24

3K 183 9
                                    

—Hugo—contestó Martin tratando de disimular los nervios en su interior y buscó reflejar una apariencia lo más segura posible pese a que por dentro estuviese temblando.

—¿Esas son formas de saludarme después de tanto tiempo Martinxo? —dijo esbozando una siniestra sonrisa.

—Después de lo que pasó ni te mereces que te salude y no me llames así.

—Venga solo quiero hablar, de buen rollo. Lo que pasó fue hace mucho tiempo y de verdad que ha sido una agradable sorpresa verte—dijo mientras levantaba su brazo para pasarlo entorno a los hombros de Martin, pero el pequeño se puso rígido al instante. Trató de zafarse de su agarre, pero el otro chico lo apretó con más fuerza.

—Déjame en paz.

El chico pelinegro se acercó todavía más y Martin sentía la bilis subir a través de su esófago, solo quería buscar una forma de huir de ahí. Buscó con la mirada a alguien que pasase por la calle a quien pudiese pedirle ayuda, pero desgraciadamente era aún demasiado temprano como para encontrarse con alguien, especialmente después de haber sido fiesta el día anterior. Hugo tenía la mirada clavada en el del bigote y eso ponía a Martin cada vez más nervioso, no tenía forma de salir de allí. No quería que Hugo se acercase, ni que le hablase ni tan si quiera que le mirase y sin embargo en menos de dos minutos ya había hecho todas esas cosas que inundaban sus pesadillas en algunas ocasiones.

—Vamos a tomarnos un café como solíamos hacer y hacemos las paces.

Tan solo escuchar la voz de Hugo el estómago de Martin se revolvía, así que se armó de todo el valor que había guardado bajo llave durante su relación con ese ser tóxico y asintió con la esperanza de que este aflojase su agarre y le permitiese huir, pero no pasó. Tiró de él aún cogiéndole por los hombros y lo fue conduciendo por la gran avenida a la cafetería donde solían quedar. Martin buscó otra solución, aprovechó que el chico estaba distraído para sacar su teléfono y desbloquearlo disimuladamente. Necesitaba llamar a quien fuese, escuchar una voz que no fuese la de Hugo, saber que de esta iba salir bien parado. Así que mientras planeaba el siguiente movimiento llamó a la primera persona que le apareció en la pantalla.

A continuación, guardó el teléfono en el bolsillo de su pantalón y paró en seco ganándose un fuerte tirón por parte de Hugo que lo miró con cara de pocos amigos.

—He cambiado de opinión...Quiero irme a casa—musitó por lo bajo.

—Tarde, ahora vamos a hablar. Le estás dando más importancia de la que tiene amor—le dijo Hugo con un tono áspero.

—¡Que te he dicho que no! —le gritó sacando todo el valor que llevaba dentro, pero lo único que consiguió fue que Hugo le agarrase y le estampase contra la pared acorralándole y su cara quedó muy pegada a la de Martin.

—Esas no son formas de hablar a nadie. Antes no eras así Martinxo, eras más educado.

Martin notaba el aliento de Hugo impactar contra sus mejillas y luchó por que las lágrimas no saliesen. No quería mostrar debilidad, nunca más. Quizá estaba muerto de miedo por dentro, pero no dejaría que Hugo viese de nuevo su vulnerabilidad, así que con toda la fuerza que pudo sacar en ese momento le dio un pisotón en el pie para librarse de su agarre y esto descolocó a Hugo haciendo que el plan de Martin funcionase. Este último en cuanto tuvo la oportunidad empezó a caminar rápidamente hasta el final de la larga avenida.

—¡A ti que cojones te pasa!

Escuchó los gritos desde detrás suyo y se giró discretamente solo para confirmar que efectivamente le estaba siguiendo. Su corazón latía con fuerza y el miedo había vuelto a instalarse en sus entrañas, pero esta vez no dejaría que lo paralizase. Nunca más se dejaría pisotear por nadie, nunca permitiría que le volviesen a tratar así, no lo merecía.

Dale Miénteme - JuantinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora