2. La primera conversación

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Después de aquel primer encuentro, me olvidé de Xochitl. Estuve ocupada cuidando a mi hija, a mi matrimonio y el cargo de secretaria del medio ambiente. Fue ahí donde me acerque más a Andrés Manuel López Obrador y supe que tenía que mantenerme cerca de él para seguir avanzando en el mundo de la política. El tenía una chispa que atraía a la gente y tenía la certeza de que en algún momento, terminaría siendo presidente de México.

Conforme me fui metiendo más en el mundo de la política, me dí cuenta de que nadie estaba limpio y que cualquier error podría destruir mi carrera. Me asesores psicológicamente para saber que hacer en caso de que ocurriera algún error, para no caer en depresión.

Aunque mi esposo y yo éramos políticos, pocas veces podía hablar con el sobre ese tipo de temas, ya que el prefería ir planeando las cosas sobre la marcha. A veces me sentía sola en mi matrimonio.

Mi hija se acababa de ir a estudiar al extranjero. Me refugie en la religión (irónico, ya que yo era una mujer de ciencia).

En varias reuniones, veía a Xochitl a lo lejos, pero jamás cruzabamos más de un saludo. Fue hasta que un día que la reunión fue cancelada, que me sentía sobrepasada por la soledad, que decidimos salir juntas. Yo estaba a punto de irme cuando Xochitl me invitó por un café.

Fuimos a una cafetería oculta dentro del centro de la ciudad, atendida por dos señores mayores. Xochitl parecía que había subido de peso desde que habíamos entrado al mundo de la política, pero se veía feliz.

—¿Cómo te ha ido? —Le pregunté.

Xochitl me regaló una sonrisa, con sus dientes torcidos. Su cara carecía de arrugas e irradiaba felicidad. Me pregunte si ella me vería como alguien que estaba deprimida.

—Nada mal. Este mundo está podrido.

Rei.

—Claro, yo tampoco he encontrado a nadie que esté limpio en esto de la política. Hasta dudo de mi propio marido —Dije, sin pensarlo. Xochitl se rio a carcajadas.

—Ya, por suerte mi esposo no está involucrado en este tema. Pero te entiendo, yo tampoco se hasta que punto la empresa de mi marido está limpia —Respondio Xochitl mientras miraba hacia la cocina de la cafetería—. Al menos aún puedo confiar en mis niños.

—¿Que edad tienen? Desde que se fue mi hija de casa, me siento un poco sola. Ella siempre me escuchaba cuando le contaba los problemas del trabajo.

Xochitl le dió un sorbo a su café.

—La mayor esta estudiando la prepa y mi chiquito apenas tiene 5 años. A veces lo llevo a las reuniones, ¿no lo has visto? —Me preguntó. Sus ojos castaños cruzaron mirada con los míos y sentí cierto nerviosismo. Claro que había visto al niño de cabello castaño y piel clara, pero jamás lo habría relacionado con Xochitl.

—Si, si lo he visto, pero no pensé que fuera tu hijo.

Xochitl se rio. Ella se reía demasiado y desee ser menos rígida, menos fría e indiferente.

—El salió güerito. Cómo su papá. Si quieres, en la próxima reunión, lo traigo para que lo conozcas y vamos al parque hundido. ¿Que dices?

Dado que no tenía mucho que hacer saliendo del trabajo, acepté. Siendo sincera, extrañaba tener a un niño a quien cuidar y creía que a lo mejor eso podría hacerme sentir mejor.

Tras la cuarta transformación (clauchitl)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora