19. El rencor

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Estaba en una cafetería cercana a la camara de diputados, me había escapado un momento para serenarme. Había pedido un postre de frutas y un espresso, pensando en que eso me ayudaría a distraerme de todo el estrés del trabajo.

—Alcaldesa, cuánto tiempo.

Levanté la mirada y me encontré ante el diputado Maynez, con una corbata naranja, un traje azul y esa sonrisa que me causaba escalofríos. Se veía mayor pero aún seguía imponiendo esa seguridad que me había mostrado desde el primer día que habíamos conversado.

Sonreí incómodamente, sin mostrarle los dientes. Sentí todo mi cuerpo tensarse ante su presencia.

Se sentó en la silla frente a mi, como si fuéramos amigos de toda la vida.

—No lo invite a sentarse, diputado —Dije, manteniendo mi fría mirada sobre él—. Estoy esperando a alguien más.

—Supongo que su cita ya va demasiado atrasada, alcaldesa, porque lleva aquí sola más de 45 minutos —Dijo, aún con esa sonrisa espeluznante. El saber que me había estado vigilando me hizo sentir escalofríos. Cerré los ojos y dirigí mi mirada hacia la izquierda.

—¿Qué quiere?, ¿Va otra vez a prometerme pruebas que jamás me llegarán? —Pregunte, mientras entrecerraba los ojos—. ¿A qué está jugando, diputado?

El diputado Maynez borro su sonrisa y se inclino hacia mi, intrigado.

—¿A qué se refiere, alcaldesa? Las pruebas llegaron a su correo electrónico el día que acordé mandarle la información—Dijo Maynez, mientras sacaba rápidamente su celular. Sonreí, sabiendo que no tenía forma de probar lo que decía.

—Ya basta de bromas, no hay manera de que tenga pruebas —Dije, con una gran sonrisa, mientras el diputado me mostraba que efectivamente, el correo habia sido mandado a mi dirección. Mi sonrisa se desvaneció.

—Alguien debió de borrarlo.

Sentí como si todo el color de mi rostro se desvaneciera y me sentí pequeña. La mirada lunática de Maynez me hacía sentir aún más perdida.

—No, es imposible. Solo yo tengo acceso a ese correo —Murmure. Maynez me indico que leyera el correo desde su celular.

—Puede que usted no quiera saber está información, ¿quiere que se la envié a alguien de su equipo?

—No, no puede ser tan malo —Dije, tratando de modular mi voz para que no notara mi nerviosismo.

En resumen, el informe mostraba que la empresa OMEI era la que había sido la causante del desastre que casi me había arruinado la carrera. Esa empresa, le pertenecía a Xochitl.

Mi estómago se revolvió, sentí como si el piso se moviera. Las pruebas mostradas en el informe eran irrefutables.

Las preguntas que rondaban por mi cabeza eran: ¿desde cuándo ocurre esto?, ¿era falso el amor de Xochitl hacia mi?, ¿cómo era posible hacer algo como eso a la persona a la que amas?

Mis manos empezaron a temblar mientras  le regresaba el celular a Maynez, tratando de procesar lo que había visto. Cada párrafo del informe se había quedado clavado en mi mente y tenía la sensación de que jamás olvidaría ninguna de esas palabras. La traición siempre estaría en el fondo de mi mente.

Sentí mis ojos inundarse de lágrimas, pero me contuve ante la presencia de Maynez, que observaba mis reacciones con una expresión que parecía mezclar desprecio y satisfacción. Se inclinó un poco más cerca, aprovechando que estaba demasiado impactada para reaccionar.

—Parece que la alcaldesa estaba confiando en la persona equivocada.

Recapitule a la noche de la inundación y entendí. Claro, Xochitl era la única persona que tenía conocimiento sobre el email que esperaba recibir con los datos de todos los involucrados en la tragedia y era la única persona en mi casa... Recordé su cara de nerviosismo en el momento en que le expliqué que tenía que revisar el email, sus intentos para distraerme del trabajo y mi repentino desmayo.

Había sido la que creía el amor de mi vida, la que me había traicionado.

Me lleve la mano a la frente, intentando procesar las cosas. Andrés Manuel y Marcelo Ebrard siempre habían tenido razón y había sido una estúpida al no darme cuenta que estaba durmiendo con el enemigo.

Maynez se levantó de la mensa y antes de irse, dijo:

—Aunque no estoy seguro de la relación que sostiene con Xochitl, creo que tiene derecho a saberlo —Dijo, mientras me miraba con lastima—. Ella no se ha divorciado... Su esposo se fue a un viaje muy largo de negocios a europa... Pero ellos siguen juntos.

Cerré los ojos con fuerza. No podía creerlo, el pecho me ardía y empecé a tener arcadas.

Me levanté y corrí al baño de la cafetería, para tratar de calmarme. Deseaba que fuera una horrible pesadilla... Me arrepentí de haber leído aquel email en vez de pedirle a Maynez que se lo mandará a alguien de mi equipo.

Inhalé profundamente, intentando contener las lágrimas. La confianza que había depositado en Xóchitl, la seguridad que sentía a su lado, se desmoronaban.

“¿Cómo fui tan ciega?” me susurré a mí misma, luchando por encontrar pistas en mis recuerdos. Las palabras de Maynez resonaban en mi cabeza como un eco implacable: “Su esposo se fue a Europa… pero siguen juntos.” De repente, cada momento compartido, cada caricia, cada susurro al oído, se teñían de falsedad y manipulación. ¿Había sido solo un juego para ella? ¿Una forma de acercarse a mí para proteger sus intereses y asegurarse de que nunca descubriese la verdad?

Mi cuerpo temblaba mientras recordaba el día de la inundación, la forma en que Xóchitl había intentado distraerme, su aparente nerviosismo. Ahora, todo parecía tener un sentido oscuro. No solo había borrado el correo para encubrir a su empresa, sino que también había manipulado mis sentimientos.

Pero no lo entendía, ella me había conocido en un momento en el que yo no era nadie en la política. Me había dado sus brazos en mis peores momentos, ¿como era posible que ella fuera mi enemiga?

"Se convirtió en algo más grande,
en algún lugar de la neblina
tuve la sensación de haber sido traicionada".

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jiji

Gracias por todo su apoyo, prometo no tardarme para actualizar vvs 🙏🙏🙏

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⏰ Última actualización: 2 days ago ⏰

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Tras la cuarta transformación (clauchitl)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora