Thomas.
En el nivel de criopreservación reina el silencio, un silencio profundo y penetrante que me hace sentir como un intruso.
-¿Harley? –pregunto.
¿Dónde está? Debería estar vigilando esta planta para proteger a los congelados.
No hay respuesta.
Echo a andar entre las hileras de puertecitas. Acelero el paso y, cuando llego al pasillo de los setenta, ya voy a toda velocidad. Grito el nombre de Harley. Siento un peso en el estómago; pánico, tal vez. A cada paso me hago la misma pregunta: ¿Y si el asesino ha empezado a despertar a las víctimas antes de matarlas?
Doblo la esquina; casi espero ver el cadáver de Harley tirado en el suelo sobre un charco de sangre y al asesino huyendo del lugar del crimen.
Nada.
Qué tonto soy... Debe de estar mirando las estrellas. El corazón se me sale del pecho. Al secarme el sudor del cuello, rozo con los dedos el intercom. Lo conecto rápidamente.
-Enlace de comunicación: Harley –digo entre jadeos mientras me dirijo a la escotilla.
Bip, bip, bip. El corazón se me retuerce en el pecho. Si no responde, volveré, cogeré un flexible y lo localizaré con...
-¿Qué? –la voz de Harley suena huraña e impaciente.
-¿Dónde estás? –grito.
-En el nivel de criopreservación.
-¿Pero dónde?
-En la escotilla.
Suspiro aliviado. Claro, en qué otro sitio iba a estar. Me enfado al pensar que me he dejado llevar por el pánico; estoy nervioso del frexo. Avanzo por el pasillo y ahí está, con la cara apoyada en la ventana redonda.
-¿Qué haces? –grito–. ¿Por qué no estás vigilando?
-¡Me habéis dejado aquí todo el día! –contesta Harley también a gritos–. ¡Mierda! Estaba aburrido, ¿vale?
-Aquí abajo hay un montón de gente indefensa, entre ellos los padres de Newt, y lo único que te he pedido es que te quedes sentado cerca de ellos para que no les pase nada. ¿Tan difícil era?
-Controla un poco la chulza, ¿quieres? –dice Harley entornando los ojos–. Que algún día vayas a convertirte en Eldest no te da derecho a mangonearme.
-No juegues a eso. ¿Cuánto tiempo esperaste para venir a ver las estrellas? ¿O es que ni siquiera esperaste? ¿Comprobaste si había algún cuerpo derritiéndose antes de darles la espalda? Creo recordar que el último murió mientras los vigilabas tú.
Harley se abalanza sobre mí, me agarra de la camisa y me estampa contra la pared opuesta a la puerta.
-¿Cuánto tiempo me las has ocultado? ¿Cuándo te las enseñó Eldest?
-¿El qué, las estrellas?
-Las estrellas, las estrellas, ¡pues claro que las estrellas, frexo!
-Las vi por primera vez hace unos días.
-¡Mentira!
Harley me empuja un poco más contra la pared. Me debato, pero aunque entierro mis dedos en sus manos, no me suelta.
-Eldest y tú, siempre juntos –susurra.
-¡Como si a mí me gustara estar cerca de él!
-¡Si hubiese visto las estrellas, a lo mejor no habría muerto! –berrea Harley con la cara roja de rabia y los ojos llenos de lágrimas.
-¿De qué estás...? ¿Quién? –balbuceo tratando de entender.
-¡Kayleigh! –exclama Harley. Me suelta y resbalo por la fría pared metálica–. Kayleigh. Si hubiese visto las estrellas, quizás no se habría rendido...
Se vuelve hacia la puerta, apoya las palmas de las manos en ella y pega la cara al cristal de la ventana.
-Es inútil... inútil... -murmura.
-¿Qué es inútil? –pregunto con voz calmada.
Recuerdo la última vez que Doc encerró a Harley durante varias semanas, convencido de que intentaría suicidarse al igual que Kayleigh. Las enfermeras controlaban concienzudamente que tomara las pastillas que Doc le había recetado, incluidas las adicionales.
-Harley, ¿por qué no descansas? Voy a pasarme la noche aquí abajo; vuelve a tu habitación y duerme un rato.
-Lo quieres todo para ti solo, ¿eh? –gruñe.
-¿Qué estás diciendo? ¡Claro que no!
-Ya lo sé, ya lo sé. Eres mi amigo, ya lo sé –dice con una mueca, y se vuelve hacia la ventana–. Aun así, es inútil. ¡Frexo! No tiene sentido.
-¿Qué cosa no tiene sentido?
-Por más que las mire, no vamos a aterrizar, ¿verdad, Tom? Nunca vamos a salir de esta nave. Todos vamos a vivir y morir en esta jaula de metal. Setenta y cuatro años con doscientos sesenta y tres días... demasiado tiempo... ¡Frexo! Demasiado tiempo. Esto es lo más cerca que voy a estar de salir de aquí, ¿verdad?
Quiero decirle que no, que se equivoca, pero sé que es mentira. Ahora lo entiendo, vaya si entiendo por qué miente Eldest y hace que la gente críe a sus hijos con la esperanza del aterrizaje. Si nos falta eso, ¿nos queda alguna razón para vivir? ¿Acaso importa que sea mentira, si nos mantiene con vida? Al arrebatarle la esperanza del aterrizaje, Harley se ha convertido en un cascarón vacío y desesperado.
Apoya la espalda en la pared y se deja caer al suelo. A su lado hay un lienzo, pero está cubierto de muselina y no tengo valor para preguntarle qué ha pintado. Me doy vuelta y dejo a Harley ahí, lo más cerca de la libertad que estará nunca.
Me repito mentalmente una y otra vez: no voy a apartarlo de las estrellas.
Vuelvo a las hileras de cámaras y amontono unas cuantas batas de laboratorio y una toalla para hacerme una especie de nido. No puedo quedarme en vela, pero espero que mi presencia desanime al asesino... y, si no, espero despertarme al menos cuando suene el ascensor. Estoy tan cansado. Tan, tan cansado, que el peso de la nave, de las estrellas, de la desesperanza, del fidus, de Newt y de Harley me hunde en el sueño inmediatamente.Me despierta un olor a pintura.
Harley, pienso.
Me peleo con las batas sobre las que estoy tumbado; sus mangas me aprisionan durante unos segundos, pero al final consigo desenredarme.
-¿Harley? –pregunto, y respiro hondo.
Primero examino el ascensor y luego las cámaras de criopreservación que tengo detrás.
Al principio me parece sangre, pero al acercarme veo que es pintura roja, espesa y todavía húmeda. Hay unas equis enormes pintadas en algunas de las puertas, no en todas. Toco la que tengo más cerca (la número cincuenta y cuatro) y dejo una huella dactilar en la pintura. Compruebo el pasillo y veo seis puertas marcadas con equis; en el siguiente pasillo solo hay tres, pero en el de más allá hay doce.
Lo primero que pienso es que esto es obra del asesino, que ha marcado a la gente a la que tiene intención de descongelar.
Luego niego con la cabeza. ¿Ha podido bajar el asesino mientras yo estaba aquí abajo, durmiendo junto al ascensor? No, ha debido de ser Harley.
Pero por si acaso...
Recorro los pasillos contando las puertas marcadas. En total hay treinta y ocho, y no encuentro ninguna pista que me indique quién ha podido pintarlas.
Me imagino al asesino marcando en silencio las puertas de sus víctimas mientras yo dormía. Vuelvo a sacudir la cabeza: la pintura es cosa de Harley. Esta es su venganza por nuestra discusión de anoche. O está intentando asustarme o, simplemente, está haciendo el tonto.
Harley. Tiene que ser él.
No he podido dejar que el asesino pasase a mi lado mientras yo dormía. No puede ser.
-¿Harley? –grito.
Nada.
Echo a correr en dirección a la escotilla, pero antes de llegar sé que algo va mal.
El lienzo cubierto de muselina ha desaparecido y hay gotas de pintura por todas partes. Durante un segundo escalofriante, pienso que se ha cometido un crimen y que los restregones de pintura por el suelo y la pared son manchas de sangre. Pero entonces reacciono y me digo que, si fuese un asesinato, Harley estaría muerto, y no lo veo por ninguna parte.
La puerta que da acceso a la escotilla está cerrada, y la caja de control que hay junto a ella está rota.
Alguien ha forzado la tapa del teclado, y ahora se ven unos cables finos que salen de la base y entran por el resquicio de la puerta.
Veo a Harley dentro, con el teclado en la mano. Ya está pulsando el código.
Aporreo el metal y Harley me sonríe con los ojos llorosos.
-¡No! ¡Noooo! ¡Harley, no lo hagas, frexo! –grito desesperadamente mientras le doy al metal un golpe tras otro.
-Puedo acercarme más –dice él, y su sonrisa sincera se acentúa.
-¡Por favor, no! ¡No lo hagas! –suplico al borde de las lágrimas.
Harley me da la espalda y termina de teclear el código. La escotilla exterior se abre y Harley se precipita de espaldas en el espacio.
Me mira durante un segundo y se despide de mí con su típica sonrisita infantil. Luego se gira hacia las estrellas... y desaparece.
La escotilla se cierra. La sala queda vacía.
Harley, mi único y mejor amigo, ya no está.
*R.I.P. Harley.
Maldición. Siento tanta impotencia de que se haya suicidado. Él solo quería que Kayleigh estuviera con él y... aggh. Quizás qué puta mierda le dijo Eldest cuando les enseñó las estrellas falsas. Quizás le dijo algo que a él le dolió mucho.
Harley fue el mejor de todos porque gracias a su idea Newt y Tommy viajaron juntos en el tubo gravitacional y... aaaaaah, qué rabia.
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Godspeed: Despierta|Newtmas
FanfictionGodspeed|Fortuna "Eres la pieza de un puzle. Pero puedes decidir no encajar en él." Imagina tener que elegir entre vivir sin tus padres o abandonar toda tu vida en la Tierra para seguirlos. Tratar de encontrarte a ti mismo u ocupar un papel diseñado...