Lineas paralelas

17. Compañía

Me siento durante una hora a esperar a Andrés, su voz dándome ordenes resuena en mi cabeza *No te mueves de ahí Leo déjame salir ni se te ocurra ir solo, voy en camino, espérame por favor* lo obedezco y me siento viendo la carretera hasta que me siento entumecido.

A lo lejos veo las luces de un carro que se estaciona en frente mío y a Andrés bajar corriendo hacia mi auto, salgo inmediatamente y él me abraza en la oscuridad –Lo siento Leo, no tenías por qué recibir una llamada así- me acomodo entre sus brazos y lloro pero no por lo que él cree.

-¿Deberíamos ir o esperaremos a alguien más?- me obligo a preguntar después de unos minutos llorando, él me aleja de su cuerpo y me limpia las lágrimas con su suéter –Iremos primero, quiero asegurarme que es donde pienso- asiento y me conduce a su auto, me abrocha el cinturón y por fin partimos.

Después de una hora y media logramos ver la cabaña levantándose entre los arboles –Creo que sería mejor si me esperas aquí Leo- dudo un poco realmente no quiero quedarme aquí solo –Llévame contigo por favor- me observa de soslayo y me indica que salgamos con su mano.

Caminamos hasta la cabaña en silencio y Andrés la recorre brevemente, entramos por la misma ventana que nosotros lo hicimos y me da la misma orden de no tocar nada. Ambos deambulamos por la casa y observo todo con terror, al final nos encaminamos hasta el sótano -¿Estás seguro de querer bajar?- asiento brevemente y ambos bajamos iluminados por su lámpara.

Mi chamarra se atora y maldigo en voz baja, me detengo a la mitad de las escaleras y peleo un poco para que al fin se suelte, volteo en cuanto escucho pasos rápidos subiendo las escaleras –Leo tienes que salir de aquí- Andrés me ve asustado -¿Por qué? Pensé que los dos bajaríamos juntos- doy un paso y otro bajando dos escalones –Sal de aquí por favor Leo- me envuelve en sus brazos y yo comienzo a pelear y a gritar.

Lo golpeo para que me deje bajar y cuando por fin me suelta y bajo dos escalones más lo único que logro ver es un colchón con mucha sangre, ropa que reconozco, un celular que yo mismo obsequie destruido en una esquina y por ultimo un cuchillo expuesto en una mesa –Eso es de ella- mi voz sale entrecortada antes de que los ojos se me llenen de lágrimas –Vámonos de aquí Leo- los brazos de Andrés me envuelven y me obligan a subir las escaleras y después de unos escalones termina cargándome hasta la ventana donde me ayuda a salir y luego me carga hasta el coche.

-Quédate aquí, llamare a mi jefe- no le contesto nada solo me recuesto por completo en los asientos e intento no entrar en pánico, tu dijiste que nuestras huellas no están ahí y tengo que confiar en ti, en que no encontraran nada y podremos ser libres de esto.

-Se tardaran un poco ¿Quieres dormir mientras tanto?- me levanto de los asientos y lo observo -¿Qué pasara ahora?- pone las manos en el auto para poder recargarse y observarme más de cerca –Tenemos las pruebas en su contra, no te preocupes realmente no dudábamos que fuera él pero sin pruebas es difícil armar un caso, solo necesitaremos una declaración tuya por la tarde y entonces ese maldito se refundirá en la cárcel-

-¿Cómo sabias donde estaba la cabaña?- lo puedo notar escalando por sus sentidos está furioso –Aquí han arrebatado las vidas de muchas personas, la mayoría de ellas inocentes- él se pasa la mano por la cara y noto en sus ojos la desesperación –Tú también puedes hablar conmigo, creo que en este momento soy tu mejor compañía-

-Aquí mataron a alguien importante para mí, su único error fue intercambiar unas palabras con un tipo y después decir no a estar con él, eso fue lo que me orillo a ser policía- ha comenzado a temblar y dudo mucho que sea por el frio –Fue mi madre y jamás fui el mismo, por eso te dije que te ayudaría solo no quería observar la tristeza en unos ojos tan parecidos a los míos. Perdón por no poder salvarla-

-Has hecho más que cualquier otra persona Andrés, no sé cómo agradecerte tu apoyo- he comenzado a llorar porque me duele dañar a alguien que se ha interesado genuinamente en un dolor que es casi inexistente, él me abraza y en la oscuridad lloramos en los brazos del otro, en la oscuridad le pido perdón por aprovecharme de él y en la oscuridad rezo porque nunca sepa la realidad.