero contrario a lo que pensé estas sonriendo -Dijiste que no hablaríamos de eso- niegas y sueltas una risa que me enferma -¿Recuerdas la primera vez que me diste un puñetazo?- me tapo los oídos y desvió la mirada -Bueno, yo si recuerdo como lloraba, llora igual si puedes, inclusive te puedo golpear si así lo prefieres-

Me levanto y te tomo del brazo acercándote a mi cara -Repítelo- niegas mientras me das un beso en la nariz -Al final tenían razón todos sobre todo Daniel, estás loco- rio y te tomo de las mejillas -¿Y tú que has escondido un cuerpo como estas?- entrecierras los ojos y me das un suave beso en los labios -¿Y tú que la has acuchillado como estas?- susurras sobre mis labios -Te diré como, como un puto enfermo- te zafas de mi brazo y escucho tus pasos en nuestro cuarto y después un grito, sonrió levemente, lo sabía cómo una puta enferma.

Lineas paralelasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora