Newt.
Thomas me lleva a un jardín que se extiende por detrás del hospital, el mismo que atravesé esta mañana cuando salí a correr. No me había fijado en lo bonito que es, pero es una preciosidad. Aunque respira un aire caótico de paisaje silvestre, tiene senderos y macizos de plantas, y no se ven malas hierbas; está claro que algún jardinero ha supervisado el desarrollo de este hermoso desorden controlado.
-¿Qué es eso? –pregunto.
-Una estatua del Eldest de la época de la epidemia.
-Entonces, ¿todos los líderes reciben el nombre de Eldest?
Thomas asiente.
-Pues vaya método más idiota –refunfuño–. Así no hay forma de saber quién es quién. ¿Cuántos Eldests ha habido?
-Pues... la verdad es que no lo sé.
Me quedo mirando la estatua. No está hecha de piedra, sino de algo que recuerda al cemento. Claro, es normal, ¿de dónde iban a sacar piedra? Del suelo no, desde luego.
Una gota de agua me cae en la cabeza. Miro hacia arriba y, aunque sea una locura, por un momento espero ver nubarrones. Siempre me ha encantado la lluvia, pero mientras examino el techo de metal, me asalta la impresión de que no me va a gustar la versión de la lluvia que tienen aquí en la nave. Y es verdad: lo único que consigue esto es recordarme una vez más lo falso que es todo a bordo de la Fortuna. No hay nubes de color gris ni relámpagos que atraviesen el cielo oscuro; la lluvia de la Fortuna no es más que un sistema de aspersores pegado al techo. Atrapo una gota con la lengua. Está fresca como la lluvia de verdad, pero tiene un regusto pasado, como reciclado, y huele ligeramente a petróleo.
En realidad son solo cuatro gotas, así que sigo andando por el camino y me acerco un poco más a la estatua.
-Me sorprende que tengáis lluvia –le digo.
Thomas me sonríe; no es una sonrisa de oreja a oreja, sino más bien una sonrisilla.
-¿Qué pasa?
-Hablas raro –me dice, lo cual no deja de tener gracia porque a mí su forma de hablar sí que me parece curiosa.
-Tú sí que hablas raro.
-Tú sssí que hablasss raro –responde muerto de la risa, imitando mi forma de pronunciar la ese. Le saco la lengua, pero a mí también me entra la risa.
Algunas gotas caen sobre la cabeza de la estatua y bajan serpenteando por su rostro, como si fuesen lágrimas. Entorno los ojos para enfocar mejor. Los rasgos de la cara no están tan perfilados, como me había parecido; de hecho, parecen desgastados por la erosión.
-¿Cuánto tiempo hace que estalló esa epidemia? –pregunto.
-No estoy seguro –contesta Thomas alejándose lentamente de la estatua–. Tendría que consultarlo. ¿Por qué te sorprende que tengamos lluvia?
-Puesss... -arrastro la ese para exagerar el acento que Thomas dice que tengo, y él sonríe de nuevo–. Pues porque no es lluvia de verdad. ¿Por qué imitarla? Pueden regar las plantas con los aspersores, sin más.
-Venía así en el diseño original de la nave –dice Thomas encogiéndose de hombros. Luego se queda callado un momento y susurra–. Investigación biológica...
-¿Cómo?
-Vi un plano antiguo de la nave en el archivo. Al principio, el nivel de alimentación se llamaba nivel de investigación biológica. Entonces no caí, pero... Eldest es el que diseña los ciclos meteorológicos con la intención de emular las condiciones que pueda tener Tierra Centauri. Cada cinco años, más o menos, cambia los ciclos. La última vez... la última vez lo dispuso todo para que lloviese solo una vez al mes. Los científicos tuvieron que ayudar a los granjeros a desarrollar métodos de irrigación diferentes. Y luego...
Se queda pensativo; parece haber olvidado que estoy escuchándolo.
-Cuando yo era pequeño, llovía muchísimo –continúa al fin–. Recuerdo que una vez ayudé a cavar una zanja de drenaje. La zona donde iban a pastar las ovejas estaba siempre inundada. Eldest nos hacía cambiar la tierra de vez en cuando para añadir o extraer algunos minerales.
Levanta la vista hacia mí, pero no parece verme.
-El nivel de alimentación es, en realidad, una zona de experimentación biológica donde se investigan los distintos climas que podemos encontrar en Tierra Centauri. En el archivo hay muestras de los métodos que hemos aplicado dependiendo de las necesidades. Bueno, no son exactamente necesidades; en realidad, es Eldest quien lo provoca todo. Forma parte de su trabajo...
-Entonces también forma parte del tuyo, ¿no? –lo interrumpo–. Tú serás el próximo Eldest.
Me gustaría preguntarle por qué Eldest no le ha enseñado todo esto, pero no me parece el momento adecuado. En todo caso, Thomas parece leer en mi cara lo que estoy pensando, y echa a andar por el camino que lleva al estanque. Está claro que no tiene respuesta para la pregunta que no le he llegado a formular; lo único que tiene son más preguntas y dudas.
Le sigo por el camino, bordeado por unos altos macizos de hortensias.
Vuelve a llover. Las gotas caen de forma constante, metódica, pero se parecen lo suficiente a la lluvia de verdad como para que me deje llevar. Echo la cabeza hacia atrás y el agua me cae en los párpados.
-No entiendo por qué le tenéis tanto respeto a Eldest –murmuro.
-¿Por qué lo dices?
Nos detenemos junto a un estanque del tamaño de la piscina de mi instituto. Algo más allá, un hombre y una mujer se dejan caer sobre un banco mojado por la lluvia. Ríen sin parar.
-Porque no es un hombre de paz; tiene que meter miedo a todo el mundo para que le obedezcan.
No quiero admitir que yo también le tengo miedo, pero creo que Thomas ya lo sabe.
-Eldest es un buen líder. No siempre estoy de acuerdo con él ni me gustan muchos de sus métodos, pero funcionan, eso no lo puedes negar.
-Ese viejo es un dictador, así es como funciona –refunfuño.
Levanto la mirada y veo que Thomas está sonriendo.
-¿Qué pasa?
-Me hace gracia que lo llames viejo. La mayoría de la gente lo venera como a un dios.
-A mí me parece un imbécil integral. Será un líder estupendo y todo lo que quieras, pero quería matarme.
-Quizás no te hubiese lanzado de verdad por la escotilla.
-¿Tú crees?
-No sé... Tal vez lo hubiera hecho –contesta Thomas clavando la mirada en las flores que hay a sus pies–. La verdad es que sí que lo veo capaz.
Les doy una patada a los lirios atigrados de color rojizo que bordean el estanque.
La pareja del banco ha empezado a enrollarse. El chico ha metido una mano bajo la camisa de la chica y la otra por la cinturilla de los pantalones. Thomas sigue mi mirada y se queda observándolos también.
-Eldest dijo que la época reproductora empezaría pronto.
-¿Qué es eso de la época reproductora? No es normal que la gente se líe así en público, ¿no?
Al menos, no era normal hace dos siglos atrás, pienso. ¿Será esto algo habitual entre personas que pasan toda su vida apiñadas en una nave espacial? ¿Seré yo demasiado mojigato?
Thomas se vuelve y fija los ojos en mi cara. La lluvia cae con más fuerza, y por un momento pienso que deberíamos refugiarnos; pero por otro lado, no sé por qué, esta lluvia artificial parece vincularme a este sitio, y eso me gusta. Aunque sepa que es falsa, me hace sentir igual que la lluvia de verdad, me da algo a lo que aferrarme.
*Newt bromeando con Tommy impone essstilo sdfghjksdfghjk ya sssaben. El capítulo que sigue estará infartante/doloroso/lleno de sentimientos, no sé cómo explicarlo pero será jodidamente tierno y frustrante.
ESTÁS LEYENDO
Godspeed: Despierta|Newtmas
FanfictionGodspeed|Fortuna "Eres la pieza de un puzle. Pero puedes decidir no encajar en él." Imagina tener que elegir entre vivir sin tus padres o abandonar toda tu vida en la Tierra para seguirlos. Tratar de encontrarte a ti mismo u ocupar un papel diseñado...