6. Palacio nacional y perfume de jazmines

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Andrés Manuel López Obrador estaba hablando por milésima vez de como le habían robado la presidencia de 2012. Estaba un poco aburrida de escuchar siempre la misma historia, pero sabía que estar al lado de dicho personaje me llevaría a obtener un puesto mejor en el gobierno. Mucha gente decía que parecía un viejo decrépito, pero para mí, era más una persona con buenas intenciones pero pésimas ejecuciones.

No me creía las mentiras de la oposición de que el nos llevaría a ser Venezuela, pero si creía que podía llegar a cometer decisiones anticuadas.

Le lance una mirada de diversión a mi esposo, que estaba al otro lado de la mesa. El sonrió mientras negaba con la cabeza, para después lanzarme un beso discretamente. Lo quería muchísimo, pero a cada paso que daba en el mundo de la política, sentía que nuestra historia tendría un final, porque había cosas que me ocultaba y había cosas que yo también le escondía. Ya no podíamos ser sinceros el uno con el otro como lo habíamos sido en antaño. En cualquier momento, saldría a la luz algo que nos obligaría a divorciarnos.

Mientras Andrés Manuel López Obrador seguía dando su discurso, mire al techo de color caoba pensando en Xochitl y lo último que le había dicho. Me sentía arrepentida, pero tampoco sabía muy bien cómo disculparme, ya que había sido sincera, pues el puesto que había conseguido era gracias a la imagen que se había creado a mi alrededor, la proyección de una mujer decisiva, de carácter fuerte y mirada mortal. Mi pasado como mujer activista de la UNAM había sido ocultado, mis raíces judías, excluidas de mi historia. ¿Quien querría votar por una judía en un país donde el catolicismo manda?

Xochilt era de un partido donde mostrar el amor tradicional era bien visto, en el que las demostraciones de cariño eran excelentes decisiones para campaña política. Por supuesto que no me entendía, porque su imagen estaba basada en su personalidad real, en la de una mujer feliz con un matrimonio católico exitoso, con una hijo y un hijo de valores tradicionales.

-Sheinbaum.

Regrese a la realidad, Andrés Manuel estaba frente a mi, mirándome.

-Perdon, no lo escuché.

-Si ganas las elecciones de Tlalpan, te puedo considerar para que te postules a las próximas elecciones de Ciudad de México como presidenta. Tienes potencial, tu imagen pública es perfecta -Hablo de manera pausada, pero sin quitarme los ojos de encima. Sentí la adrenalina correr por mi sangre y pensé en que sería fantástico gobernar Ciudad de México y recuperar las aéreas verdes.

-Dare lo mejor de mi para ganar, se lo aseguro.

Andres Manuel me regaló una sonrisa, mientras me ponía la mano en el hombro y en voz baja, para que nadie más escuchará, me dijo lo siguiente:

-Alejate de Xochitl, es mala publicidad.

Sentí un escalofrío recorriendo todo mi cuerpo. Trague saliva y sonreí, tratando de mantener la compostura frente a la situación.

Después de eso, la reunión se baso discutir acerca de las propuestas de los candidatos del partido. Me sentía distraída, así que salí de la sala para despejarme. Camine a los baños más alejados del recinto y me quedé afuera, recargada contra la pared, viendo las plantas artificiales de palacio nacional.

Tenía ganas de fumar un cigarro para quitarme el estrés sobre mis hombros. Pensaba en que una disculpa con Xochitl no arreglaría las cosas.

En eso, ví el huipil celeste de Xochitl avanzando por el pasillo. Me quedé pasmada pero no le quite la mirada de encima.

Xochilt al verme entre las plantas artificiales, nego con la cabeza mientras sus comisuras labiales se inclinaron hacia abajo. No dijo nada, paso enfrente de mi y su perfume de jazmines me inundó los pulmones.

La seguí con la vista, hasta que camino unos metros más y decidí alcanzarla. Mis zapatitos de tacón me molestaron al caminar rápido, pero tenía que alcanzarla.

Mis pasos eran callados por la mullida alfombra, así que Xochilt no noto mi presencia hasta que le había tocado el hombro. Xochilt brinco del susto ante mi tacto.

-Xochilt. Perdóname. Fue un impulso, me siento muy presionada ante todo esto porque yo no puedo ser quien soy, porque ya crearon una imagen a mi alrededor -Dije, sin pensar mucho mis palabras. Jamás había estado tan cerca de una mujer que no fuera mi hija, ahí note que Xochilt era más pequeña que yo por alrededor de 20 centímetros, que su piel tenía pocas arrugas, su cabello era castaño sin el uso de tintes, que sus ojos irradiaban un brillo del que te hace querer formar parte de su vida-. Te quiero mucho, eres de las pocas personas que entienden que es ser una mujer en este mundo de políticos. No te alejes de mi... Por favor.

Tome su mano izquierda con delicadeza. Su piel era suave y cálida, sus dedos eran fuertes. El aire estaba inundado de su perfume. Mi cuerpo temblaba ante su respuesta.

Sus dedos se entrelazaron con los míos. Mi corazón se aceleró ante ese movimiento y me quedé paralizada, sin poder creer lo que estaba pasando.

Xochilt se levantó de puntas y se acercó a mi rostro. Contuve la respiración como pude.

Sentí sus labios rozando mi oído. Recordé las palabras de Mariana jurandome que Xochilt era lesbiana y me sentí ingenua.

No podía moverme, no podía respirar, estaba pasmada ante la situación.

-Hablemoslo en mi casa el fin de semana -Dijo Xochitl. Sus palabras me despertaron del trance y me aleje de ella. Le regale una sonrisa incomoda, me aleje de ella y me dirigí rápidamente a los baños.

No sabía que estaba pasando. Necesitaba huir. Necesitaba entender que era lo que estaba pasando.

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Pidan un milagro, actualice dos veces está semana yeiii. Anyway, gracias por sus votos y comentarios :) <3

Tras la cuarta transformación (clauchitl)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora