12. Ángela

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Camino por los pasillos del supermercado intento enfocarme y no sentir lo que últimamente ronda mi cabeza: pánico, tal vez debería visitar un psiquiatra o algo parecido, hago una nota mental para preguntarte sobre eso una vez que regrese.

-Lo siento no vi por donde iba- bajo la mirada y veo a una chica con el cabello negro y largo muy lacio, bonita y vestida sencillamente que me ve entrecerrando los ojos -¿Eres Leonardo?- la miro intentado descubrir de donde me suena hasta que recuerdo una de las fotos que cuelga en nuestro pasillo la única que trajiste de tu pasado – ¿Ángela verdad? Lorenna me ha hablado mucho de ti- ella sonríe y señala lo que tengo en la mano –Siempre me hacía comprar de esas- empezamos a caminar los dos juntos por los pasillos.

Me platica brevemente de su vida como azafata y de sus vuelos los pasajeros molestos y luego la conversaciones se vuelcan sobre ti, lo mucho que te extraña, lo que lamenta que se hayan distanciado y finalmente un susurro sobre lo mucho que habías cambiado y como la alejaste–Siempre le haces falta- Ángela se ríe y mira fijamente una paleta de corazón –Ella es muy importante para mí pero no sé cómo seguir a su lado- estoy punto de preguntarle a que se refiere pero en el instante en que me ve sé que hay más dolor ahí de lo normal no lo soporto por lo que le regalo un suave apretón en el brazo que ella responde con un abrazo corto al final nos acercamos a las cajas.

Salimos y noto que sus ojos están llenos de lágrimas –No quiero ni imaginar lo que sientes, yo espero que este bien de todo corazón- me le quedo viendo sintiendo que estoy observando algo que tu deberías manejar, algo que podría mejorar su amistad pero al final me acerco y la abrazo suavemente mientras le toco el cabello –Gracias por tu apoyo supongo- ella se ríe y al final ambos nos separamos –Mira ella y todo esto...- volteo la mirada y se queda callada –Aun es difícil lo siento realmente no quiero hablar de eso- asiente y me acompaña al coche 

–Después podría pasarme por su casa para ya sabes servir de algo soy muy buena cocinando- intercambiamos números y prometo llamarla ella me despide con una sonrisa, con razón la chica guarda un lugar en tu vida es como un pequeño sol.

Llegando a la casa desempaco todo cuando te veo salir del cuarto con un libro que tiras en el sillón, te acercas y me quitas las cosas de la mano –Conocí a Ángela en el supermercado- detienes tus movimientos y te giras para verme -¿Qué tal?- me siento en el sillón más cercano pero no te quito la mirada –Agradable más de lo que pensé, con razón la quieres demasiado deberías hablar con ella de nuevo la estas dañando- me das la espalda y sigues acomodando la comida –No sabría que decirle- te veo preguntándome cuando empezaras a llorar

–Dice que la dañaste Lorenna- te quedas en silencio mientras colocas en su lugar las servilletas –Esa es su versión- te busco la cara pero tú me evitas -¿Y la tuya?- niegas y algo se cae de tus manos, estas temblando

-Me dijo que podría venir a ayudar, dice que cocina. Creo que solo quiere recuperarte- tiras las bolsas al bote y caminas hacia mi –Tendría otras opciones si eso es lo le importa- te hago una seña para que te sientes a mi lado -¿Celosa? No tendrías ninguna razón a menos que le gusten las personas que parecen muertos en vida- me miras con una mezcla de enojo y diversión –Para nada, pero tu estas recuperando y ampliando tus amistades mientras yo estoy tan puta aterrada a todo momento de tan siquiera salir de la casa por lo que hiciste- estas enojada a punto de golpearme.

-Le diré que venga la siguiente semana- tu mirada denota el enojo que crece dentro de ti –Tal vez me dé un respiro de tener que escuchar un reproche tuyo por cada cosa que hago- caminas a la habitación pero al último momento te das la vuelta –Es día saldré, no soportaría verla y mucho menos a tu lado, ni se te ocurra tocarla o dañarla o te hare sufrir Leonardo no estoy jugando no con ella- me quito los zapatos sin quitarte la mirada 

–A la única que me encanta dañar es a ti, es mi pasatiempo favorito- te lanzo un beso que no puedes ver. 

Lineas paralelasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora