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Era domingo y Martin se levantó de mejor humor que cualquier día normal. Había quedado con Juanjo para irse de picnic. Últimamente notaba que las cosas iban bastante bien con respecto al maño, se sentía cada día más cómodo a su lado y sabía que era mutuo por lo que no podía esperar para tener esa cita con él. No sabía si a eso se le podía llamar cita si quiera puesto que no eran nada más que amigos con derecho, pero las cosas fluían cada vez más entre ellos y no podía evitar sentirse ilusionado.

Si bien no se habían visto desde el jueves que habían salido de fiesta con sus amigos, habían estado hablando por teléfono en varias ocasiones durante el fin de semana. El día anterior el vasco lo había pasado con sus queridas Ruski y habían hecho un maratón de sus películas. Desde que les había contado lo sucedido con Hugo, ninguna de las había querido dejarle solo ni un momento, se sentían terriblemente mal por no haber estado ahí cuando el chico más las necesitaba, pese a que él no se lo echaba en cara ni mucho menos. Sin embargo, esa tarde-noche con ellas le vino más que bien a Martin para despejar su mente en la que a veces aún se colaban los recuerdos dolorosos del encuentro de la semana pasada.

El chico llamó a la puerta de Kiki quien le abrió con los ojos llorosos.

—¡Kiki!—dijo abrazándole—¿Qué ha pasado?

—Ay Marts, I'm dummy.

—¿Qué? Ni se te ocurra pensar eso Keeks. Eres una de las personas más inteligentes que conozco.

La menorquina escondió la cara en el cuello de Martin y apretó más su abrazo.

—Ayer por la noche me escribió Vivi, ¿recuerdas que te hablé de ella? Mi antigua compañera de piso—el vasco asintió recordando la historia—pues me dijo que me echaba mucho de menos, que nada era igual en el piso y... Me ilusioné too much, estuvimos hablando hasta las tantas por teléfono y poniéndonos al día.

Martin se separó de ella para cogerle de la mano y dirigirse al salón. Tras acomodarse en el sofá, el chico la miró esperando a que continuase contándole aquello que la atormentaba.

—The thing is that... Yo no tenía nada que hacer y ella tampoco así que me fui para el piso después del maratón, no tenía sueño y me apetecía mucho verla. Al llegar todo fue bien, aunque era raro volver a estar ahí sin mis cosas tiradas por todos los lados—sonrió triste mientras se sorbía los mocos.—Pensaba que lo que sentía por ella se habría difuminado con el tiempo, pero al parecer no y entre unas cosas y otras le pregunté quien era su nueva roomie y me empezó a decir que estaba viviendo con su novia—dijo con la voz rota mientras seguía llorando desconsoladamente.

Martin la volvió a abrazar y dejó caer un beso sobre su cabeza.

—Keeks, no tenías ni idea de que eso iba a pasar no te puedes culpar por tener sentimientos hacia otra persona.

—Ya lo sé, pero es que duele... Tanto...

—Venga voy a prepararte tu desayuno preferido, tu despierta a Rusli. Ya verás que después del pedazo de Alpro todo se ve más claro y si necesitas hablar, desahogarte o lo que sea siempre me vas a tener ahí cuando necesites.

—Gracias Marts, eres el mejor.

Martin preparó el desayuno para los tres y cuando estuvo listo lo llevó al salón donde tomaron cada uno sus asientos habituales y tanto Ruslana como él trataron de consolar a Kiki lo mejor que pudieron. No fue una tarea fácil, pues ambos estaban al tanto de los profundos sentimientos de su amiga hacia Violeta, al parecer era un secreto a voces y hasta la novia de la granadina lo sabía, todos menos ella. Martin pensó que era una situación de mierda la que le había tocado vivir a su amiga, pero ella era mucho más fuerte de lo que el resto se pensaban.

Dale Miénteme - JuantinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora