7. Que se quede el infinito sin estrellas...

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Caminaba despacio por las calles de la delegación Miguel Hidalgo con mis tacones negros. El saco rosa me picaba la nuca y sentía todo mi cuerpo sudar de nervios. Mi mandíbula se encontraba tensa, mi espalda dolía por el estrés y sentía que colapsaría en cualquier momento. Había ido a recorrer algunas de las colonias más pobres de Tlalpan como parte de mi campaña y me sentía agotada de caminar bajo el sol, pero tenía que continuar hasta la veda electoral. Todo indicaba que estaba 5 puntos arriba de mis adversarios, pero Andrés Manuel Lopez Obrador me dijo que no debía bajar la guardia

Aún con todo eso, decidí visitar a Xochitl. Llegué a la dirección que me había anotado en mensaje y vi que estaba frente a una casa con jardín, que parecía sacada de un cuento de hadas.

Inhale aire lentamente y toque el timbre de la reja blanca que separaba la casa de la calle. Sentía que el corazón se me salía del pecho, no sabía exactamente que pasaría. A decir verdad, tampoco sabía porque le había mentido a mi marido sobre el lugar al que iría. El que nada debe, nada teme, ¿verdad?

El porton de la puerta sono y se abrió lentamente. Sentí cada uno de mis músculos paralizarse y no se cómo, logré caminar dentro de la casa. El sonido de mis tacones sobre el adoquín del jardín era tan fuerte que sentía que todo el mundo estaba escuchandome.

Se suponía que era una comida de amigas del trabajo, pero sentia que en el fondo había algo más.

La puerta que daba al interior de la casa estaba abierta. Me asomé, el recibidor era acogedor, lleno de plantas y ventanas que iluminaban la planta baja.

No veía a Xochitl en ningún lado, así que solo me quedé viendo los cuadros que adornaban la entrada. Había algunos diplomas de Xochitl colgados en la pared, fotos de sus hijos y poco más.

De repente, ví a Xochitl asomarse con un huipil rosa y un mandil café.

-¡Claudia! Pásate, por favor. Estoy cocinando, estás en tu casa -Canturreo mientras volvía a desaparecer de mi vista. Entre y limpie mis tacones lo mejor que pude en su tapete de la entrada, por miedo a ensuciar su piso de madera de roble claro. Se escuchaba música de Los panchos de fondo y me pregunte porque Xochilt escuchaba ese tipo de música.

Su casa era muy amplia y acogedora, el tipo de lugar donde te sientes como en tu hogar. Me dirigí al comedor, para tener una mejor vista de la cocina. Tome asiento en la esquina del comedor, Xochilt me ofreció un vaso con agua de horchata.

-Gracias, Xochitl. Te traje un pay de zarzamora... solo quería disculparme por como te respondí ese día en la sinagoga -Dije, dejando en la mesa el pay mientras miraba fijamente la bebida blanquecina. Xochilt se devolvió a la cocina-. Estoy acostumbrada a mantener mi imagen en la política y a veces me siento muy presionada por eso.

Xochitl seguía cocinando algo que parecía pan. Suspiré.

-No debí decirte eso, Xochitl. Somos amigas y actúe de manera impulsiva. Discúlpame.

Xochitl salió de la cocina, con una gelatina que tenía flores por dentro. Se dejó caer en la silla que estaba a mi lado.

-No te preocupes. Lo entiendo, estás muy estresada por la campaña de las elecciones y luego salgo yo a decirte que te muestres diferente. Fui muy imprudente.

Le regale una sonrisa cansada, me sentía agotada por el recorrido del dia. Xochilt comenzó a cortar la gelatina para regalarme un trozo.

-Asi que... ¿Tu hijo también se fue al extranjero? -Pregunte, mientras jugaba con mi anillo de casada. Xochilt asintió mirando hacia abajo, triste.

-Si, es raro que no esté aquí para quejarse de la música que pongo. A él solo le gustaba la música electrónica y odiaba los boleros -Confeso Xochilt. Eso explicaba porque siempre que salíamos Xochitl, su hijo y yo, la música que elegíamos era de tipo Dubstep.

-Ah, eso explica porque jamás escuché que te gustara ese tipo de música -Dije riendo. Xochilt me regaló una sonrisa mientras me entregaba un plato con gelatina.

-La hice especialmente para ti.

Se dirigió a la cocina, escuché que subió el volúmen de la radio y que rebuscaba algo en su alacena. Mientras saboreaba la gelatina de fresa, me quedé viendo por la ventana que daba a su jardín y empecé a prestar atención a la letra de la canción que sonaba en la radio.

"Que se quede el infinito sin estrellas o que pierda el ancho mar su inmensidad"

Recordaba haber escuchado esa canción cuando era niña, pero no recordaba el lugar. ¿En una pesera?. No, había sido en la secundaria, cuando estaba en clases de ballet y la maestra había dejado la radio sonando.

En eso, Xochitl regreso con un cuchillo para cortar el pay que había llevado. Empezó a cortar el pay con cuidado, yo solo la miraba fijamente.

"Pero el negro de tus ojos que no muera"

Sus ojos se cruzaron con los míos. Tuve miedo de que Xochilt se cortará con el cuchillo.

"Y el canela de tu piel se quede igual"

Trague saliva. Desee poder detener el tiempo y quedarme para siempre así con Xochitl. Me importaba mucho ella. La quería demasiado y tal vez, estaba dispuesta a dejar mi carrera política para solo quedarme con ella.

Tome aire para hablar, pero el sonido de mi teléfono me detuvo. Lo saqué de mi saco para colgar, pero en cuanto vi el nombre del contacto, supe que había problemas.

-¿Bueno?

-¿Claudia? -Dijo Andrés Manuel López Obrador al otro lado de la línea.

Xochilt se quedó paralizada.

-Si, soy yo, ¿Hay algún problema? -Pregunte, nerviosa.

-Acaban de filtrar un vídeo de tu esposo recibiendo más de 350 mil pesos de un empresario argentino. Está detenido en la delegación.

Me quedé callada, estaba en shock. Sentí que de repente, la casa de Xochitl era más blanca de lo que debía ser, que el piso estaba muy cerca y de repente, perdí el conocimiento.

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Hola, perdónenme por no actualizar, he estado ocupadisima😭 trataré de actualizar hoy mismo, gracias por tanto apoyo y amor jsjjsjs ❤️

Tras la cuarta transformación (clauchitl)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora