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Martin estaba nervioso, no había interactuado con más gente a parte de Ruslana desde que llegó a Madrid. ¿Y si ya se le había olvidado como se hacía?

Ya chico, seguro que es por eso y no por el tío de la guitarra

Ya estaba ahí otra vez, su subconsciente le tenía que hablar cuando menos se lo imaginaba y para decir cosas sin sentido. Martin trató de acallar esa vocecilla interior y no hacerle caso mientras bajaba a toda prisa las escaleras siguiendo a Ruslana. Cuando llegaron al piso se tomó un momento para respirar profundamente y serenarse, seguro que todo iba bien a juzgar por como habían interactuado todos antes parecía que los vecinos también tenían ganas de conocer a gente nueva y parecían muy simpáticos. Así que el vasco se puso de nuevo la máscara de falsa seguridad que acostumbraba a llevar cuando sabía que los nervios le podía jugar una mala pasada y llamó al timbre con decisión.

A los pocos segundos la puerta se abrió, apareciendo Juanjo con una sonrisa de lado apoyado sobre la pared del pasillo. El vasco aprovechó para mirarlo de cerca mientras sus labios se curvaban ligeramente hacia arriba. Sin duda alguna este chico era más guapo todavía de cerca, pero no era para nada su tipo. Tenía toda la pinta de ser el típico pijo heterazo.

—¿Vais a pasar o que?— dijo Juanjo, quien aunque se dirigió a los dos seguía mirando a Martin fijamente, ¿qué tenían esos ojos que lo habían abducido?

El contacto visual se cortó cuando Ruslana se acercó a Juanjo para darle dos besos y presentarse.

—Hola soy Ruslana, encantada.

—Juanjo, igualmente— le contestó el correspondiéndole el saludo. —Pasa, estos están en la terraza que no se han querido ni mover a saludar.

Ruslana desapareció de la vista de ambos chicos y Martin se acercó lentamente hacia a Juanjo. Notaba terribles cosquilleos en la tripa, la gente hablaba de mariposas pero perfectamente podría haber sido la famosa estampida que aparece en la peli del Rey León. El maño cerró la puerta cuando Martin pasó al interior del piso y se acercó a él para chocarle una mano y con la otra darle unos golpes suaves sobre su espalda.

—Hola bro

Martin se quedó descolocado ante el saludo y las palabras que habían salido de su boca. No había sabido como saludarlo pero sin duda nunca se hubiese imaginado esto.

Definitivamente un buen Cayetano

Hola, soy Martin — contestó intentando disimular su risa. No podía olvidar todos aquellos momentos en los que había hecho bromas con su amiga Arrate sobre los pijos y los heterazos y ahora justo se había encontrado frente a sus narices un 2x1. Eso no significaba que dejase de tener interés en conocerle, pero en cierto modo le hacía mucha gracia la situación ahora mismo. Al separarse ambos se dirigieron a la terraza donde Ruslana ya estaba saludando a la vecina.

—¡Hola!— saludó el otro chico, era bastante más alto que él y bastante guapo, mucho más de su tipo. Además tenía acento andaluz, pero Martin no supo identificar de que parte exactamente. Sin que le diese tiempo a reaccionar, se levantó y abrazó a Martin con efusividad — Soy Álvaro, por cierto.

—Encantado, yo Martin.

El sevillano saludó a Ruslana después, mientras la otra chica se acercó al vasco para darle otro abrazo. Quitando del momento "onvre" como lo llamarían sus amigos de Getxo, la actitud de Bea y Álvaro lo ayudó a relajarse, ambos le trasmitían bastante confianza y parecían muy amigables. Los chicos tomaron de nuevo asiento, mientras Juanjo aparecía con dos sillas más del salón y se las pasaba a los nuevos integrantes del grupo.

—Gracias

Álvaro se levantó también farfullando algo así como —que cabeza la mía— pero parecía estar hablando más para sí mismo que para el resto del grupo. Y al volver trajo un par de vasos más y otro litro de cerveza.

Dale Miénteme - JuantinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora