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En cuanto Martin había salido del piso Juanjo se acercó para coger el paquete de tabaco y sacar un cigarrillo. No daba crédito a lo que acababa de pasar, ¿cómo un día tan perfecto se había torcido tanto? Estresado por la situación, había tratado de hacer verdaderos esfuerzos por no darle importancia a sus palabras y sentía que conforme había seguido hablando solo había hecho que empeorar las cosas.

Salió de la habitación y llamó a Álvaro y Bea rezando para que aún no estuviesen dormidos y agradeció al cielo que ambos saliesen de sus respectivas habitaciones casi al instante.

—¿Nos hacemos un cigarrito?

—Claro, eso ni se pregunta. Oye, ¿y Martin?

—Se ha ido —respondió a Bea con voz abatida.

Ambos le miraron sorprendidos ante su respuesta pero entendieron que el chico necesitaba hablar con ellos por lo que los tres salieron a la terraza con sus respectivos pitis ya liados.

—La he cagado—susurró pues no quería hablar muy alto por si alguno de los Marruski se asomaba al balcón.

Bea y Álvaro intercambiaron miradas por un par de segundos y luego volvieron a dirigir la atención hacia el maño.

—¿Otra vez Juanjo?—dijo Álvaro después de soltar el humo. No lo había dicho con mala intención, pero se estaba cansando de que su amigo cometiese error tras error en lo que respecta a la situación con Martin.

—Por favor no estoy para broncas ahora, me siento fatal.

—¿Qué ha pasado amorch?—inquirió Bea con más tacto.

—Joder, es que ni me he dado cuenta hasta que lo he soltado. Te juro que ese pensamiento no lo había tenido hasta ahora, simplemente salió por mi boca como si no lo pudiese controlar y...

—Juanjo, para el carro. ¿Qué le has dicho exactamente?

Juanjo se obligó a relajarse mientras daba una larga calada y miraba al balcón del piso de arriba donde estaría Martin, ¿cómo podía estar a escasos metros suyos y a la vez sentirse tan lejos?

—A ver... Yo estaba abrazándole y dándole las gracias por hablar con Mamen y me ha empezado a decir cosas muy bonitas, y yo... Joder bueno no lo he pensado y cuando me he dado cuenta le había soltado que le quería.

Habló nerviosamente, sentía las palabras torpes y se estaba muriendo de vergüenza al confesarse a sus amigos. Esperó su reacción que no tardó en llegar en cuanto escucharon sus ultimas palabras, por su parte Bea gritó llevándose las manos a la boca al darse cuenta de que el susodicho le podía haber escuchado y Álvaro miraba a Juanjo como si de pronto le hubiesen salido tres cabezas y tentáculos por la espalda.

—Júralo—dijo Álvaro aún sin dar crédito.

Juanjo siempre se había burlado de su amigo por enamorarse y no podía creer que al fin le hubiese tocado a él vivir esa situación de la que había intentado rehuir siempre y además con Martin. El sevillano se alegraba por su amigo, por el hecho de que al fin no se pusiese barreras por sentir cosas hacia otra persona. Pero el maño estaba al borde del colapso, asintió avergonzado.

—Es que dios... No me bastaba con decirle te quiero, sino que añadí un mucho detrás.

—Ay mi Juanjo—dijo Bea emocionada—pero eso no es malo, me alegro de que por fin aceptes tus sentimientos hacia Martin y no trates de negarlos. Has sido muy valiente de verdad.

—Ni valiente ni hostias en vinagre Bea. Lo he dicho sin pensar, sin darme cuenta. Además, él se ha quedado pálido cuando me ha escuchado, tendríais que haberle visto... Tenía una cara de susto... Joder, es que por qué no paro de cagarla, estoy harto de verdad.

Dale Miénteme - JuantinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora