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La semana estaba trascurriendo a una lentitud abrumadora, Juanjo se había pasado los últimos dos días yendo de clases a la biblioteca, sus amigos se habían quedado flipando cuando vieron al chico tan aplicado y no dudaron en tratar de recordárselo. Era miércoles a las nueve de la noche y Juanjo todavía no había pisado su piso, desde luego el hecho de ponerse las pilas con el examen había funcionado en su estrategia de mantener cierta distancia con el chico del bigote. Habían hablado un par de veces por whatsapp y el pequeño le había tratado de subir los ánimos a Juanjo e incluso le había preguntado si tenía algún rato libre, pero el maño se obligó a responder que no, aunque su corazón gritase que para Martin siempre habría tiempo.

Juanjo cerró frustrado la calculadora tras probar a hacer un problema por cuarta vez sin obtener el resultado correcto y decidió que sería buen momento para volver a casa para cenar y descansar. Si alguien le hubiese dicho que estaría en octubre un miércoles en la biblioteca hasta las tantas se hubiese descojonado en su cara, pero tenía que sacarse la carrera. Sus padres habían puesto mucho empeño en que su hijo estudiase y especialmente una ingeniería y no quería defraudarlos por nada del mundo y mucho menos que le cortasen el grifo, así que si tenía que sacrificar algunas semanas con tal de que no tuviesen que pagar una segunda matrícula de alguna asignatura, desgraciadamente no le quedaría más remedio que hacerlo.

PISO DE CHULAS

Juanjo

Hey ya vuelvo para el piso

Quiénes van a ser los mejores amigos del mundo y me van a preparar una cena y una cerveza fresquita para ahogar mis penas?

Bea

Amorch solo porque eres tú

Álvaro

Y porque sabemos el esfuerzo que significa para ti estar encerrado en la biblioteca de la facultad JAJAJA

Juanjo

OS COMO LA BOCA

OS QUIEEEROOO

Sus amigos siempre conseguían sacarle una sonrisa incluso en los peores momentos, así que recogió rápidamente sus cosas y se fue hacía la parada de metro más cercana y ya con el ánimo recargado. Y mientras Juanjo estaba de camino, Bea y Álvaro se pusieron manos a la obra con la cena y decidieron hacer por primera vez una tortilla de patatas. Nada podía salir mal con dos excelentes cocineros como ellos.

—Bua Bea, ¡soy un genio! —exclamó Álvaro mientras pelaba una patata o mejor dicho se peleaba con ella por pelarla.

—¿Qué te pasa a ti ahora?

—Saca la sal y tira un poco por el suelo y por la encimera.

Bea se le quedó mirando como si se hubiese vuelto loco y no pudo evitar descojonarse mientras el sevillano esperaba a que siguiese sus instrucciones.

—Amorch creo que la sal va con las patatas y los huevos, o es que ¿quieres hacer otra de tus limpiezas de espíritus? ¿Notaste algo raro? Si es que sí no me lo digas que luego no duermo por la noche eh.

—Que no Bea, que no hay espíritus ya desde que limpié el piso con palo santo el año pasado, ya no se encienden las luces del salón como si fuese una bola de discoteca. Pero tú hazme caso. Mira, Kiki va ganando la apuesta, yo dije que le daba a estos dos como mucho un mes para empezar a salir y tú si no recuerdo mal dos y medio. Juanjo se ha tirado toda la semana sin vida social así que vamos a intentar acelerar un poquito las cosas—dijo el sevillano guiñándole el ojo a Bea.

Dale Miénteme - JuantinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora