Tras la cuarta transformación (clauchitl)

8. ¿Tengo permiso de llorar?

Después de eso, Xochitl me despertó poniendo una gasa con alcohol en mi nariz. Me levanté exaltada, le dije que había ocurrido una emergencia con mi esposo y me fui corriendo para ver qué podía hacer con mi esposo. No le expliqué nada porque estaba demasiado alterada.

Llegué a mi casa, llame a mi hija Mariana, le expliqué la situación en la que se encontraba su papá y le dije que no tenía caso que regresará a México, que yo la tendría informada. Mariana soltó un suspiro de alivio despues de que le dijera que la situación no era tan grave como sonaba. Había decidido suavizar las cosas para que no entrara en crisis.

Ya en casa, me comunique con los abogados que teníamos de confianza mi esposo y yo. Ellos me dijeron que hasta el día siguiente podría visitarlo, pero ellos ya habían controlado la situación.

Sentía que el corazón se me salía del pecho, la adrenalina la sentía al máximo y no podía creer como había terminado en esta situación. Si, había notado que mi esposo compraba cosas más caras, pero no había sospechado de algo así.

Alrededor de las 10 de la noche, me había tomado un té de tila (para relajarme) y tenía puesta mi pijama cuando tocaron el timbre. No sabía quién podría ser, no esperaba visitas y llovía a cántaros.

Me puse un abrigo rojo y salí sin paraguas a abrir la puerta. Me encontré con Andrés Manuel López Obrador ante mi, con una guayabera blanca y con cara de cansancio.

—Oh —Murmure mientras buscaba la llave que abría la puerta de la calle. Andres Manuel no dijo nada, solo se quedó quieto mientras miraba mis manos temblar ante la búsqueda de la llave correcta.

Finalmente, logré encontrarla y lo invite a pasar. No dijo nada, solo se dirigió dentro y tomo asiento en mi sala.

Le servi una taza de té, me senté en el sillón frente al suyo. Estaba incómoda en mi propia casa y sentia que en cualquier momento, todo lo que había construido en años, se caería.

—Hemos logrado detener la publicación de ese video en los medios, Claudia —Dijo AMLO mirando fijamente el retrato familiar que colgaba en la pared de la sala.

—Muchas gracias. No sabe cuánto se lo agradezco.

—Pero aún así, tienes que divorciarte de Carlos—Dijo mientras sentía como mi cuerpo se tensaba. ¿Dejar al amor de mi vida, con el que había compartido casi 20 años de relación?

Presione mis manos contra el sofá, conteniendo el estrés.

—¿Pero si el vídeo no es oficial, por qué tendría que hacerlo? —Susurre.

—Es inevitable que el vídeo se publique... Solo hemos logrado detener que se propague más la noticia. Y si quieres pelear en futuro por la gobernadora de la Ciudad de México, vas a tener que pensar a futuro.

Suspiré mientras apretaba mi mandíbula. Si, me había alejado de Carlos en los últimos años, pero aún así, éramos una buena pareja. No tenía corazón para dejarlo ir.

Andrés Manuel se levantó, agradeció por el té y camino hacia la puerta.

—Piensalo, Claudia. Mañana vendrán unos abogados para que empieces el proceso de divorcio, si es que eso es lo que quieres

Cerro la puerta detrás de si. El sonido de la casa en silencio me hizo sentir miserable, apreté mis labios y comencé a llorar, mientras presionaba mis manos contra el pecho, sintiendo que no podía respirar y que jamás dejaría de sentir dolor. ¿Por qué Carlos había sido tan estúpido?

Me deje caer en el piso, llorando desconsoladamente ante la idea de estar sola para siempre. Tenía que elegir entre el amor de mi vida y los sueños que le daban
razon a mi existencia.

Semanas después...

Me encontraba frente a Xochitl en una cafetería de Polanco, en la zona más recóndita del local, ya que nos estábamos escondiendo de los periodistas.

Xochitl estaba comiendo unos hot cakes con zarzamora y miel, mientras me escuchaba atentamente, pues le estaba contando las razones por las que había decidido divorciarme tan repentinamente.

—No se si yo podría hacer lo mismo —Dijo Xochitl, después de que terminara de hablar. Suspiré mientras revolvía mi café.

—Es lo que tengo que hacer para ser alcaldesa de Tlalpan —Murmure. Los oscuros ojos de Xochitl me miraron con compasión y me tomo las manos. Sentí la sangre subirse a mi rostro y me gire para ver si alguien estaba prestando atención a lo que estaba ocurriendo entre nosotras.

—Clau, lo que decidas hacer, está bien —Dijo Xochitl—. Cualquier cosa que elijas, estará bien y estaré ahí para apoyarte. Te lo prometo.

Sentí mis ojos ponerse llorosos y como un nudo se me formaba en la garganta. ¿Como se suponía que me alejaría de alguien a quien aún quería?

Cuando visite a mi esposo en la delegación y le dije que teníamos que separarnos, solo me miró fijamente, me dijo que siempre había sido una mujer fría y sin corazón, que la política me había corrompido. Me deseo suerte en mi carrera y me pidió que jamás volviera a buscarlo.

Apreté las manos de Xochilt mientras mordía mis mejillas, conteniendo las lágrimas.

—En realidad, me duele en el alma dejarlo ir—Murmure mientras miraba fijamente la taza de café. Mi respiración se alteró, sentía que en cualquier momento empezaría a berrear y a llorar, rogandole al universo que cambiará las cosas.

—Ey, ey, Clau... Todo estará bien, te lo prometo. Si quieres llorar, hazlo —Murmuro Xochitl mientras colocaba su mano en mi mejilla. Sus manos eran robustas y me hacían sentir protegida.

Sin querer, algunas lágrimas salieron de mis ojos y cayeron en la mesa de madera. Xochilt tomo una servilleta y comenzó a limpiarme la cara con cuidado, evitando que el rimel se corriera.

—Me siento tan vulnerable —Dije, evitando los ojos oscuros de Xochitl.

—Estaras bien, te lo prometo. Voy a estar aquí para ti, siempre.

Voltee la mirada hacia ella, ella me estaba sonriendo, yo le devolví la sonrisa, mirandola a sus ojos oscuros que brillanban de amor o algo parecido. Le apreté la mano y mis labios dijeron algo parecido a un "te quiero".

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