2. El niño endemoniado

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Fue un día jueves cuando salimos de una plática sobre quienes serían los siguientes candidatos a la presidencia. Por supuesto, en esa lista estaba Andrés Manuel.

Sali de la reunión pensando en que era bueno que mi esposo fuera cercano al partido de Andrés Manuel, ya que eso me ayudaria en mi carrera. Me pregunte que pensarían mis compañeros de huelga al verme formar parte del mundo de la política, al que tanto criticaba en las reuniones que organizabamos.

Me encontré con Xochitl en el parque, ella iba vestida con un vestido holgado celeste con tejidos artesanales y huaraches cafés. El color le quedaba bien y en mi interior, me pregunte si había elegido representar al PAN solo por el color azul.

Su niño brincoteaba mientras agarraba su mano, lleno de hiperactividad, tenía el cabello de color rubio cenizo, de ese que sabes que se volverá castaño cuando crezca el niño. Me acerque a ellos y salude a Xochitl con un beso en la mejilla, olí su perfume dulce, bastante para mí gusto.

Me agache para saludar a su niño, que solo seguía moviéndose sin parar, como si se hubiera comido una caja de chocolates. El niño me saludó de una manera bastante grosera y creí que en un futuro le traería problemas a Xochitl en la política. Tal vez haría un gran berrinche al ver que su madre perdía en alguna elección y su foto sería subida en la televisión como motivo de burla .

—Hoy tiene mucha energía porque no tuvo clases —Dijo Xochitl, incómoda. Levanté los hombros, porque hasta mi propia hija tenía sus defectos.
Empezamos a caminar por el parque, mientras el niño correteaba con un globo de perro que le compro Xochitl.

—¿Aquí lo traes siempre? —Pregunte, refiriendome al niño.

—A veces, pero la verdad es que es un dolor de cabeza. Prefiero llevarlo a natación para que se canse y deje de estar jugando —Conto. No dije nada, porque yo solía hacer lo mismo con mi hija cuando era más pequeña, solo que con clases de piano—. Una vez, en una iglesia se levantó y dijo que dios no existía. No te imaginas cómo se me cayó la cara de vergüenza frente a todos.

Me reí.

—Ah, lo normal. Yo me aleje de la religión por algo parecido, a mi chiquita le daba repele las reuniones judías y dejé de ir. Ahora que se fue, lo estoy retomando —Explique. Sentía como si hubieran pasado años desde la última vez que había visto a mi hija, pero en realidad, solo llevaba un mes desde que se habia ido al extranjero—. ¿Quien lo diría? Cuando tenía a mi hija aquí, deseaba que se fuera, ahora que se ha ido, la extraño y me siento extraña.

La brisa de la tarde jugueteo con mi cabello corto y rizado. Xochitl me regaló un sonrisa mientras negaba con la cabeza, sin dejar de ver a su hijo.

—Es lo normal. Les damos mucho tiempo de nosotras y cuando se van, ya no sabemos ser mujeres y más en nuestro trabajo.

Asentí.

—Las mujeres en la politica son muy traicioneras. Supongo que ya te ha tocado algo así, ¿No, Xochitl?

Ella asintió, mientras me señalaba una banca frente a unos juegos infantiles. Nos sentamos en ella y Xochitl le indico a su hijo que podía jugar un rato ahí, el niño corrió a los jueguitos y no miro atrás. Era de esos niños que sabes que crecerán y se convertirán en gente mala, pero no sé lo dije a Xochitl, porque, ¿quien era yo para juzgarla? Siempre me habían dicho que era fría y calculadora, nunca me había cuestionado la realidad detrás de eso, pero sentía que con Xochitl podía dejar atrás eso.

—En fin, hay gente que se toma esto como si fuera en serio, no creo que en 20 años haya una mujer con un cargo importante en la política. No sé por qué se preocupan tanto por eso —Critico Xochitl, mientras sacaba unas gomitas de frutas de su bolsa—. Al final, solo es un trabajo y ya.

Le tome una gomita de uvas.

—Pienso lo mismo. En fin, en dado caso de que me vaya mal en esto, pienso dedicarme a la enseñanza, perder en la política no es el fin del mundo —Dije mientras buscaba unos cacahuates en mi bolsa café. El niño de Xochitl estaba gritando como desquiciado en los juegos, pero ninguna de las dos quiso acercarse a ver qué pasaba con él.

—Igual, si fallo en esto, puedo trabajar con mi esposo en su empresa y al final, para mí es un hobby. Claro que no estaría tener un puesto importante...

Xochitl suspiro después de decir eso.

—Pero vivimos en un país misógino, no creo que pase.

Asentí. El viento de la ciudad hacia que el perfume de Xochitl inundara mis fosas nasales y me sentí como si estuviera encima de ella, aunque estuviéramos sentadas lejos.

El saber que ambas no estábamos buscando pelear en el ámbito político, me hizo creer que podía confiar en ella, que podíamos ser amigas y que tal vez ella podría ayudarme a llenar esa sensación de soledad que inundaba mi alma.

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trataré de actualizar más seguido:) gracias por sus comentarios y sus estrellitas, me ponen muy feliz jiji :)

Tras la cuarta transformación (clauchitl)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora