18. Dudas

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Movía mi pierna con nerviosismo. La rueda de prensa me había dejado alterada y no sabía cómo podría continuar con mi relación con Xochitl. Era complicado, demasiado difícil.

Me encontraba en la oficina que me habían asignado y aunque tenía mucho trabajo que hacer, me sentía incapaz de iniciarlo por el estrés que me provocaba la situación. Había cajas y cajas de papeleo que requería mi atención, pero no sabía que hacer.

—Clau —Dijo Xochitl, mientras entraba a la oficina. Sonreí, tratando de fingir que todo estaba bien.

Llevábamos viviendo juntas 6 meses, Xochitl me había apoyado desde el fraude que había ocurrido en mi mandato como gobernadora de delegación, había estado en mi campaña para ser alcaldesa de la ciudad de México y a pesar de que no era de mi partido, era la mejor mujer que podía desear a mi lado.

Pero, por supuesto, el país no estaba listo para aceptar el romance entre dos mujeres. Quería gritar que éramos algo más que compañeras de trabajo ante todos, pero no podía hacerlo.

—Hola, Xochitl —Dije, tratando de que mi mirada no se cruzará con la de ella, porque sabía que si eso pasaba, Xochitl notaria que estaba preocupada.

—¿Te gusta tu nueva oficina? Es muy amplia. Me gusta la decoración —Dijo, mientras miraba toda la habitación con admiración.

—Si, es bonita. No he tenido tiempo de desampacar —Dije dirigiendo mi vista a las cajas llenas de papeles—. Estoy ocupada checando algunos papeles.

—¿De lo de la inundación? —Respondio rápidamente Xochitl —. Ya deberías soltar eso, es pasado.

Iba a responder que no, que ya ni siquiera tenía el archivo de esa tragedia pero me quedé sorprendida al ver que ella lo estaba mencionando, así que decidí pretender que seguía en investigación eso para culpar mi estrés a ese tema.

—Hubo muchas familias afectadas, no puedo soltarlo tan fácil. Me comprometí con ellas a pagarles todos los daños, Xochitl —Explique—. A encerrar a todos los responsables.

La expresión de Xochitl, se endureció. Sus ojos cafés, que casi siempre me inspiraban confianza, se veían sombríos.

—Clau, no lo estás pensando bien. Hay gente poderosa que puede arruinar tu carrera —Dijo Xochitl, con la voz baja. Eso, por alguna razón, me hizo sentir que me estaba amenazando.

Me levanté de mi silla.

—¿Cómo quien?, ¿Sabes algo que yo no sé, Xochitl? —Pregunte, mientras dejaba caer mis manos sobre el escritorio. El sonido sobresalto a Xochitl y la hizo retroceder.

—No... Para nada... Pero ya sabes cómo funcionan estas cosas y yo no quisiera que nada te pasará —Dijo, mientras fruncía los labios en una expresión de tristeza. Se acercó a abrazarme, yo le correspondí, recargando mi cabeza contra su cálido hombro.

—Te amo Claudia. No quiero que nada te pase.

Sentí cómo su abrazo me envolvía, cálido y familiar, pero esa sensación de incertidumbre seguía presente. Sus labios tocaron los míos, pero no podía besarla como siempre, pues no podía quitarme de la cabeza lo que acababa de decirme. Había algo en sus palabras, algo en la forma en que habló de los "poderosos" que me inquietaba. Me daba la impresión de que sabía más de lo que estaba diciendo.

—Yo también te amo, Xóchitl —susurré, cerca de su oído mientras intentaba no pensar las cosas—. Pero no puedo dejar eso así. Le hice una promesa al pueblo.

Xóchitl suspiró, separándose ligeramente de mí. Sus ojos me miraban con preocupación y algo más que no lograba identificar.

—Lo sé, Clau. Pero puedes perder mucho —su voz temblaba, sus manos se sentían frías y eso solo aumentó mi ansiedad. No quería desconfíar de ella, pero sentía que había algo que estaba ocultando.

Me aparté un poco, cruzando los brazos, tratando de procesar lo que estaba diciendo.

—Claudia, por favor, entiende... Hay mucha gente que quiere hacerte daño... Como... —Su voz se desvaneció, como si estuviera debatiéndose internamente sobre si debía continuar o no.

—¿Quién, Xochitl? —pregunté, ahora mirándola directamente a los ojos, buscando alguna pista en su mirada.

—Sabes que a Marcelo Ebrard no le agradas —Murmuro—. Y sabes que hay más personas que desearian tener la protección que tú tienes de AMLO.

Decidí cambiar el tema, porque no quería sentirme más incómoda.

—Está bien, Xóchitl. Hablaremos de esto después —dije, volviendo a mi escritorio y fingiendo que iba a revisar los papeles frente a mí.

Xochitl se encogió de hombros. Se veía más pequeña de lo que en realidad era.

—Claro... Por favor, no tomes decisiones precipitadas—pidió antes de darme un último beso en la mejilla. Su toque me paralizó.

Cuando sonó la puerta que indicaba que ella se había ido, me dejé caer en la silla y miré las cajas de documentos. Había muchas cosas que hacer, pero sentía que tenía que analizar fríamente todo lo que había pasado, porque sentia que algo no andaba bien.

También, seguía ahí el miedo de que nos descubrieran, que alguien notara las miradas que compartíamos. Tenía miedo de que esa relación arruinara nuestras carreras.

Xóchitl había mencionado muchas veces que el país no estaba listo para aceptar a una pareja como nosotras, y ella tenía razón. Yo, Claudia Sheinbaum, la primera mujer en llegar a la gobernatura de la Ciudad de México, la que se había labrado una reputación de ser seria, firme, y dedicada al pueblo… ¿Qué diría la gente si descubrieran que la persona a mi lado era una mujer? No cualquier mujer, sino una política que era del partido político contrario. El escándalo sería inminente, ¿alguien sería capaz de tomarme en serio después de eso?

Me mordí el labio, recordando las veces que habíamos tenido que contenernos en público. Besos robados en oficinas vacías, caricias rápidas cuando nadie miraba...

Y aunque  Xóchitl siempre trataba de mantener la calma, sabía que ella también lo sentía. Ese miedo. Esa constante incertidumbre de si mañana alguien nos descubriría.

México, a pesar de los avances sociales, seguía siendo un país profundamente conservador en muchos aspectos. Y los enemigos que ya tenía en la política usarían cualquier debilidad para atacarme.

Sentí un nudo en el estómago.

Amaba a Xóchitl, pero cada vez que estaba a su lado, sabía que no podía durar para siempre lo que teníamos. ¿Era egoísta por querer seguir con ella a sabiendas que no teníamos un futuro? ¿O lo era por pensar en dejarla para proteger mi carrera?

Me llevé las manos al rostro y solté un suspiro.

El reloj de la oficina marcaba las horas avanzando, y con cada tic-tac, sentía que el tiempo se me acababa.

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QUERIDXS LECTORXS, PERDONENME LA VIDA POR ABANDONARLOS por tantos meses 😭🙏. Se que no hay justificación pero he tenido un bloqueo escritor tremendo y la chambeacion absorbe. Quiero agradecerles por esperarme y estar al pie del cañón conmigo, son unas fieras. Les prometo que la siguiente actualización no tardará tanto, en verdad gracias por sus comentarios porque gracias a ellos fue que me obligue a escribir jiji. Gracias en vdd 🙏🙏😭😭🥺🥺

Tras la cuarta transformación (clauchitl)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora